Antes de continuar con la lectura, te recomiendo escuchar mientras lees
Cada vez - BelanovaEra mi primer día de clases, estaba ansiosa a pesar de haber tenido cambios de escuela anteriormente este era algo especial, al menos la sensación era distinta.
Caminé por el pasillo, buscando el salón que me tocaba pero no lo encontraba, habían otros papeles con otros nombres, por poco le pedía ayuda a alguien pero finalmente lo encontré después de un rato. Entré y había más gente, todavía no estaba lleno como para iniciar la clase, tomé asiento casi en el penúltimo asiento de la fila del centro que estaba en el salón. Miraba a los demás conversando en varios grupos, habían cuatro en total y yo en el centro, sola.
Miraba hablar a una chica de dos coletas altas platicar alegremente con una chica de cabellos rubios y un pequeño moño rosa, ellas detuvieron su conversación al ver la figura del profesor, todo el mundo tomó asiento y empezó a guardar silencio.
—Bueno, espero que todo el mundo esté bien, quiero informar antes de comenzar clases que tenemos una alumna y compañera nueva, por favor ven al frente y preséntate.
Limpié mis manos sudorosas en mi falda antes de levantarme y caminar hacia el frente, mi corazón latía muy rápido, estaba nerviosa, ver caras nuevas que probablemente me estén juzgando en silencio.
—Hola, soy _______ espero llevarme muy bien con ustedes durante este año. —dije, y volví a mi asiento, escuché varios susurros pero decidí no pensar tanto en eso.
Luego el profesor comenzó la clase, sentí eterna su hora, empecé a garabatear cosas sin importancia esperando para poder escribir lo que el profesor tenía en la pizarra. Hasta que alguien tocó mi hombro.
De reojo miré que era un compañero, había llegado una media hora tarde al salón por lo tanto se sentó de último, atrás mio.
—Disculpa, ¿sabes lo que dice ahí? —miré que señaló la pizarra, específicamente el último párrafo que estaba escribiendo el profesor. Tal vez él no entendía muy bien la letra del docente, así que le dicté lo que decía en el párrafo y recibí un pequeño gracias de su parte.
Más tarde, sonó la campana avisando el cambio de clases, según el horario nos tocaba ir a la biblioteca para una sesión de lectura, me levanté y me giré para salir, y me topé con el compañero que se sentó atrás mio.
Su cabello era morado algo despeinado, tenía un collar en su cuello, varios piercings en sus orejas, también era bastante alto. Lo vi salir por la puerta y yo lo seguí, él se apresuró el paso para alcanzar a un chico mucho más bajo que él. Lo observé bien, él estaba sonriendo tiene una linda sonrisa en la que se notaban sus lindos colmillos.
A partir de ese día quedé interesada en ese chico lindo peli morado. Y comencé a observarlo con detenimiento, siempre llegaba tarde en la mayoría de días, pasaba con 5 personas pero en especial con 3 de ellas que era una chica demonio, una chica zombie y un chico invisible. Durante los primeros 3 meses me llevé con ellos pero era por ocasiones a pesar de eso nunca pude entablar una conversación con ese chico que se llamaba Shiba.
Lo miraba en los descansos, nunca le gustaba estudiar y todavía no conseguía descifrar como pasaba las clases, en varias ocasiones comenzamos a hablar pero por tareas, a veces me ofrecía ayudarle o hacerle las tareas, tal vez así era una manera de acercarme más a él pero no siempre resultaba como yo quisiese.
Más tarde entendí que me gustaba mucho, pero no sabía como, no hablaba tanto con él, yo se lo básico de él pero él no me conoce a mí, intenté varias veces en planes para hablar más allá de las tareas pero tartamudeaba al hablar. Pasó un año y todavía no había logrado ser su amiga.
Empecé acercarme mucho más a sus amigos cercanos pero para que me ayudaran con algo, y ese algo era confesarme ante él, ellos sabían bastante sobre él y me apoyaron bastante, ya sea en pasar tiempo solos y en un tiempo pensé que había funcionado pero no sentía nada de su parte.
Él se dió cuenta que tenía una admiradora secreta pero no sabía que esa persona era yo, él insistía con sus amigos en decirle quien era esa persona al punto de darle pequeñas gomitas de la verdad que vendían en la tienda de bromas.
Hasta que el día cero llegó.
Me había preparado mucho para ese día, las clases transcurrieron como normalmente lo hacían, recibí mucha motivación de parte de sus amigos. Llegó la hora de la salida y me dirigí al lago a esperar a que él en unos minutos pudiera aparecer. Pasaron 20 minutos y él finalmente apareció.
Su cara era neutra, aunque se notaban sus nervios, él me miró.
—Hola ______ —me saludo.
—Hola Shiba —dije con una pequeña sonrisa.
—Me dijeron sobre quien es la admiradora, y me sorprendí mucho. —ambos reímos nerviosamente. — Bueno supongo que esperas mi respuesta y te la daré, yo en este momento no busco nada con alguien y seria mentirte en la cara sobre sentimientos que no tengo y no quiero lastimarte, lo siento y espero lo comprendas.
Me miró con una mirada de culpa.
Solo me limité a verlo con una sonrisa, y le dije que no había nada de que preocuparse, después de unos minutos él se fue, y yo me quedé mirando el lago reflejando la luna brillante. No solté lagrimas pero sentía un vacío en mi pecho pero me repetí varias veces que estaba bien, que un rechazo no es el fin del mundo.
Las cosas pudieron mejorar, pero no lo hicieron.
Al día siguiente, Shiba no me miró en toda la jornada, rodeaba medio salón para no pasar a mi lado, lo hacía sentir incómodo. Y las cosas empeoraron al momento en el que todo el salón de clases se dió cuenta de que me gustaba. Empezaron a molestar a Shiba y este solamente se quedaba callado apartando la mirada.
Después de unos días yo iba bajando las escaleras hasta que escuché voces hablar, reconocí esas voces, eran de Shiba y Nagi.
—Vamos, deberías darle aunque sea una oportunidad. —dijo Nagi.
—No puedo, no me gusta, no es mi tipo, no somos ni seremos compatibles —lo dijo en un tono algo molesto.
Me dolió, porque yo pensé que lo éramos, teníamos cosas en común pero para él no lo eran y no podía culparlo. Sin embargo al volver a mi habitación no pude evitar llorar. Él ahora me evitaba como si fuera una plaga mortal, lo incomodaba.
Después de unos meses podría decir que había mejorado, no hablábamos, al menos él y yo, pero si hablaba con sus amigos. Shiba estaba en una relación ahora y era muy feliz en ella, mentiría si dijera que no me dolió pero la vida continuaba y yo tenia que continuar.