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—Enserió solo vinimos a ver ese chico "Elvis"—refunfuño Lon, el hombre era su mejor amigo, pero solía ser un bebé quejoso la mayoría del tiempo.—Sí la prensa nos ve aquí, habrá un escándalo y tendremos que rendirle cuentas a ...
—Estamos hasta enfrente aparte la gente estará demasiado metida en sus asuntos.—había sido un gran problema pasar al auditorio pues varías personas la lograron a ver, por lo cual se rumoreaba que ella estaba aquí.
—Te juro que es la última vez que te sigo en alguno de tus caprichos absurdos, Angelina.
La castaña dejó pasar sus comentarios mordaces, quería y necesitaba ver a ese tal "Elvis Presley" le despertaba tanta inquietud, desde que escucho That's Alright Mama en el radio mientras conducía su auto (que casi choca con un árbol) había quedado fascinada, talvez se había encaprichado un poquito con cumplir esa fantasía suya.
Algunos números habían pasado, no era por ofender, pero eran demasiado sosos, cómo alguien que estaba en el espectáculo le parecía horrible esperaba algo más fresco por así decirlo.
—Sabes, si iba a venir a ver ancianos cantando, preferiría quedarme a escuchar los miles de quejas que tiene mi padre sobre mí.—el pequeño comentario de Lon no había pasado desapercibido y estaba algo de acuerdo, talvez ese muchacho no aparecía hoy después de todo.
El maestro de ceremonias Frank Page, abrió su bendita boca para decir aquello que estaba anhelando tanto.
—Hace solo unas semanas, un joven de Memphis, Tennessee, grabó una canción en el Sun Records y, en cuestión de semanas, ese disco se disparó en las listas de éxitos. Realmente le está yendo bien en todo el país. Solo tiene diecinueve años. Tiene un estilo nuevo y distintivo. Elvis Presley. Démosle una buena mano.—algunos aplausos se hicieron presentes.—Elvis, ¿cómo estás esta noche?
Su pecho se hinchó de la emoción, un muchacho vestía un traje de gran tamaño con una chaqueta rosa y camisa de encaje negro, con cabello engominado azabache peinado hacia atrás, aunque algunos mechones cayeran, pero tenía los ojos más hermosos que podían existir, un bello azul más un delineado negro y filas de largas pestañas enmarcaban esas joyas.
—Bueno, al parecer tu príncipe azul por fin hizo aparición.
—Muy bien. ¿Cómo está, señor?—se notaba que estaba nervioso.
