•Don't blame me•

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《Segunda parte de "Let the skyfall"》

La culpa comenzó a invadir a Gustabo al ver el cuerpo sin vida de Conway en el suelo.
Un enorme charco de sangre comenzaba a formarse al mismo tiempo que la ansiedad y el pánico aparecían de golpe.

Su respiración había acelerado mientras que la de su pareja se había detenido por completo; era irónico pensar que mientras su corazón latía cada vez más fuerte el del que consideraba el amor de su vida había dejado de funcionar.

Gustabo se mantuvo de pie frente al cuerpo por lo que parecieron horas, trato de asimilar lo que había hecho. ¿Pero realmente lo quería hacer? ¿Era necesario arrebatarle la vida cuando el solo quería ayudarlo?

Las preguntas era un remolino violento en su cabeza, no sabía que debía hacer, sentía que cada moviento que hiciera solo empeoraria la situación.

Considero llamar a nadando y pedirle ayuda, el sabría perfectamente que hacer, pero descarto aquello al recordar lo mucho que Conway lo odia además de que probablemente Armando montaría una fiesta al enterarse sobre la muerte del hombre que tanto lo había jodido.

La segunda opción fue llamar a Horacio, el no lo juzgaria ¿O si? Eran como hermanos, lo comprendería y lo ayudaría, pero de nuevo la idea fue descartada al recordar la traición que le hizo al CNI y la manera tan despiadada en la que lo torturó luego de ser hechado de la mafia. Claro que Horacio no lo ayudaría, solo lo cuestionaria y probablemente llegaría al lugar con todo un equipo de swats listos para matarlo a él también.

Su única salida era desparecer, tal vez salir del país y tratar de comenzar de cero y aunque ese era el único camino en el que probablemente no terminaba muerto, sabía perfectamente que nunca volvería a ser el mismo, había sobrepasado su propio límite, esto no era tan simple como haber golpeado a un civil en comisaria o como traicionar al CNP, había matado al superintendente de Los Santos y a la única persona que le había dicho te amo.

Fue entonces que la tristeza llegó, no pudo evitar que las lágrimas salieran ni que la desesperación se hiciera presente. Cayó de rodillas frente al cuerpo y por fin se atrevió a tocarlo.

—Perdóname. Por favor perdoname— El llanto no se detuvo en todo el rato que estuvo abrazando a Conway.

No le importaba estar cubierto de sangre ni que la oscuridad de la noche estuviera cada vez más presente.

Cuando logro normalizar su respiración y cesar el llanto decidió actuar, no tenía mucho tiempo, había escuchado el teléfono de Conway sonar varias veces al igual que el suyo, dando a entender que tenían llamadas y mensajes perdidos, considerando que el CNI podía rastrear el teléfono, debía tener menos de veinte minutos para alejarse lo más que pueda del lugar.

Dejo ambos teléfonos en el suelo al lado de la mancha de sangre junto a la placa de Conway, su cartera y las dos armas.
Arrastró el cuerpo hasta su auto, lo subió en los asientos traseros, encendió el motor y condujo, no tenía pensado detenerse, no hasta que la gasolina se terminara.

Si su sentido de la ubicación no le fallaba habían salido de la ciudad hace más de quince minutos, así que opto por parar en una gasolinera, lleno el tanque del auto y sacó ropa limpia del maletero, si quería llegar lejos lo último que debía hacer era llamar la atención al tener la ropa llena de sangre.

Mantuvo su mente ocupada en el camino sin importarle a donde iría, solo continuo avanzando mientras recordaba todos los buenos momentos que vivió con Jack, los coqueteos indiscretos durante los primeros meses en los que comenzaron a trabajar juntos, sus patrullajes tranquilos, las bromas que se hacían mutuamente durante las horas de trabajo, su primer abrazo, su primera vez, las risas compartidas, las charlas de media noche cuando no podian dormir en las que siempre terminaban diciéndose "Te amo", sus primeros días viviendo juntos; todos los recuerdos le sacaron una pequeña sonrisa que despareció cuando los primero rayos de sol se colaron por las ventanas del auto y lo trajeron de vuelta a su situación actual.

Había matado a Conway, probablemente para ese momento debía ser la persona más buscada del país y se sentía completamente perdido.

Miro por el retrovisor a la parte trasera con la esperanza de ver a Conway vivo, pero la imagen del cuerpo sin vida de su pareja fue el peor golpe de realidad que había recibido nunca.
Las lágrimas comenzaron a nublarle la vision y la ansiedad apreció de nuevo, aparco el auto en la orilla de la carretera y se permitió sacar todo de nuevo, lloro y grito sin contenerse.

No solo tenía que lidiar con lo que había hecho hace algunas horas, sino con todo lo que venía cargando hace meses, la presión de desmantelar una mafia, fingir ser una persona que no era, dividirse entre ser policía y ser mafioso, darle buena cara a todo, equilibrar su tiempo de trabajo y su vida personal, tratar de ser un buen novio para Conway y a todo eso agregarle el peso de escuchar otra voz en tu cabeza que constantemente te dice que mandes todo ya todos a la mierda.

Cuando tomo la decisión de traicionar al CNI en su mente solo había un propósito: librar a Conway de los perros del gobierno que lo mantenía atado a la policía y por fin irse juntos a un lugar lejano y tranquilo donde no tuvieran ninguna preocupación, pero con cada día que pasaba se daba cuenta del error que había cometido y que las cosas no serían tan fáciles como las imagino.

A veces pensaba que la única buena decisión que tomó en su vida fue decirle que si a Conway cuando le propuso vivir juntos y ser una pareja oficial.

Luego de una hora se puso nuevamente en marcha. Llegó a un pequeño pueblo, no sabía exactamente en qué lugar del país se encontraba, pero tenía claro que aquel lugar estaba demaciado alejado de las grandes ciudades y eso le bastaba.

Dejo su auto frente a lo que parecía una casa abandonada, recorrió todo el lugar y encontró lo que buscaba. Se alejó unos metros y comenzó a cabar con la pala que encontró, sacó la sufiente cantidad de tierra y se dirigió de vuelta al auto. Con cuidado cargo a Conway, lo llevó hasta el hoyo que había hecho y lo enterró.

Con ayuda de unas ramas e hilo aramo una cruz improvisada y marco el lugar donde descansaría Jack.

—De verdad perdóname. No me culpes por lo que hice, el amor me volvió loco— La horrible sensación de un nudo en la garganta se hizo presente en Gustabo —Si pudiera regresar el tiempo arreglaría todo, así podríamos seguir siendo felices. No sabes cuanto me arrepiento—

Gustabo paso la noche en aquella casa, tenia planeado quedarse ahí por unos días mientras encontraba otro auto, no podría ir por ahí con los asientos traseros llenos de sangre, además de ser un coche fichado por la policía. El lugar era bueno, los alrededores eran tranquilos, no había visto a ninguna persona cerca desde que llegó y el pueblo no estaba a más de medio kilómetro.

Los días posteriores no fueron mejores que los anteriores, las pesadillas durante la noche nunca faltaban y la situación empeoraba al despertar y darse cuenta que Conway no estaba a su lado, el era el único que lograba tranquilizarlo pero ahora se encontraba completamente solo.

Todas las mañanas iba a visitar a Conway, no decía nada, solo se sentaba a lado de la cruz y dejaba que el aire le diera en la cara.

Después de una semana decidió quedarse temporalmente ahí. Se decisorio del auto lanzándolo a una laguna al otro lado del pueblo, regreso caminando a su nuevo hogar y el tiempo a solas le ayuda a reflexionar y a comprender que el mismo se había arrebatado a su única razón para vivir, así que si el CNI o la mafia lo encontraba el estaría dispuesto a dejarse morir. Despues de todo ya no tenía nada que perder.

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Creo que se merecen saber que tenía un final alternativo en el que Conway era el que disparaba y Gustabo no moría, pero que seria de la vida sin un poco de dolor? Por eso al final me decidí por el sufrimiento.
Por cierto, al final si voy a hacer el omegaverse pero tengan paciencia, gracias a los que apoyaron el one shot anterior y me incitaron a hacerlo.
Y creo que ya, es todo por el momento, les tqm <3

One Shots [Intenabo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora