Se estacionó frente a mi departamento.
¿Piensan que no cenamos? Pues claro que lo hicimos.—Cariño, nunca me dejes—Dije, mirándolo.
El sonrió levemente, negando.
—Nunca te dejaría—Dijo.
Me dio un profundo beso, haciéndome sentir completamente amada.
Entre abrí mis labios cuando esos besos descendieron hacia mí cuello.
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Sentí gritos, no, escuché gritos.
Diablos, ni siquiera me dejan dormir después de lo agotador que fue anoche, si que es bueno.
Me levanté, yendo hacia la sala.
—¿¡Vas a dejar que este de zorra!?—Gritó.
Mi.. Es mi padre.
Se me había bajado la presión.
—No le hables así, papá—Dijo con temor mi hermana.
El alzó una ceja, alzó su palma de su mano, dispuesto a golpear a mi hermana.
Pero salí de mi maldito escondite, de mi habitación.
—¡No la toques!—Grité, llamando su atención.
El volteó, veía su enojo llamativo en sus negros ojos.
Siento temor, quiero salir de aquí.Tae-mo, ayúdame.
—Pero mirate, maldita mocosa—Gritó señalandome.
Young-seo me miraba con tristeza.
—Papá, no la culpes a ella, esto es mi culpa—Dije, con la mirada baja.
El asintió, golpeando con fuerza mi hombro. Solté un quejido.
—¡Te crié, mocosa!—Gritó, volviendo a golpearme con fuerza.
Solté lágrimas, mi pobre brazo duele.
—¿¡Es así como me lo pagas!?—Gritó, golpeando mi rostro.
Caí al suelo, desorientada.
—¡Papá, ya dejala!—Gritó mi hermana.
El volteó con enojo.
—¡No te metas!—Gritó señalandola.
Solté sollozos de dolor.
—Cría cuervos y te sacaran los ojos, que maldita decepció—Dijo negando.
Tapé mis labios intentanfo calmar los sollozos.
—¿¡Que dirán de ti, de nuestro apellido!?—Gritó, señalandome.
Golpeó mi mejilla.
—¡Que dirán de mis hijas!—Gritó.
Alzó su puño, pero mi hermana lo empujó.
—¡Ya basta, por favor!—Gritó sollozando.
El volteó a verla.
—¡Vete de aquí, este no es tu departamento!—Gritó.
El la miró ofendido.
Los toques en la puerta se hicieron presente. Young-seo rápidamente abrió la puerta, nuestro padre fingió una amable sonrisa.
Cha Seong-hun está allí.
—Escuché gritos, ¿Ustedes están bien?—Dijo.
Su mirada se dirigió hacia ella, después a mí. Entre abrió sus labios, su mirada dirigió hacia nuestro padre.