13. Dos fantasías.

549 53 2
                                    

Abigail.

—Estoy enamorada, te declaro mi gusto culposo y causante de mi felicidad —escucho decir a Scarlett y me ahogo con mi saliva—. Te amo.

—¿¡Qué!?

—No me interrumpas, estoy hablando con tus tetas.

—Boba, ponme atención a mí.

Llevamos toda la mañana abrazadas y con su cabeza sobre mi pecho, ignorando el hecho de que es de día y estamos en un parque donde cualquier persona nos podría ver.

—No voy a permitir que me las toques nunca más para que me pongas atención.

Me deja de abrazar de golpe y abre los ojos espantada.

—Tienes dos monumentos que me brindan alegría ¿Podrías ser tan cruel y privarme de ellos?

—Sí —me acerco a ella fingiendo enojo—. Jamás debí permitir que me quitaras el sostén, si hubiera sabido que ya no me querrías a mí...

—Ya admiraba tus monumentos incluso antes de quitarte la blusa, son bastante notorios.

Siento mis mejillas hirviendo cuando caigo en cuenta de la conversación que estamos teniendo y la manera tan normal en la que estoy actuando, a pesar de que estamos hablando de mis senos. Es raro, pero al mismo tiempo me siento bastante segura.

—Perdonaré tu falta de atención solo si me cumples dos fantasías.

—Haré lo que sea necesario —pone una mano en su frente dramáticamente, hasta que parece caer en cuenta sobre algo y me dedica una mirada traviesa—. Espera, ¿Fantasías?

—Todo el mundo fantasea.

—¿Qué tipo de fantasías? Es que contigo no sé... ¿Iremos a saludar al sacerdote juntas y te le declaras a Fabián mientras yo soy testigo?

El toque de molestia al mencionar a Fabián me divierte, así que pienso usarlo a mi favor. Ella no es la única que puede jugar, además de que la he observado lo suficiente para saber como mover mis cartas.

—Ay, Fabián —suspiro— ¿Crees que aceptaría hacer un trío con nosotras?

La sonrisa traviesa se le borra del rostro y tensiona cada músculo de su cuerpo, incluso se aleja de mí furiosa, pero cuando está a nada de ponerse de pie la detengo sosteniéndola de la muñeca.

—¿Qué pasó? ¿Te pusiste celosa?

—No, es que recordé que debo acompañar a mi mamá a adoptar un burro.

—No me digas, es que aún no puedes irte porque me debes dos fantasías.

Aparta mi mano de su muñeca y se agacha para mantenerse en cuclillas frente a mí.

—No quiero que vuelvas a mencionar jamás a ese tal Fabián.

—Si sabes que realmente nunca me gustó y solo sentía una gran admiración ¿verdad?

—No me importa —actúa como niña pequeña.

—En fin, una de mis fantasías es hacer el amor en un lugar público.

Mi comentario parece hacerle olvidar que hace un minuto estaba enojada y se acerca a mí, está vez de manera coqueta. Se lame los labios frente mí y juega con su cabello.

—Sigue hablando.

—Y el otro es obtener un baile privado, tuyo.

Se acerca aún más a mí y la miro a los ojos, está excitada.

NO ES MISERICORDIA LO QUE BUSCO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora