Interlude

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—Butters... deja de llorar... me dan ganas de llorar a mí también.

—Lo siento. Ya no hay vuelta atrás.

—Pero es lo que querías.

—Lo sé, es solo que duele. Como cuando te quedas pegado en un asiento de cuero. Duele un rato.

—Ouch, sí. Bueno. Tomate esto como... unas vacaciones eternas, en en una isla paradisíaca bajo el sol... nos divertiremos por siempre, no necesitaremos recuerdos del pasado y... no nos volveremos a sentir mal, nunca. ¿Estás listo para nuestra nueva vida?

—Sí...

—Genial, porque no tengo ni puta idea de donde estamos. —dijo Kenny frenando. El auto se apagó, y ya no volvió a encender.

—Parece ser un pueblo...

—Okay, estamos oficialmente perdidos. Mira. Entra a esa lavandería, haz preguntas para tener referencias y yo trato de resolver esto. —dijo Kenny intentando encender el auto.

—Está bien... —suspiró Butters.

—¿Sabes a donde debemos ir?

—Sí, lo sé. Creo... Nueva York no queda taaaan lejos. Sabes, te acompaño. Vamos.

Entraron a la lavandería y Butters se acercó a la caja para preguntar donde carajos estaban y como podían llegar a casa, mientras Kenny daba vueltas por atrás, salía y entraba al local...

—¡Qué amable! —dijo Kenny abrazando a Butters por atrás para llevárselo de ahí—. Muchas gracias. —lo jaló afuera del local.

—Kenny... ¿sabes a donde?

—Sí, sube. —le abrió la puerta de un auto random y Kenny subió al volante.

—Un momento... ¿de donde sacaste este auto? ¿Qué hacen aquí nuestras cosas? —se paniqueó Butters mirando hacia atrás, donde estaba el colchón y todas sus cosas.

Kenny pisó el acelerador hasta el fondo y salieron de ahí.

—Lo tomé prestado.

—¡Kenny! ¡Robar es malo!

—¡Es un préstamo! Lo necesitamos. Estamos bastante lejos, pero supongo que tenemos suficiente gasolina como para llegar a recargar a alguna estación nada que ver con este pueblo.

—Dios, Kenny... me vas a matar de un infarto, ¿y si nos atrapan?

—Pf. Va a tardar un rato para que la señora se de cuenta. Quizás que para cuando se de cuenta ya va a estar muerta.

—Pero deben haber cámaras de seguridad.

—Cuando salgamos a la carretera le sacaré la matrícula.

—Bueno. Lo negaré todo y que te lleven a ti, yo solo voy a ser un rehén. —advirtió Butters.

—Ese es mi chico. —se rió Kenny viendo como las luces del pueblo se alejaban por el espejo retrovisor.

Una vez estuvieron lo suficientemente alejados, Kenny se bajó y sacó las matrículas para enterrarlas junto a la carretera, mientras Butters se subía al techo del auto para ver las estrellas.

—Vaya... nunca había visto un cielo así —suspiró el muchacho—. Y me estoy congelando...

—Listo... bien enterradas —Wade se acercó al auto y apoyó sus brazos en el techo—. Es precioso, ¿verdad?

—Sí... me encantan las estrellas.

—Yo hablaba de ti.

Butters se rió y le puso una mano en la nuca.

The Last Witness | Kyman//Cryle//BunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora