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Miraba confundido el lugar donde se encontraba parado, no había ido a ese lugar en años.
El lago, el verde cesped, las flores, los cálidos colores del cielo, la hermosa puesta de sol, el aire fresco y el silencio tan pacífico.
Al voltear, la casa en perfecto estado llamaba la atención. Su casa, la casa de vacaciones en el campo, el lugar donde vivió tanto momentos felices con su familia, el lugar por el que con su hermano esperaba ansiosamente las vacaciones para ir.

Estaba de vuelta en ese lugar.

Escuchó risas escándalosas, vio la puerta principal abrirse, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

— ¡¿Yibo, te quedarás todo el día allí parado?!

Su madre, ella estaba allí. Se veía tan hermosa como siempre se había visto.

— ¡Yibo!

Con lágrimas en sus ojos se acercó mientras sus labios se curveaban en una sonrisa. Al llegar, lo primero que hizo fue abrazarla con fuerza.

Mamá — llamó en un hilo de voz.

— ¡Aiyo! — expresó la mayor mientras reía. — ¿Por qué haz llorando tanto ah?

Los extraño mucho — susurró.

— ¡Mamá, papá dice que-... ¡YIBO-GE!

Yibo al escuchar esa voz se separó volteándose rápidamente. HaoWei se acercaba a él corriendo, y cuando estuvo lo suficientemente cerca se lanzó encima abrazándose a él con brazos y piernas.

— ¡¿Qué haces aquí Ge?!

No respondió, y al igual que con su madre, lo abrazó con fuerza aferrándose a él para nunca soltarlo.

Hao... Lo siento tanto...

— Ge, no sé por qué te disculpas.

— Debí haberte cuidado mejor — dijo seperándose.

Su hermano se soltó alejándose un poco, y fue cuando vio a su padre acercarse. Con una brillante sonrisa lo abrazó.

— Haz crecido bastante mi muchacho...

Papá...

Fue lo que pudo susurrar antes de romper en llanto, sollozaba aferrándose a la camisa blanca de su padre mientras escondía su rostro en el cuello ajeno. Pero escuchó risas, la de toda su familia, luego sintió como su madre y hermano se unían al abrazó.

— ¿Por qué lloras hijo?

Me dejaron solo — reclamó En un murmullo.

— ¿Solo? Cariño nosotros no te hemos dejado solo.

— Gege, nosotros siempre estamos contigo.

Yibo se separó un poco sorbiendo su nariz, siendo sus lágrimas apartadas por las delicadas manos de su madre. El toque se sentía tan cálido sobre su fría piel.

— Hijo, nosotros estamos contigo, aquí - dijo señalando su pecho. — En este lugar nosotros no sufrimos, somos muy felices, así que no tienes porqué llorar por nuestra partida, estamos bien, estamos felices y te cuidaremos a dónde quiera que vayas.

— Hasta el momento en el que nos encontremos de nuevo Gege.

— Mientras tanto, vive felizmente y en calma cariño. No importa lo que suceda, sabes que siempre puedes encontrarnos si miras al cielo.

Yibo vio como su familia miraba hacia atrás, por lo que decidió mirar también, pero no vio nada.

— Tenemos que irnos — habló su madre.

GHOST ▪︎ [YiZhan] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora