Terminar siendo el banco de sangre de trece seres extraños es algo difícil de imaginar y mucho peor de vivir, sin poder estar en pie, pálido y sin fuerzas para siquiera poder comer o levantarse, sentía su cuerpo desfallecer cada vez que intentaba da...
NamJoon miraba por la ventana el amanecer, el resplandor del sol le hizo cerrar los ojos de repente, apartó la mirada y miró a Jimin, quien estaba sentado a un lado de él.
- ¿Estás listo?- el pelinegro se abrazó las piernas, se quedó estático en su lugar, pensando aún en las palabras del pelinegro la noche anterior.
"JungKook le miró fijamente y luego apartó la mirada nuevamente- No puedo decirlo- se llevó las manos al rostro y suspiro - Pero puedo mostrarte. "
NamJoon asintió lentamente, dudoso ante ir con Jimin o no, pero tenía que hacerlo. El rubio le dio la vuelta a la cama y cargó a NamJoon, se dirigió hasta la puerta y la abrió, saliendo de la habitación, pasaron por un pasillo algo oscuro y llegaron a unas escaleras que daban hacía abajo, Jimin fue por ellas, bajando con el pelinegro en brazos, al llegar al piso inferior dieron con una salón bastante amplio, conectado con una cocina y un comedor, habían tres puertas, una de la entrada, del baño y otro que daba a una habitación, el rubio se dirigió hasta la última, dejó al menor de pie y dejó que se apoyara en su hombro.
- ¿Qué hay detrás de esa puerta?- preguntó NamJoon al ver que el rubio estaba a punto de abrir la habitación, se apoyó en la pared, intentando no caer por la falta de fuerza en sus piernas.
- La verdad- Jimin giró el pomo de la puerta y la abrióe, dentro de la habitación se encontraba JungKook, encadenado de brazos y piernas, ojos rojos, uñas filosas y respirando entrecortado, la cual se alteró aún más al ver NamJoon, el pelinegro comenzó a sentir como su garganta quemaba, sediento.
NamJoon pegó un brinco del susto al creer que el pelinegro podría soltarse, se puso detrás de Jimin, observando por encima de su hombro.
- Cada vez que sale el sol se convierte en esto, un ser sediento de sangre, no puede controlar sus impulsos, a pesar de ser lo suficientemente consciente como para encerrarse aquí y no salir hasta que llegue la noche, sabe que eres tú pero su hambre es más grande aunque intente controlarse- el rubio giró, mirando de frente a NamJoon- No suele estar encadenado, pero por medidas de precaución se las puso él mismo.
NamJoon desvío la mirada del rubio a JungKook, viendo como estaba ahora tendido en el suelo, intentando no verle, una idea se cruzó por la mente del pelinegro.
- ¿Me dejas a solas con él?- pidió NamJoon casi en súplica, aún con su vista encima de JungKook.
- Ni loco, ¿Qué quieres? ¿Morir?- preguntó Jimin histérico, no pudiendo creer lo que el menor le estaba pidiendo, ¿Qué parte de "sediento de sangre" no entendió?
- Hace mucho tiempo desconozco lo que es vivir- NamJoon volvió a mirar a Jimin- El único que hace que me de cuenta de que sigo viviendo es él, sólo quiero quedarme aquí, hasta que llegue la noche y vuelva a ser él.
Jimin juraba en ese momento no haber conocido a un humano más loco en los doscientos cincuenta y seis años que lleva pisando la tierra, se lo pensó un instante, sabía que si lo dejaba ahí correría el riesgo de que al regresar el pelinegro estuviera muerto entre las manos de JungKook, pero si no lo dejaba luego iba a estar horas y horas escuchando gritos de NamJoon pidiéndole que lo dejara estar con el ser hambriento en el primer piso, entonces opto por lo mejor.
- Muy bien, pero corres con toda la responsabilidad- era la decisión más sabia, al menos para sus oídos- Sí cuando vuelva a la normalidad me reclama, y tú sigues vivo, entonces intercedes a mi nombre.
NamJoon rió levemente, asintiendo ante las palabras dichas por el vampiro.
•••
- ¿No pudiste conseguir nada? ¿Ni un rastro?- el castaño estaba que se arrancaba los cabellos uno a uno, la desesperación que le causaba esta situación era surrealista.
- Es muy difícil, Jimin no dejó ni un rastro al irse, ¿Qué hago? ¿Fabrico las pistas?- TaeHyung miró irritado a SeokJin, si seguía escuchando sus interminables quejas iba a terminar clavándose una estaca él mismo.
El castaño se tiró sobre el mueble, desesperado, no sabía nada de Jimin, nada de JungKook y mucho menos de aquel humano que trajo tantas desgracias a su cruel existencia.
- Si JungKook llega a matar a ese humano, sí es que ya lo hizo, estaremos pronto presenciando la muerte de ese bobo niño- observó a través de la ventana, el sol chocando con su rostro, se apartó y se sentó en el lado donde había sombra- Estar tanto tiempo sin noticias me está volviendo loco, y escuchar los llantos de Sook me enferma, creo que morir sería menos doloroso que todo esto.
- No te equivocas- la voz de YoonGi hizo presencia en la habitación, desde hace un rato observaba como su pareja y TaeHyung conversaban, no pudo decir meterse en la conversación en cuanto el llanto de Sook hizo presencia en ella- No la aguanto ni un segundo más, podrá ser tu hermana, SeokJin, pero no pienso hacerle más compañía, me va a dejar sin tímpanos.
- Yo en tu lugar ya la hubiera callado de alguna manera- habló TaeHyung, mientras observaba como YoonGi se sentaba a un lado del castaño.
- Es insoportable- esta vez habló SeokJin, si, era la persona más insoportable y mezquina que pudo haber conocido, y eso que conoció muchas más, pero al final del día era su hermana y a pesar de su comportamiento la quería.
- Aún no entiendo qué le ve a JungKook- se cuestionó TaeHyung, pensando en como la chica ha caído tan bajo sólo por intentar tener al pelinegro para ella, sin conseguirlo ninguna de ellas, aunque nunca antes había "competido" contra de otra persona.
- Creo que eso no lo entiende nadie- habló SeokJin por lo bajo, llevó su manos hasta su cabello y lo revolvió, dejándolo despeinado.
Nunca nadie ha entendido la obsesión de Sook por JungKook, la chica jamás tuvo nada con el pelinegro, y el chico nunca demostró algo de interés por ella, no le dio esperanzas ni ilusiones, pero ella sólo insistía una y otra vez.
De pronto desde la parte de abajo de la casa de empezaron a escuchar gritos, dos personas discutían y una de ellas gritaba cada vez que podía.
- ¿Y ahora qué?
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