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Miró su mano, estaba pálida como era normal por su estatus y genética, pero ahora estaba más de lo habitual junto a un temblor casi perpetuo como si fuera un trastorno, más era el miedo que sentía recorrer cada fibra de su ser.

Había acabado la junta para informar el inicio de la guerra, por un maldito accidente al saludar con los cañones. Louise temblaba del horror de una guerra con Albion, de que la boda al final no fue concretada y que estaban luchando en el puerto de la Rochelle.

---Escuchaste que están atacando el pueblo de Siesta ---las voces de los sirvientes aun estando en la academia llamó su atención---. Pobre, segun estan utilizando dragones para quemar el pueblo

Un frío le recorre, mirando la habitación notando pequeños detalles que antes no estaban, cosas pequeñas que le daba un tic y cuando Siesta estaba presente no existían, para tener un fugaz pensamiento que intentó detener.

---Ella se lo busco ---al terminar de decir las palabras, se dio cuenta de su error---. No, no se lo busco, ni ella ni su familia

Recordando el trato de la sirvienta en su viaje conjunto para escribir aquel escrito que al final nunca hizo, causando que apretara los dientes, agarra el libro y su capa.

---Artorias ---sacudiendo su cabello fuera de la capa, mientras avanzaba con el libro sujeto contra su pecho---. Ve por nuestro corcel

El familiar que se encontraba cuidando su espada, se alzó guardándola en su masa, para saltar por la ventana, asustando a los sirvientes para continuar con una caminata rápida sin rastro de heridas. Mientras que Louise, abriendo la puerta de su habitación, se encontró con Kirche, provocando un nudo en la garganta, ante la mirada de confusión que le daba la Zerbst que extendía su brazo apunto de tocar la puerta.

---Louise, estaba por... ---su mirada pasó a la capa, la cual noto como el libro pasaba a la espalda para que no lo notara ella---. Me lo prometiste

---Escucha Kirche ---dando un paso hacia atrás algo nerviosa, intentando tomar una postura firme---. Perdona, pero tendre que fallar a mi palabra

---Hazlo ---dijo Kirche molesta, mientras la miraba directamente a los ojos---. Mas olvidate de contar con mi apoyo, no te guiare a tu muerte

---No moriré ---Louise intentó argumentar

---Somos estudiantes de segundo año en una maldita guerra de naciones! ---grito Kirche molesta---. Moriras a no ser que tengas suerte y quedes en un estado demente

---No me subestimes ---la irritación envuelve los sentimientos de la chica de baja estatura---. Con es-

---Ve a morir entonces, si crees que tu magia pueda con todo un ejército entrenado para matar y que tuvo mucho tiempo para planear sus defensas, acabalos con tus hechizos aprendidos en tres días ---dando media vuelta empezó a caminar a su alcoba molesta, seguida de Flame su leal salamandra

El nudo fue mayor, el frío más notorio y el miedo impulsado como las fauces de un dragón a una vaca de campo. Se abofeteó sola, corrió fuera de los dormitorios para ir a salvar a las únicas personas que la ayudaron desde un inicio, una plebeya y de paso a su familia.

Las palabras de cada noble que se encontraba en su camino le causaban miedo, aunque no las escuchaba ya que eran prácticamente murmullos por su estado actual, estaba yendo a la guerra, un campo que odiaba con toda su alma. Aquellos cuchicheos sentía que eran a su persona, la mente humana que portaba las distorsionaba y las formulaba a beneficio de sus miedos "A donde va la inutil", "Cree que puede ayudar", "¿Que hará? Implorar su rendición", "Si no pueden nuestro ejército, ¿por qué ella podría?", saliendo de las instalaciones con ambas manos tapando sus oídos a la vez que el sudor, empezando a temblar como si estuviera al borde del planeta donde no llegaba la calidez del sol.

El caballero del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora