Capítulo 1

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Extraños bajo una tormenta


Gotas de lluvia chocaban contra los vidrios y estruendosos sonidos de aquellos llamados truenos sonaban por todo el perímetro, en estos momentos al joven de cabellos negros no le estaba gustando la idea de estar solo, en una mansión, dentro de un bosque. Era simplemente escalofriante.

No encontró otra solución más que meterse debajo de las sábanas de su cama, encender una linterna y leer bajo aquellas mantas que se habían convertido en su refugio. No era de aquellos que se asustaban por todo, pero la tormenta y su estadía en aquella solitaria casa estaban haciendo que se asustara de sobre manera, cabe decir que el libro que tenía entre sus manos, y el cual hasta hace un momento estaba leyendo, era de misterio y suspenso, eso no ayudaba en nada a su situación actual.

Resignado cerró el libro, no iba a leer algo que le iba a causar más terror, con el que tenía ya era suficiente. Asomó su cabeza por fuera de las mantas y su vista se desvió hacia el ventanal que tenía en su habitación, había olvidado que tenía las cortinas abiertas, las tenía que cerrar si no quería ver aquellas extrañas sombras que se formaban en el exterior.

Terminó por sentarse en el cómodo colchón y retirar las sábanas que tenía encima, con un ágil movimiento se levantó de aquella cama, se colocó sus pantuflas y en un abrir y cerrar de ojos las cortinas fueron cerradas por el chico, un alivio se instaló por todo su cuerpo, el cual no duró mucho porque a través de las cortinas seguían viéndose cosas extrañas. Se tiró de nuevo en el colchón y volvió a cubrirse de pies a cabeza, olvidando completamente retirar las cómodas pantuflas de sus pies, pero ya era tarde, no pensaba retirar ni un solo extremo de su cuerpo fuera de las sábanas. Cerró los ojos diciéndose que era mejor dormir, ya mañana pasaría la tormenta y no tendría porque estarse torturando toda la noche por creer que un asesino en serie podría llegar, romper su puerta en dos y matarlo, era algo improbable de pasar pero aún seguían esas escenas en su cabeza. Estaba solo y estaba bien, no había por qué temer pero aún así la sensación de temor no se iba.

No supo ni cuando ni como pero se quedó dormido, aún así un trueno sonó informándole que la tormenta no había pasado aún, por lo tanto aún debería ser de noche o al menos de madrugada, saco nada más que su cabeza de las sábanas y fijó su vista en el reloj que estaba a un lado en la mesa de noche, eran a penas las tres con cinco de la madrugada. Por qué el tiempo no podía pasar más rápido, qué tiene de divertido querer hacerme pasar una mala noche; esos eran los pensamientos que cruzaban por la mente del chico bajo las mantas.

Volvió a meter su cabeza dentro de su escondite, de todas formas ahí estaba bien y de ahí nadie lo iba a sacar. Pero al parecer su estómago no estaba de acuerdo con aquella decisión, el tenía hambre y por lo tanto iba a hacer que el cobarde bajo las mantas bajara a la cocina a buscarle algo de comer, el chico se resignaba y el estómago le gritaba, así fue hasta que el hambre aumentó, y ahí estaba el chico, bajando las escaleras con las sábanas encima de su cuerpo, negándose a abandonarlas en la habitación, eran su escudo en ese momento y lo estaban protegiendo.

Llegó a la cocina con paso apresurado tropezando en el camino más de dos veces y levantándose apresuradamente porque de solo pensar en que alguien lo pueda jalar mientras estaba en el suelo recuperándose lo aterraba demasiado. Abrió el refrigerador y de el sacó las sobras de su cena, que básicamente trataba de tres trozos de pizza, pizza que preparo él, cabe decir.

Colocó los pedazos en un plato de vidrio y seguidamente lo metió dentro del microondas durante cinco minutos, su estómago rugía de hambre y no quería seguir prolongando la hora de comer. Sacó del microondas el plato con los trozos de pizza y se sentó en una de las sillas del comedor a devorar con sumo apetito su comida.

Una vez lleno su estómago, se levantó con rapidez en dirección a la cocina a lavar los platos, una vez estos listos se apresuro a las escaleras que daban al piso de arriba, pero por la rapidez sus pies terminaron por enredarse y jugarle una mala pasada al hacer que cayera de boca golpeándose en la nariz y en su estómago.

- Oush...- fueron sus palabras al reaccionar de los golpes, cubrió su nariz con una de sus mano y con la otra su estómago, sobando ambas partes heridas. Justo cuando se iba a levantar y continuar su camino a la habitación la puerta principal sonó. Exacto, sonó. Eso era lo último que faltaba para que las alertas del pelinegro se alteraran completamente y el miedo aumentara de sobremanera, estaba temblando hasta los huesos y no por el frío que hacía.

Se levantó de las escaleras con ayuda del barandal y corrió hasta la puerta principal chocando su espalda contra ella y su trasero contra el suelo, su respiración estaba muy acelerada y necesitaba calmarse. Tal vez no habría razón para alterarse tanto, puede ser que una anciana se haya perdido por andar buscando una dirección, un sábado a las tres veinte de la mañana, en el bosque.

- No, no, no, NamJoon no pienses en cosas negativas, no pienses en cosas negativas- se dijo a si mismo el de cabellos negros, se levantó del suelo y asomó su vista por el ojo mágico, pero solo veía todo negro.

A ver, seguro fue algo que se cayó al suelo y chocó contra la puerta y solo estoy exagerando, pensó, pero no le duró ya que otros sonidos se hicieron presentes fuera de la casa, haciendo que su corazón saltará de su lugar por el miedo. Se volvió a asomar pero aún veía todo negro.

- Esto tiene que ser una broma- dijo mientras quitaba y ponía su mirada otra vez en el ojo mágico, tal vez se dañó se dijo, pero otro ruido lo sacó de sus pensamientos- Muy bien, tú no eres un cobarde, NamJoon, así que solo abre la puerta y salimos de duda. ¿Si?, Si.

Tomó el pomo de la puerta entre su mano derecha y abrió rápido, seguro de lo que iba a hacer. Pero esa seguridad se esfumó al ver quién, o mejor dicho, quiénes estaban del otro lado de la puerta.

NamJoon cerró la puerta de sopetón y sintió como su corazón quería salir por su boca, estaba tan nervioso como asustado y el ambiente tan sombrío no lo ayudaba en nada. Miró por la ventana creyendo que nadie lo estaba viendo, observó a un hombre fornido de espaldas y tras él habían otros chicos con las mismas pintas, una túnica negra y la capucha la tenían puesta sobre sus cabezas; daban miedo.

Su vista volvió al hombre de un principio quien se dio la vuelta mirándolo fijamente, un escalofrío se instaló en todo su cuerpo, quería quitarse de la ventana pero ni siquiera podía moverse, notando los ojos tan inusuales de este, completamente negros o así parecían ser- ¿Qué..?- salió de su voz en un susurro audible, se sorprendió al momento de escuchar que su voz salió sin tartamudear ni balbucear teniendo en cuenta de que estaba temblando de miedo. El hombre sonrió de lado y vio al pelinegro de arriba hacia abajo echando un vistazo, para luego volver su mirada directamente a sus ojos, su sonrisa se volvió perversa y puso una de sus manos en el cristal. NamJoon abrió los ojos exageradamente y se apartó de la ventana cuando vio como el vidrio comenzaba a quebrarse frente a él.

- Por favor, alguien ayúdeme- en ese momento maldijo la hora en la que decidió venir al bosque a quedarse unas semanas.


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Unlucky Number |KookNam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora