La Promesa De Romeo.

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-Romeo. Trae a Zaira de vuelta.

-¡Entendido! -Respondo, para después apresurarme e ir por el lugar al que se la habían llevado.

Lo único que tengo ahora es una espada y mi armadura. Tengo que demostrar que estoy a la altura, pero, corriendo en medio del campo soy un blanco fácil. Y no sé a dónde se la llevaron, necesito información.

Mientras pensaba que hacer, un caballero enemigo se acerca a mí a las 12, desenvainando su espada. Otro más a las 2, más cerca levantando su espada para atacar.

Me agacho y me deslizo por la arena, hago un corte en la pierna de quién iba a atacarme y cae al suelo. Me pongo de pie rápidamente, mientras giro y con un movimiento un poco torpe ataco la mano de quién estaba desenvainando, evitando que se arme contra mí.

Tapo su boca, sus yelmos protegen únicamente la coronilla de sus cráneos dejando sus rostros expuestos, aprovecho la confusión, me pongo detrás de él, lo someto, y amenazándolo con mi espada al cuello, le pregunto.

-¿Dónde está la caballero de Élite?

Destapo ligeramente su boca.

-La tienen en el calabozo, es enemiga de los dos reinos. ¿Qué crees qué estás hacie...

Vuelvo a tapar su boca.

-Guíame hacía ella. -Le hago un corte en la mejilla- Sin trucos, apunta hacía dónde debo caminar.

El caballero apunta hacía la derecha, un pasillo entre dos casas. Nos dirigimos hacía allá, me puse de espaldas y de esa forma avanzamos a través del pasillo. Desaparecimos del campo de batalla, Socram hizo un excelente trabajo llamando la atención.

Continuamos avanzando con esa dinámica, de vez en cuándo fingía enojarme, diciendo qué me estaba llevando por el lugar equivocado mientras hacía otro pequeño corte en su cara, sólo para asegurarme qué no me estuviera engañando.

Mientras avanzamos, me aseguro de dejar mis pisadas bien marcadas en la arena, sólo por si acaso.

-¡No intentes engañarme, te lo dije!

-¡Es la ruta correcta, lo juro!

-Sí me estás mintiendo...

-¡No-no lo estoy haciendo, avanza y ver...

Vuelvo a taparle la boca.

-¿¡Por dónde!? ¡Ya!

El caballero apunta hacía dónde mismo, en un momento del trayecto, nos encontramos justo entre dos casas con un espacio más grande entre sí. Él caballero señala el suelo.

-¿Es aquí? -Le pregunto con firmeza.

El caballero levanta su dedo y con un gesto indica qué sí.

-Te recuerdo que estamos buscando el calabazo. ¡No tu tumba!

El caballero intenta hablar, yo lo libero y lo tumbo en el suelo, levantando el polvo de la arena y con mi espada en su cuello, le repito.

-¡Te dije que no quería enga...

-¡Ya cállate, maldición, es aquí! -pongo mi espada más cerca de su cuello- E-es aquí... Lo juro, presiona ese ladrillo de arena suelto y verás.

Lo pateo y lo quito del lugar que señaló antes, él se pone de pie, pero no me preocupa, su mano está casi mutilada, no podría tomar su espada sin sufrir un dolor inmenso y aunque pudiera, lo derrotaría sin problemas.

Sin embargo no le quito la mirada de encima y la espada tampoco, dando pasos hacía atrás presiono el ladrillo indicado y el suelo empieza a abrirse.

-¿Ves? ¡Te lo dije! -Dice el caballero molesto- ¡Eres un idiota! ¿Qué fue todo eso?

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