La voluntad de luchar [Parte 1]

Capítulo 76: Heracles

Fue increíblemente difícil quedarse quieto, sabiendo que algunos de tus amigos se estaban poniendo en peligro, sin importar si era intencional o no. La nube de polvo, acompañada de una especie de explosión, y seguida por los sonidos de rugidos y gritos, casi me hizo salir corriendo y, por lo tanto, interrumpió todo el plan.

Me gustaría decir que pude resistir el deseo, el impulso , de hacer exactamente eso a través de pura fuerza de voluntad, pero eso sería una mentira descarada. Los puños de hierro de Jeanne y Mordred sobre mis hombros eran el factor principal que me mantenía en el lugar.

Aparte de los Asesinos Jing Ke y Sasaki, así como de Lu Bu, Nero y Vlad, los otros Servants estaban dispersos en un semicírculo tosco, con las armas desenvainadas y listas. Dando vueltas por encima de nuestras cabezas, Astolfo nos miraba encima de su impresionante montura. Aunque el paladín excéntrico carecía de los requisitos necesarios para tomar cualquiera de las vidas restantes de Heracles, Astolfo y los otros sirvientes a los que se aplicaba esa declaración aún podían interferir. Más atrás, Medea y Amadeus esperaban.

El Lanzador griego estaba ocupado lanzando un hechizo que evitaría que su contraparte más joven espiara la batalla, o que revelara el resultado si ( cuando ) ganáramos, por lo tanto, brindándonos un elemento de sorpresa para nosotros. Mi propio Caster estaba cerca, sabiendo que no sería de mucha utilidad en este ataque y, por lo tanto, protegiendo a Medea y al resto de nosotros en caso de que algún Guerrero Diente de Dragón apareciera detrás de nosotros.

Más adelante de mí, ya ambos lados, estaban Quirón y Artemisa. Ambos Arqueros tenían sus armas listas, y no negaría estar lleno de excitación nerviosa al verlos desatar sus Fantasmas Nobles. Con respecto a los Noble Phantasms orientados al combate, a pesar de la destrucción que solían desatar, tuve que confesar que había una cierta belleza cruda y primaria en toda la exhibición.

Desde la tormenta cruda y furiosa de Clarent Blood Arthur, hasta la rápida y crueldad de Gàe Bolg, sus cartas de triunfo únicas fueron un espectáculo para la vista. Y ahora, iba a ver más de ellos desplegados en los próximos minutos que el resto de mi tiempo trabajando para Chaldea combinado.

Finalmente, la tensión llegó a un punto que no podía soportar más, un grito agudo rompió el relativo silencio de la llanura cubierta de hierba que iba a servir como nuestro campo de batalla. Los otros Servants prepararon sus armas en respuesta cuando vi dos figuras que salían corriendo del bosque.

"¡Jacob! ¡Está justo detrás de nosotros!"

Los gritos de Ritsuka me hicieron ponerme rígido, con una mano agarrando con fuerza la empuñadura de mi espada, mientras Ritsuka, cargando a Euryale en su espalda, y Mash atravesaron la línea de árboles y comenzaron a correr hacia nosotros. Habiendo estado parado desde que recibió sus órdenes, Lu Bu preparó su enorme arma de asta. Mi Berserker sostuvo su alabarda paralela al suelo, sus músculos se tensaron mientras se preparaba para cargar.

Con un rugido propio, el Servant chino cargó hacia adelante justo cuando pude distinguir la enorme figura de Heracles. Era como ver dos trenes acercándose a toda velocidad. En otras palabras, era el tipo de cosa de la que no podías apartar la mirada, sin importar cuánto desearas lo contrario.

Para mi sombría satisfacción, la alabarda de Lu Bu dio en el blanco, ensartando al Berserker opuesto en un solo movimiento y cobrando una vida, todo mientras cubría la retirada de Mash y Ritsuka. La pura fuerza de las dos fuerzas de la naturaleza chocando levantó una pequeña nube de polvo, y Lu Bu empujó a un Heracles sin vida contra un árbol, inmovilizando el cuerpo en recuperación contra el árbol mientras mi Berserker saltaba hacia atrás.

Sin necesidad de más indicaciones, el guerrero chino comenzó el proceso de activación de su Fantasma Noble de Rango A. Lu Bu mantuvo su mano derecha extendida y su alabarda aparentemente desapareció en una columna de llamas. En su lugar había un largo arco en su mano. Si bien no pudo decirnos cuál era el nombre de su carta de triunfo, teníamos a nuestra disposición los recursos de Chaldea y un Gobernante muy amable y servicial.