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Louise despertaba, notando el rostro de la sirvienta cerca del suyo, un sentimiento extraño roso el cuerpo de la chica, nostalgia era la palabra correcta de lo que sentía. Como si fuera una imagen borrosa que solapaba a la sirvienta de un rostro conocido para ella, pero no logrando distinguirlo, causando que las ganas de no discutir o esforzarse decidiera seguir durmiendo.

—Siesta —dijo una voz repentina que despertó a la sirvienta

—Eh, ¿qué haces aquí? —dijo Siesta confundida

—Tú qué haces aquí con una noble —dijo el niño

—¿Qué? —dijo Siesta para notar que habían llegado a la aldea y los habitantes de la misma estaban rodeando el carruaje

»Señorita Valliere, despierte, que ya llegamos

Louise molesta se despertó, para sentarse y ver como el carruaje estaba rodeado de plebeyos que la miraban con sorpresa.

—¿Donde está mi familiar? —dijo Louise molesta

—¿Ese extraño conductor? lleva desde que llegaron sentado mirando a nuestro santuario

Al salir Louise noto que era cierto, ya que ese santuario tan extraño estaba estorbando la salida del sol junto a su pequeña colina. Louise suspiro para empezar a caminar directo hacia el lugar que Siesta le indicaba con tanta alegria.

—Es aquí, puede abrir los ojos —dijo Siesta

"¿Como me podría ayudar esto?" Es lo que pensó Louise antes de abrir los ojos. Una leve brisa cálida recorrió el cuerpo de Louise, mirando un gran prado de flores hermosas que iban hasta el horizonte en una hermosa planada a la vez que unos pocos pétalos se iban volando dejando puntos blancos y rosados en el cielo.

—Es, hermoso —pensó Louise sorprendida

Unos pétalos le rozaron el rostro para dejar dos pétalos en su cabello, uno blanco y uno rosa. "¿Como puede ser que solo los plebeyos puedan disfrutar de esto?" Alzando su mano como si aquel paisaje se le fuera arrebatado, intento tomarlo, solo para ser detenido por la brisa que paso por sus dedos como si esta fuera una con ella también y este mismo no quisiera dejarla ir.

—Y ¿Qué tal? Es hermoso verdad —dijo Siesta sonriendo

—Si, creo que ya sé que escribir —dijo Louise como si su mente por fin había encontrado la paz

Sacando el libro del fundador, a la vez que agarraba la pluma con su mano izquierda, un brillo salió de aquellas hojas, antes de ponerse a escribir y notar aquellas letras iluminadas, un cumulo de objetos cayendo hizo que se detuviera, para girarse confundida.

—Creo que su familiar está intentando ingresar al santuario de mi abuelo —dijo Siesta

—¡Caballero! —grito Louise yendo hacia el

Este ser se encontraba intentando abrir una pared creyendo que era la puerta a espadazos, siendo detenido por Louise, la cual miraba confundida al santuario buscando que le llamaba la atención.

—¿Qué tienen ahi? —dijo Louise a Siesta

—El dragon acorazado de mi abuelo —dijo Siesta

—¿Hay un dragon ahi? —dijo Louise sorprendida

—Así lo llamaba mi abuelo, pero nunca lo mire volar —dijo Siesta encontrando un par de llaves en su bolsillo para abrir con ello el templo

Al ver el "Dragón acorazado" rápidamente Louise noto que era imposible que volara por "Leyes" de la "Lógica" por factores que hacía que todo ser se pudiera mover en el aire, libertad cosa que no tenía esa cosa.

El caballero del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora