ᝰ 03.

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8:03 de la mañana.

Luz despertó gracias a su alarma sonando, sobo sus ojos hinchados por el trasnocho y estiro sus brazos a la vez que bostezaba. Apago la alarma de su reloj y se levantó con sus pies descalzos para salir de la habitación en dirección a la cocina.

Amity seguía durmiendo en el sofá grande, uno de sus brazos limpios de tinta yacía extendido fuera del sofá, sus dedos rozando la cerámica en descanso. Tenia la espalda desnuda ya que solía dormir solo con bracier durante la noche, Luz esbozo una pequeña sonrisa y se acercó para arroparla por completo con una cobija.

Se agacho hasta ella para mirar su rostro, se abrazó a si misma mientras admiraba sus parpados cerrados y sus labios un poco abiertos. Fue inevitable no formar una sonrisa ante la imagen.

La extrañaba tanto, todo de ella, todo lo que fueron en el pasado antes de que su relación se viniera en picada. Y mierda, jamás le había dolido tanto algo como su relación con Amity, incluso las pequeñas cosas las consideraba tan importantes, ya sea una sonrisa de su parte, un guiño o simplemente sus dedos tocándose.

No pensaba en ninguna otra cosa que no fuese su cuerpo ejercitado y cálido rodeándole por las noches, o en esas salidas nocturnas donde solo eran Amity y ella. Siempre la recordaba con una sonrisa rota, porque a pesar de todo el daño que Amity le pudo haber hecho, a pesar de esos moretones, sangrados, lagrimas, o esos gritos diciéndole que parara, que ya era suficiente.

La seguía amando.

Y estaba tan enferma de ese amor pasajero, estaba loca por una miseria muestra de atención, que incluso le pedía a Dios todas las noches una oportunidad para ser feliz, porque estaba seguro que Amity era la mujer de su vida. Y si, estaba sonando como una jodida masoquista, lo era de hecho, pero Luz estaba tan enferma que, podría soportar cualquier volcán en erupción si eso significa cruzas hasta sus brazos.

¿Cuál era lo más doloroso? Que sabía perfectamente que estaba mal. Y su psicóloga le pegaría el grito de su vida si supiera que Luz estaba pensando con sus emociones y no con la razón.

Amity se removió en el sofá ya que su brazo se adormeció ante la posición, estiro primero sus piernas y después abrió poco a poco sus ojos, enfocando su visión de pronto en un rostro sonriente y un cabello alocado.

Sonrió, tan pequeña sonrisa, tan compasiva y diminuta, algo tan simple que hizo el estómago de Luz contraerse con mariposas.

—Buenos días... —saludo la mayor con un tono grave en su voz.

—Buenos días, ¿Cómo dormiste?

—Incomoda, porque mi querida amiga ahí abajo decidió voltearse como tortilla y ahora no siento media pelvis.

Luz tapo su boca riendo, cayéndose en el suelo gracias a su escandalosa risa. Amity esbozo una risita y se sentó en el sofá para sacudir su pantalón deportivo.

—Hey, no te rías.

—Lo siento, es que si me dio un poco de risa. —se incorporó, todavía tambaleándose ante la risa atascada de su garganta— Deberías levantarte y caminar un poco para que relajes tus piernas. ¿Segura que estas bien en el sofá? No me molesta que duermas en mi habi-

—No. —le interrumpió— Prefiero dormir en el sofá.

Luz mordió su labio con fuerza.

—Puedes llevar el sofá a mi habitación.

Amity la miro en el entrecejo algo fruncido— Estoy buen, por la noche puedo ver la ciudad desde el balcón.

La castaña asintió lentamente, rascando su nuca.

Favorite Crime ♥︎ lumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora