19. Mucho amor y temor.

375 41 2
                                    

Abigail.

Esconderme y huir de mi mamá viviendo en el mismo pueblo, asistiendo al mismo instituto de siempre y conociendo a tantas personas en común que son chismosas no es fácil. De hecho, es agotador.

Ahora mismo no solo estoy intentando evadir a mi madre, sino que también a las monjas.

—¡Señorita, venga para acá!

Finjo no escucharla y me toma de la muñeca a la fuerza, su apretón me duele.

—Conozco perfectamente sus intenciones —amenaza sin soltarme—. Acompáñeme.

Intento zafarme, le pido de favor que me suelte y no hay poder humano que la haga echarse para atrás, me mete en un cuarto a la fuerza, aun cuando pongo resistencia y aquello me asusta, tanto que siento mi corazón a mil.

Al estar sola intento respirar y calmarme, pero es justo cuando noto que realmente no estoy tan sola.

—Mamá.

Sus ojos están llenos de lágrimas, se ve agotada y me molesta mucho saber que soy la causante de ello.

—Eres una ingrata, no solo la metiste a mi casa, al instituto y a nuestras vidas, sino que también le permitiste separarnos. Sin contar que te sacó de la iglesia.

—Si te refieres a Scarlett, ella...

—¡Scarlett! Esa endiablada hizo incluso que me mintieras sobre su nombre.

—No, ella no ha hecho nada de eso, todo fue decisión mía.

—¿Decisión tuya? Si tú no eras más que una hija de Dios, obediente y pura, dispuesta a dedicarle su vida...

Sus palabras me traen recuerdos de quien solía ser, de cómo vivía antes, de lo poco que disfrutaba la existencia, de lo ahogada que me sentía. Siempre le mentí a mi madre sobre quién era, antes de conocer a Scarlett, pero lo peor es que también me mentía a mí.

—Tú olvidaste todo lo que he hecho por ti, sacrifique mi vida para dártela a ti ¿Así es como me pagas? ¿Abandonando todo para convertirte en una hija del pecado? Me decepcionas.

«Me decepcionas» a cualquiera le duelen estás palabras ¿No? Aún más viniendo de una madre.

—Lo siento.

—¡Pero hija! —me toma de las manos— Aún estás a tiempo de rectificar tu camino, deja a esa pecadora y regresa conmigo.

Empieza a llorar y busco escapatoria, nunca me ha gustado verla llorar, es una de las cosas que más detesto en el mundo y tenerla en frente mío tan triste me rompe el alma. No quiero hacer esto, no quiero estar aquí, no quiero sentirme más culpable.

—Me vas a matar si continúas con esto, eres lo único que tengo en el mundo desde que tú padre trabaja todo el tiempo y si me abandonas acabarás con mi vida.

—Mamá, no...

Cuando menos me doy cuenta estoy ahogándome en mis propias lágrimas, estar en este cuarto junto a ella es una pesadilla, está diciendo todo lo que sabía que diría y no quería enfrentar. Aún no estoy lista para enfrentarla, ya no quiero escucharla más, me duele.

—Suéltame, por favor.

—Hija, no me hagas esto. No aguanto más este dolor.

—¡Yo tampoco!

Me zafo de sus manos con cuidado a lastimarla y abro la puerta a la fuerza, empujando a toda la que se me ponga enfrente e incluso si el mismo papa se opusiera a que yo salga de este lugar tan asfixiante lo empujaría para abrirme paso.

NO ES MISERICORDIA LO QUE BUSCO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora