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La cena había pasado muy tranquila y cómoda. Habíamos platicado todo el rato sobre cosas que nos gustaba más allá del fútbol. Música, estilo de ropa, autos, etc. Incluso algunas cosas de nuestro pasado.

Había resultado que él solo tenía a su madre trabajando en las afueras del país, no solía estar más que un total de treinta días al año. Eso en cierto modo me había puesto triste. Era una persona totalmente alegre y linda, pero ahora entendía el porqué había dicho tan despreocupado que se quedaría en mi casa.

Al finalizar las cena, ambos entramos al auto y después inició el rumbo directo a mi casa pero esta vez, el camino no fue tan callado, íbamos platicando alegremente. Tomamos confianza demaciado rápido, Incluso durante algunos momentos del trayecto, Shido comenzó a poner su manos sobre mi muslo. Inmediatamente volvieron a mí, todas las estupideces que había imaginado esa tarde en el baño.

Al llegar afuera de mi casa, Shido detuvo el auto y me miró.

-¿Quieres bajar ahora? -

Me preguntó muy despreocupado, aún sin quitar su mano de mis muslo.

-No creo que haya algo que hacer en el auto- Respondí un tanto nervioso.

-Podemos hacer...algo más -

Esa había sido la señal. Era su manera de decirme que quería quedarse en el auto y romper demasiadas normas de orden público.

Tomé todo el valor que pude reunir en ese momento y jalé el cuello de su playera y lo atraje hacia mí de una manera brusca, en busca de sus labios. No quería solo besarlo, necesitaba besarlo. Mi cabeza había estado repitiendo una y otra vez aquel momento en las regaderas del vestidor.

Al parecer, no era el único que había estado esperando el momento, porque Shido me tomó del bordillo de mi pantalón con ambas manos y de estar sentado, me cargó sin esfuerzo alguno sobre sus piernas.

-Al parecer, a alguien le gustó lo de la última vez- Habló con burla y pude sentir una sonrisa en sus labios.

-Cállate. No soy el único- dije para seguir besándolo.

Shido no perdió el tiempo y de inmediato quitó mi abrigo y lo arrojó al sillón para después comenzar a abrir los botones de mi camisa, tomándose su tiempo entre botón y botón.

Intenté acomodarme sobre sus piernas en el asiento. El auto era maravilloso, solo que no lo suficientemente espacioso para dos personas en el mismo lugar. Al acomodarme, pude sentir "algo" y al escuchar el gruñido del hombre debajo de mi, llegué a la conclusión de lo que era.

Shido siguió besándome de la misma manera en que lo hizo en el baño, un mes atrás. No me disgustaba en absoluto, de hecho, había mejorado y aún más cuando bajó a mi cuello y a parte de mi pecho para besarlo y comenzar a hacer marcas.

Pasaba sus manos por mi abdomen, espalda y pecho sin ninguna pena, ni indicio alguno de pudor, como si conociera mi cuerpo desde hace años.

Los vidrios habían comenzado a empañarse, indicador claro de que la temperatura estaba subiendo. Shido seguía haciendo marcas en mi pecho y no se despegaba de mis pezones. De tanta atención que recibían, estaba sensibles, lo cual provocaba demasiados gemidos y jadeos por parte mía.

-Shido...- Dije en un suspiro mientras tomaba las hebras de su cabello y hacia un tanto de presión para que no se alejara de ahí.

-Llámame Ryusei. Quiero escucharte decir mi nombre- Seguido de esta declaración, mordió con fuerza, logrando su objetivo, hacerme gemir su nombre.

-Ryusei...-

Lo siguiente que sucedió fue que una vez más, me tomó por la cintura y literalmente me arrojó de regreso al asiento de copiloto en dónde venía en un principio. Dejándome sorprendido por su acción

¿Acaso no lo había hecho bien?

-Debemos meter el auto e ir adentro. Aquí es demaciado pequeño para hacerlo-

Al entrar a mi casa, no pude bajar los pies del auto, porque ya tenía a Shido cargandome y llevándome dentro de la casa.

Chocamos unas cuantas veces con sillas, mesas, casi caemos por las escaleras (cosa que nos hizo reír bastante) pero al final llegamos a mi habitación.

Me dejó caer sobre la cama y pude observar una vez más su torso desnudo ante mí. Retiré mi pantalón e inmediatamente Shido se arrodilló entre mis piernas y comenzó a besarlas.

-Se que eres un jugador profesional pero, tus piernas son tan delgadas, finas y delicadas- Las besó lentamente -Son tan blancas que, no puedo dejarlas así- siguió avanzando en ellas hasta casi llegar a mi entre pierna. Unos centímetros antes, se detuvo y comenzó a hacer marcas por todas ellas.

A este paso, tendría que vestir con manga larga y cuello de tortuga al menos dos semanas para que nadie notara el desastre que era ahora mi piel

Poco a poco fue subiendo hasta que llegó a mi boca, ahí lo tomé por los hombros y me dejé caer en la cama, al poco tiempo, la ropa que nos separaba se desvaneció del camino...

-¿Estás listo? - Me preguntó.

-Solo hazlo...- Respondí entre jadeos.

En un solo movimiento entró en mí y se quedó quieto ante mi respuesta. Dolía como el infierno. No era virgen, pero jamás lo había hecho con un hombre y realmente dolía como el carajo. Un grito ahogado murió en mi boca, debido a que Shido me había besado para evitar que lo hiciera, pero aún así lágrimas salieron de mis ojos. Clara muestra del dolor que sentía.

-Mierda, ¿estás bien?- Me preguntó preocupado.

-Mhmm- Respondí moviendo la cabeza- Eres un estúpido- Trataba de respirar para calmar el dolor y las lágrimas.

-Comenzaré a moverme cuando estés listo- una vez más me besó muy lentamente, logrando que me centrará solo en el beso durante unos minutos. Cuando notó que ya no me incomodaba, comenzó a moverse.

Demonio De Bolsillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora