Tae-mo sintió a algo, o más bien a alguien removiendose a su lado.
Abrió con lentitud sus ojos, ambos se encontraban en la habitación de él, vio cómo su novia se acurrucó a su lado, abrazándolo.
Sonrio al verla fruncir el ceño levemente, buscando estar pegada a él.
La abrazó atrayendola a él, aquella sonrió levemente.
Tae-mo se acercó, besando los labios de la más baja.
Sulli al sentir el beso abrió sus ojos, mirandolo, gustosa siguió el beso.
Es lindo despertar con cariñitos.
Sé separaron con lentitud, viéndose el uno al otro.
Sulli al ver que estaba en un departamento frunció el ceño.—¿En donde estamos?—Dijo ella, mirando la gran habitación.
—En mi dulce hogar—Dijo, sonriendo.
Sulli frunció el ceño, aquella habitación es fantástica.
—Tu habitación es muy linda—Dije, viendo maravillada.
Tae-mo sonrió con orgullo.
Sulli se percató que yacía el pijama, ¿Acaso el la había vestido? Digo, ella no recordaba haber llegado allí, ni siquiera vestida con una pijama.
—¿T-Tu abuelo está aquí?—Dijo.
—El suele dormir hasta tarde, se amanece viendo dramas—Dijo, sonriendo levemente.
Sulli sonrió aliviada, al menos no recibiría gritos.
—Aun así, seré silenciosa al bajar, no quiero regaños—Dijo ella en un susurro.
—Pero si le caes bien, no te regalaría—Dijo el.
Sulli negó—Aun así, salí de la habitación de su nieto, ¿que pensaría de ello? —Dijo ella.
Tae-mo asintió, dándole la razón.
—Me vestiré rápido, no quiero que tampoco te regalen a ti, aun eres joven para morir—Dijo ella, dramatizando.
Tae-mo negó burlonamente.
Jia se vistió con rapidez, unas cuantas caídas haciendo que el dolor en su cuerpo se haga presente.
Si que duele.
Salió ya vestida, lo vio a él vestido. Espera, ¿que pasaría si ella saliera más rápido? ¿Acaso lo vería desnudo?
Diablos, esos inapropiados pensamientos la hacían querer pecar.
Negó con rapidez.
Sé acerco a su novio, haciendo que el volteara al sentir su presencia.
Sonrió levemente, atrayendola a él.
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Yacia en el departamento de mi hermana, le tuve que contar todo lo que había sucedido, desde que papá decidió sacarme de casa.
—¿¡Por qué no viviste a mi!?—Gritó, con los ojos llorosos.
Bajé mi mirada, ella es la hermana mayor. Desde que fuimos pequeños siempre me protege, siempre tiene tiempo para mí, incluso me regala cosas costosas. Es la figura materna y paterna mía.
—Lo siento—Dije, con la mirada gacha.
Negó, chasqueando la lengua. Abrió sus brazos, dándome a entender que la abrazara.