Capítulo 7

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Advertencia: Agresión sexual y manipulación emocional. Si eres sensible al contenido se recomienda saltar el capítulo. 

 

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El saber que Hércules lo quería de una forma romántica no fue una sorpresa, sin embargo, el ver cómo quería ganarse su corazón, sí que fue un lindo regalo cuando despertaba.

Nunca lo habían cortejado de una forma tan bonita, elegante y cursi. Todos los días, después de su declaración, le regalaba un ramo de flores rojas brillantes con pétalos ondulados. Dijo que se llamaba Lycoris radiata, cuando consiguiera un libro de botánica descubriría qué significaba. Pero eran muy lindas, y decoraban su cuarto preciosamente.

Lo ayudaba a peinar su cabello, tocándolo como la seda más delicada y preciosa que jamás haya tocado. Se sentaba en sus piernas y le tarareaba una canción mientras lo desenredaba lentamente.

Desde que su madre murió, nadie más le había tocado su cabello con tanto amor.

El estar todo el tiempo juntos no impidió que le dijera cuánto lo quería y apreciaba. Recitando esas cortas pero significativas palabras siempre que podía.

Te quiero mucho- Siempre lo abrazaba por la espalda mientras observaba por el balcón los diferentes prados que se extendían por kilómetros en su templo. Se preguntó qué tan grande era el dominio del dios para que nadie los molestará- ¿Jack?

También lo quiero a usted, sir- Sentía cómo apoyaba su cabeza sobre su coronilla, la diferencia de altura le daba esa ventaja- Es un paisaje muy bello.

No tan lindo como tú, ven- Le tomaba de la cintura y lo llevaba adentro. Y ahí seguía diciéndole muchas frases muy cursis, su rostro terminaba entre el pecho del semidiós por la vergüenza en esas ocasiones.

Le regalaba diferentes joyas que, a su parecer, eran demasiado caras. En su vida, solo los hombres de más alto poder podían darse el lujo de tenerlas. Nunca le interesaron, pero ahora que las tenía en sus manos, entendió un poco el amor por esos objetos materiales.

Cuando despertaban también le ayudaba a ponerse collares con varias piedras preciosas, todas de un tono rojo muy intenso, casi anaranjado, asemejándose al cabello de hércules. Le había dicho que además, le recordaba al color de uno de sus ojos.

¿Te gusta? - Dijo al terminar de vestirlo con brazaletes, aretes, collares, anillos y diademas, todas con alguna incrustación de piedra preciosa. Sumado al conjunto que le acababa de dar, que se parecía mucho a los vestidos que conocía, con una sola manga holgada de tela transparente que se apretaba en su muñeca, ya le cubría el pecho, tenía un cinturón dorado que, apretada su cintura, y una falta que llegaba hasta el piso con una abertura a un lado para que se pudiera ver una pierna- Todos son objetos dignos de una reina.

Sostuvo su cabeza cuando terminó de colocar la diadema, para que levantara su rostro porque Jack seguía viendo sus anillos con una fascinación de alguien que jamás portó eso en vida, y le beso la frente- Mi reina.

Hércules estaba agachado para quedar a la par mientras le colocaba todos sus regalos, cuando beso su frente, bajó su rostro, viendo fijamente los ojos de Jack sin dejarlo responder, quedando solo unos milímetros de sus labios- ¿Puedo?

¿Qué decir ante esta declaración?

El peliblanco sentía un ligero temblor de la emoción recorrer todo su cuerpo. Estaba nervioso, pero también emocionado, el que lo haya pedido con tanto respeto, cuidado y atención le hacía sentir como alguien especial, único y que valía demasiado para merecer ese trato.

Jaulita de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora