Es muy tarde (KOOKMIN)

PARTE XII:

PARTE XII:

El pequeño omega se encontraba abrazando sus rodillas en un rincón de la habitación que compartía con su alfa. Tenía el rostro enrojecido lleno de lágrimas secas, y una mejilla amoratada. No sabía qué hacer realmente. Llevaba un poco más de tres meses viviendo con su alfa y desde el primer día había sido un infierno. El alfa le gritaba y golpeaba a diario, y siempre lo obligaba a hacer cosas que no quería. Ese día había llevado a sus amigos a casa y le había ordenado que cocinara algo para cenar. Jimin le había obedecido, pero no tenía muchos ingredientes con lo que preparar algo rico, por lo que el alfa había estallado en furia cuando el pequeño omega le había servido una sopa aguada llena de verduras picadas y arroz, y sin ningún trozo de carne. El alfa lo había mirado seriamente sin decir nada para luego, una vez que sus amigos se retiraron, gritarle y golpearlo como castigo.

Jimin llevó una manita temblorosa a su estómago. Últimamente se sentía raro. La pancita lo molestaba de vez en cuando y, no se lo había dicho a absolutamente nadie, pero hacía una semana mientras se bañaba, había sangrado un poco. ¿Qué significaba eso? Necesitaba tanto a su mamá, ¿por qué no podía estar con su mamá? Ella siempre tenía respuestas para todo.

-¡Jimin!-Escuchó la voz de su alfa llamarlo.-¡He traído carne! ¡Ven a cocinar, rápido!

-S...¡Sí, alfa!-Contestó poniéndose de pie tan rápido como pudo.

Cuando estuvo de pie, se miró el estómago nuevamente. No se notaba tanto, pero si se observaba detenidamente, podía notar una especie de tripita saltona. ¿Qué le estaba pasando?

Jimin sacudió la cabeza tratando de deshacerse de esos pensamientos raros que le carcomían la cabeza y fue a atender a su alfa, el cual se encontraba sentado con las piernas cruzadas en el piso y acomodaba unas hileras de polvo blanco sobre la pequeña y abollada mesa de centro que tenían. Jimin lo vio enrollar un papel e inclinarse para aspirar el polvo por la nariz a través de este. ¿Qué hacía?

El alfa sacudió la cabeza entonces y empezó a reír tontamente antes de clavar la vista sobre él.

-Oh... ven, mi amor.-lo llamó.-Ven, no tengas miedo, te va a gustar.- Jimin lo miró con desconfianza pero entonces notó la quijada del alfa endurecerse porque dudaba en si acercarse o no, así que se acercó a donde el chico y se sentó a su lado tímidamente.-¿Alguna vez te has drogado, cariño?-Le preguntó el alfa enrollando un brazo en su cintura y sentándolo en su regazo.-¿Eh?

Jimin sacudió la cabeza sin entender.

-Bien, siempre hay una primera vez. Te va a gustar.-El alfa le tendió el rollo de papel.-¿Ves esto? Te va a ayudar a olvidarte de tus problemas. Ponlo en tu nariz y aspiras.-Señaló el polvo.-Anda, obedece.

El pequeño omega se quedó quieto en su lugar sin reaccionar. Él no quería hacer eso, porque le daba miedo. Su mamá le había dicho que todo lo de la ciudad era malo y dañaba a tu lobo.

-¿Estás sordo?

Jimin tomó el rollo en una manita nerviosamente.

-Yo... no... no quiero...-susurró temerosamente.-Alfa... no quiero, por favor... mejor... ¿le hago su comidita, si? No me demoro y le juro que le preparo algo rico, no lo decepciono, alfita, se lo juro...

-Jimin.-Lo cortó el alfa.-No te estoy preguntando, te estoy ordenando y eres mi omega y me tienes que obedecer.

El niño guardó silencio y se quedó quieto mirando hacia la mesa detenidamente una vez más.