2. Reflexionar sobre la vida.

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Abigail

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Abigail.

En los pasillos puedo encontrar a varias chicas reunidas y murmuran quién sabe qué cosa, pero están bastante emocionadas y cuando me ven pasar me jalonean para que me una a ellas. Ruedo los ojos, esto no es nada bueno.

—¿Sí? —trato de entender qué sucede.

—¡Viene un joven que quiere convertirse en sacerdote y desea conocernos!

Debido a que aquí hay solo mujeres y las reglas son extremas respecto a los chicos y las conversaciones sobre las relaciones o sus derivados, las chicas se vuelven locas y hormonales con la simple mención de un hombre cerca. Incluso hay algunas que les parece atractivo el padre de la iglesia, están dementes.

—Alejen sus pensamientos impuros, niñas.

Todas me miran mal y me siento atacada.

—Estás peor de aguafiestas que Sor Leticia.

—Solo digo lo que pienso.

—Entonces mejor cállate.

Suena el timbre y mejor me voy a clases, la materia que sigue es ciencias naturales y el tema de la fotosíntesis era interesante, pero cuando no se habla de nada más es un poco estresante. Creo que terminaré siendo toda una experta en esto. Escucho un ronquido y miro hacia atrás.

—Vanellope... —susurro, intentando despertarla.

Scarlett.

Bostezo mientras el profesor explica cómo se pone un condón, muestra cómo abrirlo correctamente y se lo pone a un pepino haciendo el debido proceso, atrás le aconsejan que mejor se saque la polla y explique de ese modo, él finge que no escucha nada.

—Scarlett, mira...

Giro la cabeza hacia la dirección donde escucho mi nombre y me encuentro con un imbécil que se quedó dormido boca arriba, nuestros compañeros de curso aprovecharon para hacerle un enorme dibujo de un pene en la frente. Bueno, culpa de tener el sueño pesado y dar una siesta en la peor clase.

Al terminar la clase nos ponen una tarea sobre reproducción humana y ni siquiera me tomo el tiempo de anotarla. Me encuentro en los pasillos a Daniel, me toma de la mano para alejarme de la multitud y me saluda pagando por adelantado, es por eso que terminamos en el baño mientras que yo lo masturbo hasta hacerlo venir y le murmuro palabras al oído que lo ponen aún más cachondo.

—¿Vas a entrar a la siguiente clase o prefieres divertirte conmigo? —pregunta agitado.

—Voy a entrar a la siguiente clase.

—Amargada.

—Es un don.

Deslizo mi mano en su pecho, limpiando mi mano con su propia camisa y le doy la espalda.

NO ES MISERICORDIA LO QUE BUSCO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora