When you get caught between the moon and New York City
The best that you can do is fall in love
Si sonaba aquella canción una sola vez más Karina iba a perder la cabeza. No, mejor, iba a dar un volantazo en el siguiente puente por el que pasaran y las iba a matar a todas. Minjeong sonrió en el asiento de copiloto cuando la oyó gruñir al oír las primeras notas.
Estaba emocionada, a pesar de los motivos por los que tenía que abandonar la ciudad. Había asistido al instituto durante toda la semana anterior, sin usar el autobús y con una escolta policial de incógnito para que sus compañeros de clase no fliparan completamente, pero siguiendo las indicaciones de las autoridades, aquel fin de semana salía de la ciudad. Era viernes por la mañana, faltaría a clase porque no tenía ningún examen, y Karina, al igual que las dos chicas que iban en el asiento trasero, dijeron que nadie iba a la universidad los viernes de todos modos.
Había sido fácil para Karina convencer a sus amigas de hacer una pequeña escapada de fin de semana a Nueva York, y a ninguna de las dos les había parecido raro, dados los últimos acontecimientos, la participación de Minjeong en la excursión. No sabían nada de la agresión que había sufrido Minjeong unos años atrás, simplemente pensaban que su amiga estaba colada hasta los huesos de su hermanastra, algo bastante raro, pero nunca habían visto a Karina así, así que sólo les quedaba esperar no oír sexo incestuoso desde la otra habitación del apartamento que habían alquilado.
Karina sólo había tenido que mencionar la Broadway Night, una noche en la que no paraban de haber representaciones teatrales a precio reducido, para que Ningning se apuntara y, por tanto, arrastrara a Giselle con ella. Pero Karina no había pensado que en el viaje por carretera de dos horas sería un infierno si dejaba que Ningning conectara su móvil a la radio. No sabía cuántas vueltas había dado el soundtrack de Frozen, pero estaba segura de que era la tercera vez que escuchaba la canción que estaba sonando.
Minjeong miró por el retrovisor, riendo, cómo Ningning hacía playback de la canción que retumbaba en los altavoces de forma cómica y exagerada mientras Giselle la grababa con una pequeña cámara de vídeo. Observó las piernas de Giselle, que pasaban por encima del regazo de la otra en un gesto tan cotidiano e íntimo que daban ganas de sonreír. Minjeong nunca había visto algo como lo que tenían aquellas dos.
-Do you wanna build a snowman? - gritaba a Ningning a pleno pulmón con los primeros acordes de la canción, como llevaba haciendo con todas -. ¡Eh!
Se quejó desde su asiento cuando Karina apagó la radio de un manotazo.
-Como vuelva a escuchar a la niña esta queriendo hacer un puñetero muñeco de nieve pienso provocar un accidente de tráfico.
-¿Entonces nunca has estado en Nueva York, Minjeong? - dijo Giselle intentando cambiar de tema, porque aunque prefería que Karina cargase con la culpa, estaba empezando a aborrecer Disney. Aunque eso Ningning no tenía que saberlo.
-Hay dieciséis horas en coche desde Misuri, así que...
-Buen punto - aceptó -. Desde casa hay menos de un par de horas. El verano pasado solíamos ir todo el tiempo.
-¡Va a encantarte Hamilton, Minjeong! - exclamó Ningning.
Aunque la pareja del asiento trasero fuera a aprovechar al máximo la Broadway Night, Karina y Minjeong sólo iban a asistir a aquella función. Minjeong nunca había estado en la gran ciudad y no quería perderse nada de lo que pudiera ver aquel fin de semana. Y por supuesto, Karina estaba dispuesta a acompañarla.
. . .
Karina había estado en Nueva York muchas veces. De pequeña, con sus padres, tenía recuerdos nítidos de comer algodón de azúcar en Central Park, quedarse embobada con las luces sobre los hombros de su padre, sentirse tan alta como los rascacielos. Más tarde, cuando Ningning aprendió a conducir e intentaban colarse en clubes con dieciséis años, compraban entradas para musicales ahorrando sus pagas y compartían una cama de hotel para ahorrarse dinero.
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Trouble - Winrina G!P
Fiksi PenggemarCuando su padre le dijo que su nueva novia, la que se mudaría a su casa, tenía una hija más pequeña que ella, Karina jamás se imaginó que se tratara de una joven de diecisiete años. Y mucho menos, que fuera insoportable a la vez que la persona más a...