𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎

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𝐃𝐨𝐦𝐦𝐚𝐠𝐞

¿Alguna vez habías sentido lo que era estar enamorada?

Ella nunca se había puesto a pensar en el amor de esa manera, pero cuando sus miradas chocaron, cuando le coqueteó, la vez que lo besó, supuso que estaba enamorada.

Pero cuando la conoció a ella, supo lo que era estar enamorada. Perdida y absolutamente drogada.

Tanto que, como cualquier adicto a la drogas o al alcohol, quería permanecer a su lado, recibir una pequeña pizca de su amor que estaba volviéndola loca.

No importaba su trabajo, su vida, solo quería estar a su lado, estar con ella en todo momento, sentirse amada por Larissa Weems era lo que más ella deseaba.

¿Es eso tan malo considerando que está casada?

Porque nadie había hablado con ella sobre los otros sentimientos que jamás había pensado que experimentaría. Y ahora ahí, en su lugar, estaba experimentando de todo, y nada de eso podría explicarlo con simples palabras.

Beatrice.— Ella la llamó.

Su mente pareció carecer de sentido.

Acabas de llamarme por mi nombre.—

...

El único sonido que hacia ruido en toda la habitación era el del teléfono vibrando en la mesa de noche. Todo estaba tan tranquilo hasta que el ruido apareció.

Sus ojos se abrieron y decidió tomar el teléfono y contestarlo, recién despierta no logró carburar y simplemente contestó.

—¿Sí?—

Maldida sea Beatrice, ¿por qué carajo no recibes mis llamadas? No llegaste a casa anoche, ¿dónde mierda se supone que estás?—

El sueño pareció haber desaparecido completamente de su ser. Por un momento pensó en entrar en pánico, pero esa no era ella, carraspeó y prosiguió más tranquila.

Buenos días señor Michael, su mujer cayó en un sueño completamente profundo y me tomé la libertad de hospedarla en una habitación de la escuela, su teléfono acaba de ser encontrado, ella está afortunadamente bien.— Habló con su tono tranquilo de voz que la caracterizaba.

Larissa.— El hombre al lado del teléfono reconoció inmediatamente la voz, se colocó tenso por haberle hablado así a la "jefa" de su mujer, no importaba lo mucho que él la odiaba, su trabajo dependía de eso. Debido a los nervios tragó en seco y simplemente colgó la llamada sin saber que más hacer.

Apagó el teléfono intentando no estallar en una carcajada por lo valiente que había sido el hombre a través del teléfono hace unos segundos, suspiró y volvió a reincorporarse en la cama, aún tenía unas horas, abrazó el cuerpo desnudo de la mujer y volvió a caer en un sueño profundo, tenía meses sin haber dormido así de bien.

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𝐋𝐀 𝐒𝐄𝐈𝐍𝐄 𝐄𝐓 𝐌𝐎𝐈 - 𝐿𝑎𝑟𝑖𝑠𝑠𝑎 𝑊𝑒𝑒𝑚𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora