𝐗𝐈𝐈. 𝙎í, 𝙮𝙤 𝙦𝙪𝙚𝙧í𝙖 𝙨𝙚𝙧 𝙚𝙨𝙖 𝙢𝙪𝙟𝙚𝙧...

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El salón de recepciones del palacio veraniego del emperador Samuel de Luque presentaba aquella noche el aspecto de las grandes solemnidades; no era para menos, pues iba a celebrarse una cena de gala para conmemorar el cumpleaños del joven monarca. Las cortinas de terciopelo, las monumentales arañas, los lujosos muebles y las mullidas alfombras resplandecían por el grato acontecimiento.

La luz se prodigaba y los multicolores y suntuosos vestidos de las damas y donceles daban al ambiente una armonía insuperable, que era complementada por los vistosos uniformes de los soldados y generales, de los príncipes y hombres con una gran cantidad de títulos.

La familia real se había situado en un ángulo de la monumental y grandiosa estancia, frente a la entrada, a través de la cual se podía divisar el enorme jardín. Samuel recibía sonriente a los invitados que el maestro de ceremonias iba anunciando.

—Su Alteza Serenísima, rey Raúl.

El primer rey doncel de Tortillaland apareció en un vestido de color amarillo, con la corona reluciendo en sus castaños cabellos. Samuel recordó con nostalgia cómo sus padres habían tratado de casarlos hace tiempo, claro, Raúl —o más bien, Auron—, se opuso. se llevaría bien con Manuel, pensó el joven de los ojos amatistas.

—Me alegro, rey Raúl, de que haya elegido venir a mi fiesta.

—Es un gran honor y distinción para mí venir y celebrar el cumpleaños de Su Majestad, Vegetta —susurró lo último inclinándose ante el señor del lugar, haciéndole sonreír un poco.

Saludó de nuevo y se dirigió hacia donde se encontraban más personajes destacados.

—Su Alteza Real, el príncipe Wilbur —el representante de los reyes del Dream smp estaba ahí, haciéndole una reverencia y un saludo al que correspondió. Cuando éste se retiró siguiendo el camino anterior de Auron, el maestro de ceremonias volvió a anunciar: —Su Alteza Real, la duquesa Sabrina.

Su tía se acercó como antes lo hicieran otros ilustres personajes, seguido fueron anunciados sus hijos:

—Príncipe Rubén. Príncipe Lolito.

Ambos chicos aparecieron ataviados con sus mejores galas. Avanzaron hasta situarse al lado de su madre y se inclinaron los tres. Ciertos ojos bicolor se posaron sobre el albino y la mirada amatista reconoció al joven de los cabellos naranjas, alborotando el corazón del emperador.

—Bienvenida, querida tía. Bienvenidos, Rubén, Lolito.

Lolito se sentía algo incómodo con la mirada penetrante que le brindaba el emperador, y haciendo gala de sus mejores modales le sonrió a este, quien se sintió bendecido por este gesto.

—Me alegro mucho de verte de nuevo, Manuel —le susurró al oído, haciendo que el joven doncel se sonrojara.

La gran duquesa Eleanor se acercó al grupo.

—Ven, hijo mío. tú llevarás a Rubén a la mesa —indicó.

—Sí, mamá.

Todos los presentes formaron pareja para dirigirse a la mesa. Lolito iba acompañado de Miguel Ángel, sin embargo, Vegetta no dejaba de mirarlo. Si en el bosque, con las más sencillas prendas, se había sentido atraído por él, ahora mucho más al verlo ataviado con aquel vestido verde jade que resaltaba todos los atributos del adolescente. Rubén se dio cuenta de esto y preguntó:

—¿Qué te parece Lolito?

—Desde luego no lo hubiera reconocido. Hace cinco años era un niño anodino, pero ahora es sin duda el joven más maravilloso que he visto. —Habló con tal vehemencia y devoción, que se vio en la obligación de tranquilizar a Rubén—. Perdona, Rubius, no te ofendas.

—¿Por qué habría de ofenderme? —Preguntó el falso doncel con una sonrisa.

—Porque no es muy galante hablar a su pareja de mesa con tanto entusiasmo de otra dama o doncel.

—Pero Lolito es mi hermano; y debo decir que día a día se vuelve más encantador.

—Desde luego es encantador —murmuró Samuel.

Los comensales se habían sentado a la mesa y los criados hicieron su aparición con exquisitos manjares. El aspecto de aquella reunión era realmente magnífico. Las flores que adornaban la mesa hacían resaltar más la cristalería y los encajes, mientras que los cubiertos de plata eran manejados con una sencillez y refinamiento formidables.

La más grata armonía reinaba entre todos los comensales y mientras tanto, Vegetta miraba una y otra vez al encantador Lolito y este, a pesar de no voltearlo a ver, sabía que estaba envuelto en la cariñosa mirada del emperador que ya conocía. Para Mangel, la actitud de su hermano y de Lolito no pasaba desapercibida, por lo que trató de distraer al de ojos verdes con cumplidos que eran respondidos con monosílabos.

Jeremías, o sea, el emperador padre, tenía como compañeros de mesa a la duquesa Sabrina y al rey Auron.

—Es una lástima que tu esposo no esté presente —le dijo a Sabrina—. ¡Me parece tan simpático!

—Se lo diré —aseguró Sabrina.

—¿Cómo? —preguntó, llevándose la mano a la oreja.

—Que se lo diré —repitió la mujer.

—Eso no lo sabía, es una pena. ¡Sí que es una pena! —repitió, dirigiéndose al rey Auron, quien estaba ocupado, comiendo y tratando de no manchar su vestido.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó el rey, quien era un gran amante del chisme.

—Su esposo tiene algo en el estómago.

—Mi consejero padece de lo mismo —dijo Auron, acordándose de Juan, quien se hacía llamar el hechicero supremo, quien era su consejero y un farsante, a ojos de Auron, pues según él, la magia no existía.

—¿Ah, sí? Pues es una gran cosa no perder el humor. ¡Su esposo es un gran humorista!

Y los otros dos, por muy duquesa y rey que fueran, se echaron a reír por las ocurrencias del padre del emperador y su sordera. La cena transcurrió en total armonía y cordialidad por parte de los presentes. Solamente una persona se sentía intranquila. Lolito. No obstante, se hizo el propósito de disimular, así las intenciones de su tía y de su madre se llevarían a cabo sin ningún percance, y así Rubén sería feliz, como lo sería también Vegetta, pues Rubius sabía comportarse como un verdadero doncel y un auténtico emperatriz.

Eso lo consoló un poco, porque sabía que no tenía otra opción que conformarse, habida cuenta que el mismo emperador le había dicho que las razones de estado se anteponían incluso a los deseos del corazón.


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𝗾𝘂𝗲𝗲𝗻 𝗼𝗳 𝗺𝗶𝗻𝗲   ──── vegelitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora