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Había pasado una semana de lo ocurrido, y si, lo había llamado, claramente siempre lo llamaba.

Actualmente me encuentro esperandolo en el restaurante que el me había citado, decía que quería hablar conmigo de algo muy serio.

El sabe que lo que más odio son los suspensos, y que el haga esto más interesante me estrésa. Uno, no saberlo. Dos, ser tan chismosa.

Bufé viendo la hora, se estaba tardando más de media hora.

La cita era a la cinco de la tarde y ya son las cinco y cincuenta, casi una hora sentada en esta dura silla.

Levante mi mirada al ver que una persona se acercaba, solté una pequeña sonrisa al verlo.
El me sonrió, sentándose a mi al frente, acomodándose su corbata.

—Lamento la tardanza, escapé de alguien muy hartante, pero aquí me tienes—Dijo, tomando la copa de vino que el mayordomo había servido.

—Vaya, ¿alguien hartante? ¿Se podría saber quién...? —Dije, mirándolo con curiosidad.

El me miró fijamente, pensando si decirme o no decirme.

—No sabría decirlo sin sonar algo..—Dijo, pero yo lo interrumpí.

—Sueltalo, quiero escuchar el entretenido al igual que hartante momento que pasaste con ese alguien—Dije, acomodandome en mi asiento.

El asintió, suspirando.

—Iba a darle una propuesta de matrimonio a una chica—Dijo, mirandome con nerviosismo.

Frunci el ceño, sintiendo un malestar dentro mío. ¿Que es esto que siento?

—Uhm—Dije, analizando las palabras que el acaba de decir.

—Lo que quiero decir, no sentía nada por ella, solo lo hacía para juntar las empresas—Dijo, avergonzado.

Asentí, soltando el aire retenido. Podía morir en paz, espera. Si se le presenta la mejor herencia, entonces él sí se casaría.

—¿Juntarías las empresas por eso?—Dije, mirándolo con el ceño fruncido.

Carraspeo incómodo.

—Si encuentro a mi alma gemela, pues entonces me casaría con mi alma gemela—Dijo, mirándome con una pequeña sonrisa.

Tan solo ese gesto me hacía revolotear todo, me había sentir completamente una loca.

Sonreí tontamente.
Pero... ¿Acaso yo no era su alma gemela?

Iba a hablar pero él mesero me interrumpió, diciendo si así estabamos bien.
Tae-mo respondío con un simple. "Si, puede retirarse"

Después de eso el y yo continuamos hablando de anécdotas y eso, después de casi una hora decidimos irnos.

—¿No quieres que te lleve a casa?—Dijo, mirándome con una pequeña sonrisa.

Negué, haciendo una mueca.

—Tengo mucho trabajo—Dije suspirando.

Asintió, pensativo.

—Puedo ayudarte si quieres—Dijo, mirándome fijamente.

No, el tendría mucho trabajo y estaría más cansado de lo normal.

—Gracias, pero sé que estarás cansando. De verdad, te agradezco por lo haces cada vez por mi—Dije, agarrando su mano.

Asintió, bajando su mirar hacia mí mano. Sentí que lo estaba incomodando, solté lentamente su mano.

—Lamento si eso te incómodo—Dije, avergonzada.

Propuesta laboral.      |Tae-Mo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora