una chica con privilegios

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En el peor de los casos, tu vida hubiera sido controlada por éstas personas.

Es claro que una chica tan vacía y hueca como ella, solo busca tenerte como un trofeo; algo más qué mostrar. Ya bastante muestra de sí misma con ésa falda corta.

En el medio del calentamiento previo al entrenamiento, fue a ella mí foco. Quiero saber qué clase de persona es.

Parecía no sentir pudor por mostrar su cuerpo entero a los demás. Algo que me repugna. No todos quieren ver un culo pálido y flacucho, mucho menos de frente a mí.

Intenté no demostrar disgusto, no quería que me llamaran la atención a penas empezar en el club de animadoras.

Cuando el equipo de fútbol empieza con un partido de práctica llega Scorpia todavía acomodándose el uniforme. Pasa cerca mío sin prestarme atención, lo cual agradecí por dentro.

Unos pasos más allá voltea a ver estrechando la vista. A penas me reconocía.

— ¡Hey Catra! — grita agitando su casco en el aire, como si estuviéramos entre un mar de gente. Las animadoras dejaron la práctica para ver de dónde venía el escándalo.

Le respondí a Scorpia con un ademán con la mano, o daba la sensación que no se iría. Hasta que la entrenadora Huntara la llamó con su poderosa voz. Se escuchó cómo la reprendía por llegar tarde y distraerse. De fondo escuchaban risitas burlonas.

Detestaba ésas explosiones de emoción en público, lograba ponerme furiosa. Ahora las miradas estaban puestas en mí, lo mismo que las críticas en voz baja.

Ésto está completamente al revés, Adora. Tú prefieres la atención de ésta regalada. Mientras que yo tengo que aguantar los arranques de una persona que no me interesa en lo absoluto.

Puesto que nuestro destino es estar juntas, como en un cuento de ésos que te gustan.

No necesito más certeza que la que me da saberlo. No importa quién o qué interfieran, al final nos espera un "vivieron muy felices".

Una llamada a mi nombre me quitó de mi ensoñación.

— ¡Catra! — Volvió a llamar la rubia tarada con su voz delicada.

— ¿Qué quieres ahora? — tratando de suavizar el odio que salía de mí boca.

— Éste es uno de los movimientos más importantes, presta atención, tienes que hacerlo bien. — indicó con altanería.

El movimiento consistía en que ella debía saltar desde los hombros de otra porrista y luego saltar a los míos. Me reí en mis adentros de lo tonto que me parecía todo aquello.

Seguí la coreografía con poca gana, odiaba cada segundo allí. Llegado el momento, sube a los hombros de nuestra compañera siguiendo el ritmo de la música, da un salto largo a los míos, con movimientos delicados. Tenía que admitir que estaba completamente impresionada.

— ¿Puedes levantarme? ¿O no tienes fuerzas gatita? — preguntó en tono de burla. Llevada por el rencor levanté las manos hasta mis hombros para que ella los pisara y levantarla a todo lo que daban mis manos. No era pesada en lo absoluto.

— ¿Así o más alto? — le sonreí de manera fanfarrona aguantando el dolor de mi mano que con el esfuerzo se había vuelto a abrir la herida.

Era mi orgullo más fuerte que mi dolor.

Antes de reencontrarme contigo, Adora, era mi orgullo lo que me mantenía con vida, lo que me impulsaba de un día al otro.

Ahora que volviste a mi vida, volví a sentir deseos. Que alguien como yo puede aspirar a la felicidad. La necesidad de proteger a otro de manera desinteresada.

Sentimientos, anhelos, inseguridades. La diferencia entre vivir por pura inercia a estar viviendo, porque cada día es especial aunque sea con verte a lo lejos.

Al finalizar los entrenamientos fui directo a lavarme la herida al baño y cambiarme el vendaje.

— ¿Sabes algo gatita? Creí que estabas interesada en Adora, pero parece que eres la novia de Scorpia. — dijo DT apoyada en el marco de la puerta del baño con los brazos cruzados.

— Scorpia es solo una amiga. — respondí llanamente para que no piense que puede asustarme. Mientras guardaba disimuladamente las vendas viejas en el bolsillo escondiendo mí mano también.

— ¿Entonces vas por el "premio mayor"? Éso es muy ambicioso de tu parte. — ésa expresión borró mi sonrisa falsa por completo.

— creí que hablábamos de personas, no de cosas. — sonreí irónicamente me dirigí a la salida pasando a su lado.

— Es cuestión de escalas sociales. La mejor porrista se queda con la mejor jugadora, siempre fue así... — me pone la mano en el hombro para detenerme porque sabía que la estaba ignorando. — no esperarás que alguien como ella se fije en una flacucha sin valor como tú.

Ésta vez la miré enojada sin decir nada. No tenía caso gastarse en palabras.

Entró al baño con aires de haber ganado una pelea. Metió la mano en su pequeño bolso lleno de maquillaje buscando algo. En ése momento apagué la luz. Torpemente tiró algunas cosas al suelo y se apuró a juntarlo tanteando el suelo.

Con sigilo volví a entrar al baño mientras ella estaba Levantando lo que se calló, cuando levantó la vista al espejo alcanzó a ver mí rostro segundos antes de que la sujetara de su cabello y empujara su cabeza velozmente contra el lavabo golpeándola justo en medio de la frente.

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⏰ Última actualización: May 09 ⏰

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Obsesión (Catradora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora