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El tipo había dicho que una semana pero, resultó ser todo menos una semana. Me había estado ignorando totalmente durante dos meses y yo aún no podía sacarlo de mi cabeza. Incluso durante prácticas a las que era llamado, Oliver solía atraparme distraído. No sabía la razón de mi distracción, aunque yo sabía que el motivo era un adolescente rubio.

-Hey, viejo. Otra vez estás distraído, el balón casi te golpea- Habló el heterocromatico mirándome.

-Lo siento, no dormí bien- Dije mirando a otro lado.

-Quizás deberías decirle al profe que te retiras por hoy y no venir mañana, así solo te vas a lastimar en el entrenamiento-

Tenía razón. Solo hacia tonterías ahí parado, a merced del balón, lo mejor sería irme del campo de entrenamiento y quedarme en casa.

Iba manejando en mi camioneta, escuchando algo de música y justo doblando a mi puerta, mi teléfono timbró de un mensaje. No le hice mucho caso hasta que llegué dentro de la casa y me recosté en el sillón.

Salí casi volando de ahí mismo cuando ví que el mensaje no era de cualquiera, era del chico.

"Hey, chico lindo. Dame tu dirección, pasó por tí está noche. Iremos a cenar y me quedaré contigo el resto de la noche"

Bufé en molestia ¿Quien diablos sea creía solo como para pedir mi dirección, decidir mis planes y auto invitarse a mi casa? No tenía idea pero, me gustaba. Así que envié mi dirección.

-Más te vale no llegar tarde...-

Supuse que vendría en un par de horas, así que tenía tiempo de arreglarme, quizá sería buena idea darme un baño.

Durante el baño, llené la tina con agua y unos cuantos aceites esenciales para relajarme un poco. Entré en ella y me quedé recostado un rato, disfrutando el agua caliente, cosa que no debí hacer, porque solo comencé a pensar cosas muy extrañas.

Mi cuerpo empezó a recordar los toques de aquel chico e imaginar cómo habría sido que sus grandes manos pasaran por diferentes zonas de mi cuerpo. Quizá por mis brazos, mis piernas y que subieran a mi cintura y la tomaran con fuerza para acercarme a él.

-Mierda. Sae, deja de pensar estupideces- me dije en un regaño a mi mismo.

-Es un maldito chico. Lo conociste dos semanas y te besó una sola vez- me repetí en mi cabeza -Aunque fue una vez, fue un beso que me gustaría repetir...- está vez había hablando en voz alta.

Me miré al espejo.

Mi rostro estaba hecho un total desastre, estaba sonrojado, en un tono de rojo casi tan profundo como mi cabello y el ambiente húmedo del baño no ayudaba en absoluto.

-Será mejor que me vaya a arreglar-

Estaba eligiendo la ropa que usaría. Un pantalón negro, camisa blanca y unos zapatos estaría bien, ¿no? Después de todo, él dijo "Cenar".

Me había arreglado y puesto algunos detalles más como un reloj, pulceras y una gabardina para el frio. Me miré al espejo.

-Eres un galán, Itoshi Sae -

Dando 7:30 en punto, tocaron la puerta de mi casa. Revisé por las cámaras de seguridad y era él.

Inconscientemente salí corriendo rumbo a la puerta, tomando mis llaves y mi teléfono por el camino. Al llegar a la puerta quise parecer sereno, como si tuviera este tipo de cenas todos los días. Cuando finalmente logré esa serenidad, abrí la puerta.

Ahí estaba él, tomando su teléfono con una mano y con la otra se encontraba en su nuca como si algo le preocupara, pero cuando notó mi presencia, inmediatamente cambió de semblante y se alegró.

-¡Hey!, Pero si es Itoshi Sae - Se acercó a mí y tomó mi mano, para agacharse y saludar como si fuera de la realeza. Besando el dorso de mi mano.

-No hagas eso, no es necesario- Dije desviando la vista.

-Es lo que alguien así de lindo merece- Habló para después guiarme a la puerta del auto y abrirla para dejarme entrar.

Subí al auto, era bastante bonito, era un Mercedes AMG, para dos personas, asientos de piel y bastante espacio en el frente. Se tomó su tiempo para subir al auto y comenzar a andar.

-¿A dónde iremos?- pregunté.

-Es un secreto, pero te puedo adelantar que te gustará- Respondió él.

Decidí no hablar durante el camino, estaba sonando en el radio música de fondo, muy tranquila, lo cual me sorprendió bastante. Para ser él, la ropa que usa y su actitud, no creí que le gustara música tan tranquila.

Había aparecido en mi puerta con pantalones negros totalmente pegados, una playera negra de manga larga, rasgada de los hombros y cuello abierto, un montón de collares adornaban su cuello y una diadema simple y negra mantenía a raya su alocado cabello.

Estamos de acuerdo que él escucharía todo, menos música tranquila o ¿no?

Sin notarlo habíamos llegado al restaurante. Era un restaurante de mariscos, jamás había comido ahí, pero no me sentaba nada mal e igual se veía algo caro. Agradecía haber traído mi cartera y tarjeta conmigo.

Justamente cuando iba a abrir la puerta Shido me detuvo tomándome de la mano. -No deberías salir así nada más- No entendía a lo que se refería, así que me quedé quieto sin saber.

-Eres demaciado lindo y famoso para que la gente te vea. Es un lugar caro y poco concurrido, pero preferiría que no supieran que estás ahí- Tomó una gorra negra y la puso sobre mi cabeza, acompañada de unos lentes.

-Quedaste aún más hermoso. Pero solo será por un momento mientras entramos-

-Oh vaya, unos lentes y una gorra y de pronto ya no soy Itoshi Sae, el mejor medio campista de la selección nacional de fútbol- hablé con sarcasmo para después reírme -Eres un genio, hombre. ¿No serás un espía?-

Shido río ante mi comentario para después sin aviso alguno, darme un corto beso en los labios.

-Quizá no dejes de ser tú, hay mucha gente loca por ahí. No quisiera que te sucediera algo mientras estás conmigo-

¡Mierda! ¿Alguien más vio eso? Alguien dígame qué lo hizo, ¡Fue lo más jodidamente lindo que me había sucedido en el mundo y él solo salió del auto!

Shido me ayudó a salir del auto y llegamos a la entrada.

-¿Cuentan con reservación? - Nos preguntó el hombre de la puerta.

-Claro. Está a nombre de Ryusei- Habló tranquilo el rubio.

-Siganme, por favor-

No sé cuánto tiempo le había tomado preparar está cena o si quiera la reservación, pero el mesero nos guío al segundo piso, en el cual había gabinetes privados para cada mesa, no podrías ver si estaba alguien más ahí.

Entramos a la cabina, pedimos la comida y nos dijeron el tiempo que tardarían en traerla. Cuando el mesero desapareció, Shido habló.

-¿Te gusta el lugar?- me preguntó con una gran sonrisa.

-Parece lindo- Respondí quitándome los lentes y la gorra- Pero jamás volveré si su comida no es tan buena como parece-

Shido sonrió y comenzamos a platicar, esperando a que llegara la comida.

Demonio De Bolsillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora