Edeo Despierta

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Desenfundé mi espada.

-¡Somos los castle crashers, Y nos llevaremos a nuestro compañero!

Mire hacía el frente, lo vi de pie junto a las escaleras.

-Ven por mí y sella tu destino... Castle crasher. -Dijo el bárbaro-

Tomé impulso y corrí hacía el bárbaro lanzando un grito de guerra.

Después...

Todo se puso negro... Luego rojo... Una luna rojiza... Y una voz...

-Resiste Edeo, no te mueras.

Socram...

Jarco...

Mis ojos se abrieron de golpe.

Veo un techo de color blanco, aunque está obscuro debido a la noche, podía verlo.

Una brisa agradable pasa por mi rostro...

Me di cuenta que estoy en una cama, me levanté y me senté a la orilla.

Una sensación de ardor leve ocupó mi abdomen.

Levanté mi camisa y pude ver que estaba cubierto en vendajes.

No hay sangre y tampoco es un dolor intenso, es soportable.

Me puse de pie, sentí náuseas casi al instante.

Me siento muy débil.

Caigo de rodillas en el suelo y tras vomitar, volví a ponerme de pie.

Esta vez sin náuseas.

Entonces... Sigo vivo... Incluso después de ese ataque tan horrible.

La memoria de ser empalado pasa como destello frente a mí y en un acto reflejo pongo mi mano en mi estómago.

Sacudo mi cabeza de un lado a otro y decido continuar.

Empiezo a caminar y salgo de la carpa.

Es una noche fría y no hay nadie aquí.

Me dirigí con cuidado a la entrada del castillo y afuera había un caballero que estaba dormido y otro que estaba apunto de hacerlo.

Me acerqué lo suficiente como para que el que estaba apunto de dormir se percatara de mi presencia, al hacerlo tomó su lanza y se puso en guardia.

-Alto ahí, identifi... ¡Oh! -Bajó su arma- eres tú, al fin despiertas.

El Caballero despierta a su compañero.

-¿Qué... Qué sucede?

-Mira, Edeo ha despertado.

-¿Cuanto tiempo he estado durmiendo? -pregunté-

-Realmente no tengo los días exactos, pero yo diría que has estado así casi un mes.

-Edeo despertó -El caballero que estaba dormido aún no despertaba del todo-

El caballero que estaba durmiendo se pone de pie, se compone y después pregunta.

-Debes estar hambriento, ¿verdad?, acompáñame -voltea a ver a su compañero- ¿te puedes hacer cargo por unos minutos?

El otro caballero se cruza de brazos y responde.

-Bueno, no es como que estuvieras ayudando mucho.

-Gracias, ahora volvemos

El caballero abre la puerta y me incita a seguirlo.

Entro al castillo detrás de él y empezamos a avanzar.

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