Capítulo 4: el arte de relajarse.

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En algún punto de Isla Nublar, 1 de julio del año 6985 (3015 ABY).

Dos baryonyx aparecieron corriendo, nerviosos, como si estuvieran buscando algo. Los dos carnívoros rugieron al aire, y entonces un rugido les respondió, lo siguieron.

Mientras tanto, Ashla estaba parada en medio del cielo con el jet pack, oteando el horizonte buscando un lugar seguro donde instalarse hasta que los rescataran

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Mientras tanto, Ashla estaba parada en medio del cielo con el jet pack, oteando el horizonte buscando un lugar seguro donde instalarse hasta que los rescataran. Los campistas estaban esperándola al pie de un par de árboles, cada uno a su modo, Ben apoyado en un árbol pensando y Bumpy pastando a su lado, Sammy revisando una bolsa sentada en una raíz del mismo árbol en el que estaba Ben, Yaz revisando sus blasters apoyando la espalda muy cerca de donde estaba Sammy y Kenji apoyado en otro árbol lanzando piedras al tronco del árbol, bastante cerca de donde se apoyaba Yaz. Tras varios golpes en el árbol, Yaz se hartó y le disparó a la piedra que acababa de lanzar Kenji, acertándola en pleno vuelo. Kenji soltó la piedra que tenía en la mano al ver esto. Finalmente, Ashla bajó aterrizando entre los dos árboles. El resto fue a recibirla para ver que noticias tenía.

—¿Buenas noticias? —Preguntó Sammy yendo con Ben, Yaz intentó ponerse en pie, pero a duras penas pudo levantarse apoyándose en el árbol.

—Hay pteranodones en las montañas del este, así que nada. —Informó Ashla.

—Agh, malas noticias. —Refunfuñó Sammy abriendo un mapa para tachar la ubicación.

—Entonces en la calle principal no, por los dinosaurios; en las montañas, las praderas y la selva tampoco por los dinosaurios, ni en el apartamento de Kenji porque es malo en mates. —Enumeró Yaz.

—Oye, no creía que mi padre dijera en serio lo de quitar mi registro de la cerradura electrónica si suspendía algebra. No es culpa mía. —Se defendió Kenji.

—Desde luego que es culpa tuya. —Se burló Yaz.

—Lo que tu digas. No podemos ir a ningún sitio sin encontrarnos un dinosaurio porque toda esta maldita isla está llena de dinosaurios. Vaya asco. —Dijo Kenji.

—No podemos rendirnos, ya hemos activado la baliza. Solo hay que encontrar un refugio hasta que vengan a por nosotros. —Animó Sammy.

—¿Dónde? Han pasado días, no nos quedan opciones. —Dijo Yaz.

—En realidad hay un sitio que no hemos probado. Pero creo que no os gustará. —Dijo Ben.

Un rato después se encontraban en las ruinas del campamento.

—¿Va en serio? ¿No salimos corriendo concretamente de aquí? —Preguntó Kenji.

—A ver, escuchadme. Hay un arroyo de agua potable y tenemos árboles y montañas para protegernos del ataque de los dinosaurios. —Argumentó Ben.

—Ejem, ejem. —Carraspeó Yaz.

—Vale, puede que no de todos los ataques. —Se defendió Ben.

—Pues yo estoy de acuerdo con Ben. —Dijo Ashla. —Es muy buen sitio, por todo lo que ha dicho. Además, si yo tuviera que rescatar a unos campistas empezaría a buscar precisamente en el campamento. Y también tenemos materiales de sobra para construir un refugio, un poco rotos, pero seguro que sirven. —Explicó Ashla.

Atrapados en DeinokiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora