▸ Desconocido

3K 82 7
                                    



Katia Carvajal ;

Llegué a mi apartamento demasiado tarde, aveces creía que trabajar hasta altas horas de la noche no servirían de nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Llegué a mi apartamento demasiado tarde, aveces creía que trabajar hasta altas horas de la noche no servirían de nada. Es decir, tengo un buen sueldo con el que puedo vivir, el lugar donde vivo es una herencia que mi madre me dejó. Mi tía Victoria fue la encargada de cuidarlo hasta que tuve la mayoría de edad, eso hace muchos años atrás.

Siempre había tenido un gusto grande y talento nato para la repostería, por lo que cuando ví un vacante en una pastelería a una cuantas calles no dudé en tomarla para mi.

Milo, mi gato se encontraba como siempre esperando por mi en el sofá de la sala. Iba a acercarme para acariciarlo y llevarlo conmigo a mi cuarto y poder dormir, sin embargo me quedé quieta cuando ví lo que parecía ser ropa de hombre en el suelo.

Me moleste mucho con Valeria, se supone que una de las reglas era no meter chicos aquí. Ella era mi roomie, el apartamento era demasiado grande para mi sola, por lo que no dudé en rentar una habitación a ella. Además la conocí por Oscar, un amigo de hace muchos años.

Mañana le reclamaría por romper las reglas, o eso pensaba ya que ví al tipo pasearse de lo más campante por mi cocina. No voy a mentir, no pude evitar morder mi labio al verlo sin playera y solamente con el jogger cubriendo su cuerpo.

Parpadee regresando a la realidad, estaba aún más molesta viendo como tomaba mi caja de galletas y comía de ellas sin pudor.

— ¿ Eres muda o algo así?— preguntó dándose vuelta para verme a los ojos — Escuché como hacías muchísimo ruido al entrar, te quedaste viéndome. Lo entiendo nena, soy sexy, pero es incómodo que me veas como si fuera una de estas deliciosas galletas.

Abrí la boca indignada ante el cinismo de este hombre, estaba en mi casa con poca ropa, robándose la comida de mi cocina y encima me trataba como si la invasora fuera yo.

— ¿ quien demonios te dió autorización de tomar mis cosas y estar en mi casa? — pregunté intentando controlar el enojo que invadía mi ser.

— Cualquier problema que tengas conmigo, primero pasas por Valeria — señalo hacia la habitación.— buenas noches.

Me guiño un ojo y pasó de mi como si fuera lo más normal del mundo, juro que si no fuera por las delgadas paredes de este lugar ya habria hecho un escándalo por sacarlo de aquí.

Parecía ser verdad que para pasar sobre el, primero pasaba por Valeria. Se había metido a su habitación, no me quedaba de otra más que hacer lo mismo e ir a mi habitación.

Tomé a mi gato y fui a mi habitación, ya hablaría seriamente con Valeria. Por ningún motivo jamás quiero volver a ver a ese sin vergüenza aquí en mi casa.












Desperté muy temprano como todos los días, hoy era mi día libre y además era el cumpleaños de mi primo Paulo. Por ende quería preparar sus pastelitos favoritos aprovechando que venían aquí, era una costumbre el comer pasteles juntos y después el irse con sus amigos.

El hermano de mi roomie• Kevin Álvarez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora