Amity despertó ese viernes por la mañana con un terrible dolor de cabeza, estaba lloviendo afuera, lo cual era extraño ya que se habían detectado olas largas de calor por todo New York durante la temporada de primavera.
Ya no se sentía el mismo vapor de hace unos días.
Camino descalza y en bracier por el pasillo para llegar al baño, pero noto la puerta de Luz abierta, la curiosidad hizo presencia en su interior, estaba consiente que entrar a su habitación era imprudente, y antes debía obtener el permiso de su novia, pero sinceramente no quería dormir a su lado, extrañaba las mañanas con Luz, ya que la castaña la despertaba con besos o abrazos. Algunas veces usaba la excusa del "mañanero" y tenían más de un encuentro secreto.
Pero ahora esas cosas quedaban como recuerdos, y era una completa lastima llegar a este punto de sus vidas, a este punto de desconocer por completo lo que fueron, gracias a sus tantos errores y fallas como personas, afectando de manera voluntaria su relación y todo lo que habían construido entre tantos escombros.
Se acercó sigilosa a la habitación de Luz, no había luz encendida puesto que la ventaba daba la suficiente claridad. Ojeo el interior del lugar, había una cama mediana, un escritorio con muchas cosas encima, fotografías pegadas en la pared y un closet con abrigos y zapatos abajo. La habitación de Luz le daba una sensación gratificante, entendía porque su novia era de esa forma.
Dio una bocanada de aire y abrió lentamente la puerta, sus ojos enfocaron el cuerpo de Luz durmiendo en su cama, tenía el ceño levemente funciono y abrazaba una almohada. Amity sonrió enternecida.
¿Qué podía hacer ahora?
Noto algunas cosas tiradas en el suelo, así que decidió recogerlo para que Luz no tropezada al despertar. Sin embargo, la castaña abrió sus ojos poco a poco, Amity miraba una foto de ellas dos juntas colgada en la pared.
—Amity. —susurra somnolienta— ¿Qué haces aquí?
La pelimorada se dio vuelta.
—Lo siento, vi la puerta abierta y... Ya me iré.
Luz rápidamente la detuvo.
—Espera, no te vayas.
—Tengo que hacer el desayuno.
—Aún es temprano —murmuro—. Puedes quedarte.
—Luz.
—No pasara nada.
—Sabes que sí.
—No —insistió—. Solo serán 20 minutos, acuéstate conmigo.
Amity no podía, porque se había hecho la fuerte durante toda esta semana. Había jugado póker con sus emociones y perdió en todas las partidas, Luz era su única droga en este momento, y no quería consumirla todavía, necesitaba estar lista para embriagarse con su cuerpo.
Pero era tan débil, y Luz demasiado persuasiva.
La castaña la jalo lentamente a su cama, Amity se dejó como una marioneta.
—No estamos haciendo nada, solo te acuestas conmigo. —intento decir la menor.
—Nena, decirlo de ese modo no suena muy bien que digamos.
—Bueno, bueno. Entonces, solo estamos acostados una alado de la otra, ¿Mejor?
—Supongo.
Luz se recostó nuevamente en su cama y llevo a Amity con ella. El cuerpo de Amity estaba tenso, pero la menor la abrazo para relajarla, sus pequeñas manos terminaron sobre su abdomen y su cabeza en su pecho. Estaba muy cómoda, demasiado liviano y cálido, la primera vez fue cuando se reencontraron del refugio, la primera vez fue cuando se reencontraron, desde que ambas habían mantenido sus espacios más allá de los abrazos que se daban.
—No te pongas tensa, Amity. Abrázame.
—Luz, por lo que más quieras —susurro la pelimorada—. No puedo tocarte.
—No me estas tocando.
—No quiero caer de nuevo.
—No lo haces. —un silencio se formó en la habitación— Yo... Quiero que me abraces, no tiene nada de malo.
—Luz.
—Extraño muchas cosas, pero vivir juntas me hace sentir mal de alguna manera, quiero hacer muchas cosas, pero me siento atascada por estas tontas reglas. Siento que, en vez de avanzar, nos alejamos, y tengo miedo que quieras estar con alguien más, no soportaría otro engaño de...
Detuvo sus palabras abruptamente cuando su cuerpo fue aplastado por el de Amity, la pelimorada se giró para subirse sobre su delgada anatomía. Las muñecas las tenías sujetadas a cada lado de la cabeza de Luz y sus ojos se miraban con sorpresa, podían oír los latidos del otro.
—Solo dos semanas más. —murmuro Amity, tragando saliva— Y te prometo que vendré cada noche a abrazarte y besarte cada parte de tu cuerpo.
Luz alzo sus cejas.
—A-Amity...
—No te engañaría de nuevo, nunca más, soporte un año lejos y soportare dos semanas más para poder tenerte en mis brazos. No hablo de tener sexo contigo, aunque... Dios. Me muro por hacerte mía otra vez, Luz.
La castaña respiraba con pesadez.
—Yo también quiero que lo hagas...
—Solo un poco más, sol. Vayamos a esa terapia y logremos salir adelante, ¿Bien?
Luz asintió con sus ojos brillando.
—Bien.
Amity se levantó de la cama para salir de la habitación, pero Luz no evito su abdomen y espalda ancha, soltó un suspiro frustrado, pero debía ser paciente, podía hacerlo. No era dependiente, era necesidad, la necesitaba como su novia, como su mujer.
Porque así consideraba Luz a Amity, y Amity consideraba a Luz como su pequeña, aunque la había manchado y dañado de mil formas. Pero esperaba no volver a hacerla llorar de nuevo, o que su mano volviese a quedar marcada en su piel, le amaba lo suficiente y quería protegerla.
E incluso protegerla de ella misma.
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Favorite Crime ♥︎ lumity
Fiksi Penggemar✎ › " Todas las cosas que hice, para llamarte mía, bueno, espero haber sido tu crimen favorito. „