La voluntad de luchar [Parte 1]

Capítulo 97: Fricción

Me desperté con la sensación tranquilizadora de Mordred presionándose contra mí. A pesar de la gravedad de las noticias de ayer, de alguna manera me las había arreglado para dormir una cantidad moderada. No es lo mejor, eso sí, pero lo suficiente para funcionar correctamente.

Mientras miraba el reloj a mi lado en mi mesita de noche, vi que aparentemente también habíamos dormido hasta tarde. No es que fuera necesariamente algo malo. Había sospechado que durante las próximas veinticuatro horas, Chaldea estaría inquietantemente tranquila. ¿Y por qué no sería? En primer lugar, perdimos a nuestros dos primeros camaradas desde que completamos Singularity F hace unos meses. En segundo lugar, también descubrimos quién era el jefe final al que tendríamos que enfrentarnos y derrotar, y cuán poderoso aparentemente era.

Dios, ¿cómo íbamos a derrotar a Salomón si tan solo jugara con nosotros como un gato con un ovillo de lana? Sabíamos que era poderoso, pero no los límites de ese mismo poder. ¡Sabíamos que tenía una base de operaciones, pero no sabíamos dónde ni cómo llegar a ella! Roman había indicado que la era histórica asociada con el rey Salomón cuando estaba vivo estaba bien, ¿entonces podría estar en cualquier parte? ¿Sería la Séptima Singularidad? ¿Qué haríamos si después de que logramos arreglar la última de las siete singularidades, pero Salomón se niega a revelarse? Y si-

Sentí a Mordred moviéndose ligeramente contra mi costado, y la vista siempre adorable de un Mordred medio dormido despertando con un caso increíblemente lindo de cabeza en la cama me hizo sonreír a pesar de las reflexiones morbosas que acababa de tener.

"Buenos días, Jacob", saludó Mordred. Un hecho interesante que había descubierto sobre Mordred: no había consistencia en el tipo de saludo que me daría al despertarme. Si ella era la que lo hacía primero, tendía a ser más enérgica u ocasionalmente traviesa (aunque gracias a Dios no en la forma en que lo era Marie. Más como una niña pequeña con bromas amistosas, o algo así). Sin embargo, si yo era el que estaba despierto, por lo general me recibía un Mordred gruñón o semidespierto durante unos treinta minutos hasta que se despertaba por completo. Básicamente, se trataba de quién se despertaba primero y cuánto tiempo tenían antes de que el otro también despertara de su sueño.

"Buenos días, Mordred," dije suavemente en respuesta. Empujé suavemente su hombro con el mío, un gesto que podría servir como sustituto de un abrazo. Cuando Mordred aún se despertaba, no le gustaban los abrazos, por breves que fueran. "¿Dormí bien?"

"Tan bien como uno puede considerando el espectáculo de mierda de ayer", se quejó el Caballero de la Rebelión. Y ahí se fue esa breve chispa de alegría. "¿Tú?" Preguntó mi caballero, apoyándose en su codo derecho mientras usaba su otra mano para frotar suavemente su ojo izquierdo en un intento de acelerar el proceso de volver en sí.

"Sobre el mismo sentimiento", dije.

El Saber gruñó. "¿Qué hora es?"

"11:35 de la mañana", respondí, volviendo a mirar mi reloj mientras entregaba mi respuesta.

"Vamos a buscar algo de comida", murmuró Mordred mientras nuestros estómagos repentinamente rugían. Me sonrojé pero asentí con la cabeza.

Diez minutos más tarde, ambos estábamos vestidos con nuestra ropa informal cuando entramos en la cafetería. Efectivamente, había tanto un aura sombría en Chaldea como una escasez de sus residentes caminando. Tomando rápidamente nuestro desayuno normal, nos sentamos y comimos en silencio en la mesa que Mordred, Mash, Ritsuka y yo habíamos designado informalmente como nuestra mesa personal.

Casi habíamos terminado con nuestra comida, dejándome dando vueltas en mi cerebro mientras intentaba encontrar sugerencias sobre lo que Mordred y yo podíamos hacer hoy, cuando escuché un par de pasos ligeros acercándose rápidamente por detrás. La cabeza de Mordred se animó, adoptando brevemente una mirada cautelosa antes de relajarse rápidamente.