Say it

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Say my name, say my name.

Minjeong

Las mañanas de cumpleaños siempre eran especiales. Minjeong recordaba levantarse casi de madrugada cuando era pequeña, como el día de Navidad, sentirse una princesa, desenvolver los regalos sin importarle realmente qué había dentro de las cajas.

Pero aquel cumpleaños era aún más especial. Minjeong cumplía dieciocho años.

Se levantó de un salto, algo decepcionada al darse cuenta de que no se sentía de forma distinta ahora que era mayor de edad. Su madre ya la estaba esperando en la cocina cuando bajó, y se topó de frente con una canción de Cumpleaños Feliz entonada a dueto por Minho y ella.

Minjeong sonrió mientras tanto, nunca sabía lo que hacer en aquellas situaciones. Se sintió feliz, sin embargo, al ver a Minho sonriendo y tan emocionado como su madre. La sangre no hace a la familia. Aquel hombre la había acogido en su casa como si fuera una hija, y la estaba tratando mejor de lo que su padre había hecho jamás.

Desayunaron riendo y charlando, disfrutando de las tortitas de cumpleaños, cuando Taeyeon fue a la habitación a por sus regalos.

-Vamos a ir a almorzar a un restaurante más tarde, Minjeong - le dijo Minho mientras tanto -. Espero que no tengas planes. Incluso Jimin vendrá.

Minjeong no pudo evitar sentir cómo su corazón se saltaba un latido. Y es que, hacía un par de semanas desde que Karina no vivía en casa de los Yoo.

Se había mudado, justo después de la tarde que pasaron en el cine, a un apartamento en el centro que le quedaba más cerca de la universidad. Por lo que le había contado, sus abuelos eran propietarios de varios pisos, y llevaban insistiendo desde que se graduó en que podría ocupar uno e independizarse cuando quisiera.

Minjeong había tenido que ocultar que prefería tenerla en la casa.

En aquellas semanas Karina se había transformado de la odiosa y maleducada niñata caprichosa con cambios de humor, en la chica amable y risueña que en realidad era. Y todo desde que Minjeong se había abierto sobre su pasado. Al parecer la castaña estaba decidida en hacerla superar su trauma, y estaba haciendo todo lo posible para ello. Iba a recogerla algunas tardes, iban al muelle con Giselle, Ningning y el resto de sus amigos, incluso habían invitado a Yeonjun, que se llevaba mucho mejor con aquellos universitarios que con sus compañeros de clase.

Pero había otras veces, esos días entre semana en los que ninguna tenían que estudiar para exámenes venideros, en las que simplemente se quedaban en casa viendo una de esas películas antiguas que a Karina le gustaban que hacían que Minjeong se quedara dormida, o jugando a aquel estúpido juego de la consola en el que siempre ganaba porque Karina dejaba de pulsar sospechosamente los botones diez segundos antes de que terminase la partida, o pedían una pizza y discutían sobre cualquier chorrada o sobre temas de suma importancia, de política, de arte, de música. Esos eran sus momentos favorito.

Minjeong había esperado que su madre entrara en la cocina con cajas o paquetes, pero nada más lejos de la realidad. Taeyeon traía un bulto peludo en los brazos. Un bulto que se movía.

Minjeong tuvo que contenerse para no soltar un grito al ver al cachorrito castaño dar vueltas desorientado por la cocina. Siempre había querido un perro. Cuando todos la odiaban en su antiguo instituto, lo había deseado más que a nada en el mundo. Un amigo incondicional.

-Kiki - lo bautizó casi al instante.

El perro le devolvió una mirada interrogante, con la cabeza torcida y la lengua fuera.

. . .

Cuando llegaron al restaurante, Karina ya estaba allí, apoyada en el capó de su coche con su cámara colgada del cuello y una sonrisa en la cara. Saludó a Minho y a Taeyeon, y cuán fue la sorpresa de ambos cuando Minjeong la abrazó. Karina le rodeó los hombros con un brazo, obligándose a apartarlo cuando Minjeong quitó los brazos de su cintura.

Trouble - Winrina G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora