3. Scarlett, cállate.

640 55 4
                                    

Abigail.

La madre superiora está revisando el largo de las faldas mientras oramos, aunque se supone que debo estar centrada en las alabanzas de Sor Leticia no puedo evitar ponerme nerviosa siempre que la madre superiora está cerca, ella es la que siempre revisa las cosas importantes y si algo no le gusta de alguna de nosotras puede expulsarnos o alguna otra cosa.

Los nervios no me permiten estar en paz, aprovechan que estamos de rodillas y si la falda no toca el suelo significa que no es el largo adecuado para nosotras, unas señoritas de bien y que van de la mano del señor. Cierro los ojos e intento centrarme, no está bien dejarme llevar por lo nervios. En nombre del señor sucederá lo que tenga que suceder, pues será porque él así lo quiso y no soy quién para cuestionar nada.

—Deseo que cuando todas terminen su oración tomen sus respectivos puestos y presten atención a mí —habla la madre superiora —, pues ha ocurrido algo inaceptable y ya están grandecitas como para que se enteren de estas cosas, pues es mejor que lo hagan por mí y no por chismes de pasillo.

Esas palabras son suficientes para que todas terminemos de orar rápido. El chisme no está bien, pero la curiosidad me mata y si está hablando de algo tan serio significa que es importante, cosas como estas no ocurren en institutos como el mío. Y conste, ni siquiera sé qué fue lo que ocurrió.

—Como podrán ver, su compañera Louisa no ha asistido durante varios días y puesto a que ya saben cómo se hacen los bebés, no creo que deba dar mucha explicación de nada más -ella nos mira a todas como si no supiera de qué manera pronunciar las siguientes palabras —. Louisa está embarazada.

Muchas lucen sorprendidas y no entiendo si están fingiendo o realmente no se lo esperaban, a mi parecer con las primeras palabras que pronunció la mujer era obvio, porque o si no ¿de qué manera hubiera mencionado el retiro de nuestra compañera y la reproducción humana en una sola frase? Como ya dije, era obvio.

Desde ese momento el día se convierte en un completo desastre, todo el mundo habla del embarazo de nuestra compañera y de lo terrible que es. Incluso escucho a la madre superiora decir que el embarazo adolescente es condena eterna, me parece algo exagerado y no encuentro argumentación a sus palabras, pero prefiero quedarme callada porque no quiero terminar en problemas. Así es como me han enseñado; calladita me veo más bonita.

Scarlett.

Los malditos comentarios de un profesor machista me hacen hervir la sangre como no hay una idea y lo peor es que ni siquiera me acuerdo de por qué empezó, pero lleva casi toda la clase diciendo babosadas sin sentido.

Scarlett, cállate. Scarlett, cállate.

—Si una mujer no quiere provocar ni quiere ser tocada no debería vestirse con ropa que muestre mucha piel, eso es un claro ejemplo de que quiere atención ¿O si no entonces para que vestirse de ese modo?

Me duele la cabeza, tengo los músculos tensos y creo que me estoy enfermando. Miro a mi alrededor y no tengo idea si todos están fingiendo que no les importa lo que dice o es que también son unos completos imbéciles, así que golpeo la mesa y me pongo de pie. Quedarme callada no es lo mío, a la mierda todo.

—¿No ha pensado en la posibilidad de que tal vez una mujer se viste con ropa corta o muestra piel por la simple razón de que quiere? Si una mujer decide andar en calzones o vestir con ropa grande es decisión de ella, sea la decisión que sea, si es su cuerpo puede decidir lo que se le dé la puta gana.

—Señorita Moss, lo mejor es que se siente y se mantenga en silencio. Soy un docente y debe respetarme.

—¡Entonces respétenos a nosotras también y tráguese sus comentarios!

NO ES MISERICORDIA LO QUE BUSCO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora