queen of mine ✪ vegelito
Lolito nunca tuvo aspiraciones a la realeza, ese era trabajo de su hermano mayor, Rubén. hasta que con su familia tienen que viajar al reino de Karmaland para que Rubén se case con el emperador Samuel.
Inic...
—Ahorita vengo, Auron —dijo Rubius, abriéndole la puerta de la habitación que les asignaron—. Tía Eleanor me mandó llamar.
—Claro que sí, osito.
Rubius salió y unos cinco minutos después, alguien tocó su puerta. Le dio permiso de pasar y sus ojos se abrieron como platos cuando vio quién era. cabello castaño y ojos rojos, con un traje negro.
—Luzu...
—¿En serio, Auron? ¿con mi propio hermano? —preguntó, cerrando la puerta de la habitación, mirando al más bajo y acercándose—. Eres un mierdas.
—¿De qué hablas, Luzu? Tú y yo terminamos hace mucho, ándate a la mierda.
Luzu y Auron habían tenido historia en el pasado. Luzu se había ido de Karmaland en su juventud, con el objetivo de hacer un viaje por el mundo, antes de heredar el ducado de los Doblas, pues era el hermano mayor. Había acabado en Tortillaland, donde el aún príncipe heredero lo acogió. Entonces empezó una historia de amor de juventud.
Habían sido bastante felices, hasta que llegó la coronación de Auron.
—No puedo casarme contigo, Luzu... voy a ser el rey y yo... tú y yo...
—¿Pero por qué, Auroncito? yo te amo.
—No, es que... yo ya no te amo.
Aquello fue una puñalada para el dulce corazón del Doblas mayor. con esas palabras, decidió terminar su estadía en tortillaland y continuar viajando por él mundo, hasta ese día, Cuando le dijeron que su hermano menor, Lolito, se estaba casando con el rey Vegetta en unas pocas semanas, por lo que regresó a Karmaland. Y ahora ver a su expareja en brazos de su otro hermano menor...
—q¿Que te den —dijo, yendo a la puerta para salir.
—Sí, tu hermano —dijo con burla, haciendo que Luzu saliera bastante enojado de la habitación, azotándola cuando la cerró.
Mientras tanto, el padre tanto de Luzu como de Rubius se encontraba feliz, por fin pudiéndose sentar lejos de miradas indiscretas. Durante todo el día tuvo que hacer grandes esfuerzos por no sacar su pipa en público, para no desabrocharse la guerrera llena de condecoraciones y para no dejarse la cabeza al descubierto.
Por eso se sintió aliviado cuando ahora, lejos del protocolo, podía hacer eso, en contra de la opinión de su esposa, quien le recordaba que todavía estaban dentro del palacio imperial. La duquesa había pasado por varios momentos de angustia, vigilando a sus hijos más pequeños, a quienes las institutrices no bastaban para dominar.
Y no es que hicieran alguna travesura, si no que aquel lugar y todo eso era nuevo para ellos y se la querían pasar explorando el palacio.
—Menos mal que se han quedado quietos...
—Sí, pero, ¿has visto con lo que se entretienen?
La duquesa volteó y sus ojos se abrieron como platos cuando vio que Alexby, Dulce y Nieves se entretenían con una cara muñeca de porcelana en lugar de una de las que habían traído de casa, a quien tenían a su lado, pero le habían quitado todas las prendas y trataban de ponérselas a la muñeca de porcelana.
La intervención de su madre no les dejó contentos, quienes se habían quedado sin aquel lindo juguete, que fue devuelto a su vitrina intacto. Ante el descontento de estos, Sabrina tuvo que enseñarles a jugar con su propia muñeca.
—Primero le ponen la camiseta... —ella iba haciéndolo a la par que hablaba. —Luego las enaguas, para que la falda se mantenga en su lugar, pero antes de ponerle el vestido, hay que peinarla, para que los tirabuzones queden por encima del hombro izquierdo. Y luego le pondremos un pañuelo en el cabello para que no se despeine.
—¿Y por qué no la peinamos cuando esté vestida? —preguntó dulce.
—Porque es mejor así.
—A mí, Lanita —intervino nieves— me peina cuando ya tengo el vestido puesto.
—Tu institutriz lo que hace es solamente darle los últimos toques a tu cabello —explicó su madre.
En ese momento, entró Rubén en la habitación, viendo a su madre jugar con sus hermanos más pequeños y a su padre que simplemente contemplaba la escena.
—Me ha dicho tía Eleanor que en cuanto tengas un momento vayas a verla. Quiere hablar contigo sobre ciertos detalles de la boda que cree que deben tomarse en cuenta.
Después de indicarle a Rubius que cuidara a sus hermanos, Sabrina salió de la habitación, rumbo a donde la esperaba su hermana mayor.
—Te he llamado para concretar algunos detalles de la boda que no tienen importancia. Se trata de tus hijos menores.
—¿Qué han hecho? —preguntó con un toque de horror en su voz.
—No te preocupes, Sabrina. Tus hijos hasta el momento no se han portado demasiado mal. He pensado que dos de ellos podrían llevar la cola de la novia y uno los anillos.
—Supongo que les alegrará, pero habrá que ensayarlo.
—Sí, claro que sí. Estaba pensando que Alejandro y Dulce podrían llevar la cola y Nieves los anillos. No creo que los pequeños no hagan quedar mal. —Sabrina asintió con energía—. Después, creo que nosotras mismas deberíamos formar las parejas. Rubén...
—Rubén creo que debería ir acompañando al rey Raúl. —Eleanor elevó las cejas con aire de interrogación y Sabrina trató de explicarlo—. Es que el rey Raúl...
—Me lo figuraba, por algo se les veía tomados de la mano, ¿no?
—Sí, mi hijo será el prometido oficial del rey dentro de unos días. Anunciaremos el noviazgo muy pronto.
—Te felicito, hermana, porque ese chico es un gran partido en todos los sentidos.
Las hermanas siguieron hablando largamente de detalles que parecían insignificantes pero que era lógico tomarlos en cuenta para algo tan trascendental como la boda del emperador en donde no debía fallar el más mínimo detalle. Estuvieron de acuerdo en todo y decidieron que era momento de que los pequeños ensayaran la forma de llevar la cola de la novia.
Al poco rato se encontraban reunidos los pequeños, sus padres, Rubén, la gran duquesa y una institutriz. Se hizo uso de un gran cortinaje de encaje para representar la cola de la novia.
Al finalizar los ensayos, la gran duquesa decidió que lo habían hecho muy bien y los felicitó.
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