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Había ido a Blue Lock en busca de información. Quería saber el tipo de basura de delantero intentaban crear ahí dentro pero, me ofrecieron justamente lo que necesitaba para demostrar mi punto. Habría un juego entre la Sub-20 y Blue lock, conmigo cómo invitado especial en la Sub-20 pero, la condición era que debía elegir un delantero de ese conjunto de chicos.

La realidad era que ninguno valía la pena como para mandarle mis pases, eran basura, incluso mi hermano menor era un inútil.

Durante las pruebas, logré ver un tipo interesante. Un chico alto, bronceado y con cabello rubio con unas vistosas mechas rosadas en las puntas del cabello. Era muy agresivo jugando, pero sin duda un As. En cuanto tenía el balón su velocidad, agresividad y puntería llamaron mi atención.

-Quiero a ese. Él será mi delantero-

Me habían hecho esperar algunas horas, al parecer, el tipo había tenido problemas durante el entrenamiento, una vez más, había sido agresivo con los demás en el campo. Sus métodos eran cuestionables, pero sus resultados eran irrefutables.

Me hicieron pasar a una habitación que estaba oscura, se podía oír una voz en el fondo. Al entrar pude ver al mismo chico, amarrado con fuerza a un monta cargas pequeño, sus manos eran sujetadas dentro de una camisa de fuerza. Realmente lo trataban como a un loco.

Lo que más llamó mi atención fue que usaba un bozal para perros, me pareció algo exagerado, pero ni siquiera traer eso lograba cambiarlo, seguía expresándose abiertamente de lo que pensaba del lugar. Su espíritu se mantenía intacto.

-¿Quién carajo eres tú?- Me preguntó.

-Sae Itoshi, un tipo que le interesa tu habilidad y que me sirvas -

-No te ofendas amigo, pero me interesa un carajo lo que quieras, solo quiero liberarme. -

-Haré que te dejen ir- Me acerqué a él y lo tomé por el bozal- Pero quiero que entregues tu ego a mi y me sirvas en el campo de fútbol-

-Creo que tenemos un trato, chico lindo - El rubio sonrió grande, aprovechó que mi mano aún lo tomaba y dió una enorme y húmeda lamida a mis dedos.

Durante los entrenamientos previos al partido que tendríamos, el tipo nunca se despegó de mí. Resultó llamarse Shido Ryusei, realmente no me importaba mucho su nombre, yo quería su habilidad y eso era lo único que importaba, por eso estaba ahí y no amarrado. Pero al parecer yo había llamado demaciado su atención, no solo siempre estaba conmigo, comenzó a saltar encima de mi, intentar abrazarme y a fantasear.

Durante el partido, su desempeño fue excelente, pero aún seguía muy distraído de mi, insistía a cada segundo en conseguir mi número hasta que colmó mi paciencia.

-Si metes un gol, te daré mi número-

Había terminado diciendo solo para callarlo.

-¡Si! Si meto un gol tendré el número de Sae-chan. ¡Si gano el partido, viviremos juntos!-

Este tipo había hecho su propio trato. Ni siquiera pude contradecirlo, porque salió corriendo detrás del balón.

Era un demonio dentro de la cancha y aún más dentro del área chica del lugar. Su puntería era jodidamente buena y sus goles eran inmensamente imposibles, ni siquiera yo sé cómo es que seguía vivo de tantos golpes y caídas que recibió en tan poco tiempo.

Perdimos el partido.

Al parecer, la escoria de Blue Lock, no resultó ser tan escoria como lo pensé.

Me dirigía a los vestidores. Había sido una mierda la segunda mitad, aún así a mitad del camino, el rubio brincó sobre mí.

-¡Sae-chan! -

-¿Qué carajo quieres? Y deja de decirme "Chan" Soy más grande que tú, maldito idiota-

-Se que no ganamos, pero yo hice la mitad de los goles del partido, me eh ganado tu número - respondió con un tono tan infantil.

-Oh, cierto. Había olvidado esa estupidez- Estaba a medio camino de los vestidores. Me gustaba hacer tiempo, ya que no quería ver al equipo. Planeaba esperar a que se fueran para entrar después yo. -Espera a que lleguemos al vestidor, te lo daré - Paré en seco para tomarlo del cuello de la playera y acercarlo a mí -Después tomaré una ducha y más te vale no molestarme mientras lo hago-

El chico más que parecer asustado, parecía extasiado por la acción y actitud que tenía hacia él, como si le gustara...

Al llegar al vestidor, los demás ya se estaban llendo, quedaban unos pocos. Entré e hice el intercambio de números con el rubio, quizá así dejaría de molestar, de igual manera tenía planeado bloquearlo.

En un punto mientras hacíamos el cambio, nos quedamos totalmente solos.

-Bien, ahí lo tienes. Ahora, déjame darme una ducha. Desaparece de mi vista- Tomé una toalla y me dirigí a las regaderas, pero Shido seguía caminando detrás de mí. Eso me ponía los nervios de punta.

-¿Por qué carajo me sigues? - dije hastiado.

-Yo también tomaré una ducha- Contestó contento.

Bufé ante su respuesta. Era muy claro que solo me seguía, pero tenía planeado ignorarlo totalmente.

Mi paciencia había llegado a su fin. No solo me había seguido a las regaderas, sino que, se había metido a la de un lado mío. Una vez más decidí ignorarlo y para olvidar su presencia, cerré mis ojos mientras lavaba mi cabello.

¡Carajo, ni siquiera de mi mente puedo sacar esa imagen!

Su cuerpo era demaciado grande para ser menor que yo. Estaba tan marcado como yo, pero era jodidamente impresionante. Esas manos tan enormes y esos brazos tan fuertes. No, no, carajo, ¿Qué mierda estoy pensando? Sacudí mi cabeza en busca de borrar esa imagen.

Cuando decidí cerrar el agua y abrir los ojos, él estaba ahí, parado detrás de mí, desnudo con gotas de agua aún corriendo por su pecho y abdomen. No pude evitar quedarme en blanco por unos momentos mientras procesaba la información.

Antes de siquiera poder decir algo o molestarme el rubio atacó.

Literalmente se abalanzó sobre mí tomado mi mentón con una mano y mi nuca con la otra, obligndome a permanecer quieto y de un momento a otro, me besó.

Al inicio me molestó demaciado, intenté quitarlo de encima de mi. Yo no era débil, simplemente él era jodidamente fuerte y más grande que yo. Nunca pude quitarlo por más que lo intenté y terminé cediendo ante el control del beso.

Sus labios eran suaves y agresivos con los míos. Su lengua había pasado a mi boca exigiendo contacto con la mía. El aire comenzaba a faltarme.

El poco aire que podía retener aún en mis pulmones había sido expulsado de ellos cuando el chico mordió uno de mis labios haciendo que gimiera sobre los suyos. Fue ahí cuando mis piernas flaquearon y me deslicé hacia el suelo de la regadera y el chico junto a mi. Dió un último beso más tranquilo, suave y delicado para luego separarse.

-Te llamaré en la semana, quisiera salir y hacer algo contigo- Antes de que pudiera decir algo, se levantó, tomó una toalla y salió del baño dejándome totalmente solo, anonadado y confundido.

-¡Mierda!- Fue lo primero que pude articular. -¡¿Por qué carajo me dejé hacer eso?! ¡Y aún peor! ¡¿Por qué mierda me gustó?!-

Demonio De Bolsillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora