𝐕𝐈

604 94 24
                                    

𝐖𝐡𝐞𝐧?


No sabían como, ni cuando, solo sabían que Beatrice devoraba los labios de Larissa mientras tomaba a la pelirroja de la cintura, la tenía sentada en su regazo, a horcajadas.

En un coche, pasaban de las doce de la madrugada, todo estaba tan silencioso y el único sonido audible era el de sus respiraciones agitadas.

Los suspiros que soltaba Beatrice ponían a Larissa tan mal, la sacaba completamente de sus casillas. Quien sabe cuanto tiempo había estado esperando ese momento, pero lo estaba disfrutando. De eso no cabía duda.

-Me está volviendo loca.- Larissa susurró en medio de suspiros. La mujer que estaba sentada en sus piernas soltó una risita nerviosa.

-Pensé que eras heterosexual.- Larissa soltó una carcajada por el comentario tan repentino de la mujer nerviosa.

-Yo pensé que le era fiel a su marido.- La desafío arqueando sus labios en una sonrisa. Que estaban hinchados, definitivamente a Beatrice le gustaba morder y lo sabía.

-Ni lo menciones ahora, arruina todo.- Frunció el ceño al recordarlo y la sonrisa de la rubia creció. Volvió a pegarla a su cuerpo mucho más que antes y enredó sus manos en la pequeña cintura de la pelirroja.

-Deme un poco más antes de llevarla a casa.-Larissa susurró y atrapó sus labios en un hambriento beso, de nuevo.

-Solo relájate, aún no es tarde

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Solo relájate, aún no es tarde.- Gomez intentó calmar al enjambre de enojo, celos y desesperación que se hacía llamar Michael, quien caminaba de un lado a otro con las manos en su largo cabello.

-No puedo relajarme, mi mujer está allá afuera. No conozco este lugar ni sus riesgos.- Siguió caminando de un lado a otro haciendo marear a Gomez, sinceramente ya se había cansado de Michel pero comprendía, él también había estado así de desesperado más de una vez por Morticia.

-Puedes confiar en la directora Weems.-

-No voy a confiar, y mucho menos en esa mujer.- Dijo entre dientes, por lo menos ya se había calmado y había dejado de dar vueltas por toda la sala.

Había estado ahí más de dos horas esperándola, afortunadamente los Addams no solían dormir de noche y habían estado acompañándolo, bueno, solo Pericles y Gomez, pero había tenido compañía.

En cuanto escuchó como las puertas de un auto se cerraban se levantó bruscamente del sofá. Las puertas se abrieron y finalmente mostraron a su mujer con una sonrisa jamás antes vista por él, se veían tan feliz. Su ceño se frunció al ver sus labios hinchados, su cabello siempre lacio y liso ahora estaba hecho un desastre en un moño.

-Lamento mucho haber llegado a estás horas, la loción del tiempo la perdí.- Sonrió y se encaminó a la habitación otorgada por la familia Addams.

-Es temprano para nosotros.- Pericles habló, siendo el único que había contestado a la mujer.

-Que bueno.- Hizo una pausa para contestar y cerró la puerta de la habitación. Dejando a un Michael hecho furia y un Gomez aguantandose las ganas de estallar en una escandalosa carcajada.

Una vez que Beatrice estuvo adentro cayó de rodillas con esa tonta sonrisa que había conservado todo ese tiempo. Tocaba sus labios sintiéndose como si los de Larissa aún estuviesen ahí. Se levantó dando pequeños saltitos, conservando esa sonrisa.

Entró al baño y encendió la regadera sintiéndose bien cuando el agua caliente recorrió todo su cuerpo desnudo. Puso jabón en sus manos y lo esparció por todo su cuerpo lentamente. Algo le decía que tenía que cesar esas ganas con las que la había dejado Larissa. Sus manos viajaron a sus pechos y cerró sus ojos imaginado que las manos de Larissa eran las que recorrían todo su cuerpo entero. Imaginando que la tocaba, terminando con lo que hoy habían dejado pendiente.

Sinceramente, la había dejado caliente.

No había hecho más, si su cuerpo iba a ser tocado, quería que fuese por Larissa, quería que se sintiera real, que fuese real.

Se enredó en una toalla y salió lentamente. Sabiendo el reclamo que se vendría.

-¿Ya vas a decirme dónde estabas?- En cuanto Beatrice salió de su ducha, se encontró con la imagen de su marido recostado en la cama, definitivamente molesto.

-Yo te dije que saldría con Lissa.- Habló tranquila, sonriendo notoriamente cuando pronunció el apodo de la mujer.

-Sales con ella y llegas a las dos de la mañana.- Reclamó alzando su voz.

Beatrice no iba a enojarse, no dejaría que Michael arruinará su hermosa noche, no está vez.

-Michael no tienes cara para reclamar mis horarios de llegada.- Con eso finalizó, dejando al hombre completamente callado, temiendo que ella le resaltará toda las veces en las que él había llegado a las seis, o cinco, o tal vez cuatro de la madrugada.

Satisfecha al notar que había dejado a Michael completamente avergonzado, se recostó en la comodidad de su cama que tanto había extrañado. Intentó posarse lo más lejos alejada del hombre a su lado, por suerte la cama era extremadamente grande. Y podía estar lo suficientemente cómoda con ella misma.

Desafortunadamente, para su molestia, Michael había acercado su cuerpo al suyo, abrazó su pequeño cuerpo y escondió su rostro en el cuello de la mujer. Comenzó a dejar besos húmedos en este, pero Beatrice, no sentía nada, solo asco.

"Ojalá fueses Larissa" Pensó para después empujar levemente el cuerpo de Michael, dejándolo confundido y enojado. Se rindió y no intentó más.

Si no es Larissa, no quiere nada.

Si no es Larissa, no quiere nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐋𝐀 𝐒𝐄𝐈𝐍𝐄 𝐄𝐓 𝐌𝐎𝐈 - 𝐿𝑎𝑟𝑖𝑠𝑠𝑎 𝑊𝑒𝑒𝑚𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora