12🖤 Me mata la ansiedad

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ME MATA LA ANSIEDAD

No he vuelto a ir a terapia desde aquel día donde se me hizo saber que soy ninfómana, no necesito ir a que me lo digan nuevamente, lo sé, lo acepto, aunque no lo entiendo del todo, el sexo ya era una droga para mí, aun antes de tocarme, recuerdo cuando me desarrolle y apenas era una niña, por favor una niña, que sentía la necesidad de tocarse, como no se me permitió ser como las demás ¿por qué no fui normal? no disfrute mucho de esa nueva etapa de ser señorita, debía descubrir mi cuerpo, debía llenarme de curiosidad, ¿Qué es lo que mi mente reprime? ¿De qué me cuida? ¿Por qué me refugio en el sexo? Temo que si debo regresar con la señorita Varela, al final es ella la única que me puede ayudar y encontrar respuestas, o acaso debo buscarlas en mi mamá.

— ¡Dakota! ¡Tienes días sin salir de tu habitación! —grita mi madre desde el otro lado de la puerta.

— ¡ya déjame en paz! —me encuentro debajo de mis cobijas.

Llevo 10 días 8 horas y 45 minutos exactamente sin tener algún tipo de actividad sexual, desde que Markus se quedó aquella noche. Quiero demostrar que no soy una ninfómana, que no acudo al sexo para refugiarme, para evitar sentir alguna emoción negativa, pero la ansiedad sexual me está matando, siento como arden mis venas, me voy a volver loca en este encierro, pero por ahora mi refugio serán estas cuatro paredes.

Cada vez que desde mi ventana veo a mi madre salir de casa bajo corriendo a la cocina por algo de comer y regreso de nuevo a mi cama. Tengo llamadas perdidas de Vale, Markus y algunos de los chicos de la cuadra. No quiero cruzar palabras con nadie, menos con mi madre. Entiendo que si sigo aquí me estaré volviendo loca, solo no quiero fallarme o fallarle a él en realidad.

—Dakota ábreme. —mi madre con su manera de golpear a mi puerta ya comienza a impacientarme aún más.

Salgo de debajo de las cobijas y me dirijo hacia la puerta me tomo un momento, respiro profundo antes de coger el cerrojo y abrirle.

— ¿Qué quieres mamá? —intento no ser grosera con ella, pero el tono de mi voz no lo puedo controlar.

—Quiero saber qué te pasa, no has salido de tu habitación en días —mi madre me mira y respira profundo— ¿todo está bien? —toma mi mano y me guía hacia la cama.

—Estoy bien, solo que trato de alejarme de cosas —nos sentamos sobre la cama.

— ¿De qué cosas hablas? —mi madre, la conozco no dejara de preguntar hasta saber que me sucede, a pesar de que no es la madre del año sé que se preocupa por mí.

—Se trata de un chico mamá —le confieso a medias.

— ¿Te has enamorado?

Suena el timbre de la casa creo que me ha salvado la campana, no quiero hablar del tema y menos con ella, de hacerlo sería con vale, pero lo evito. No tengo respuesta para esa pregunta ¿enamorada? Como saberlo, como alguien sabe si está enamorado o no, no es como el sexo, como querer estar o sentir a alguien, eso sí es fácil saberlo, la piel te lo dice, la humedad entre las piernas te delata, pero el amor como se supone que lo interpretas.

Desde aquella última noche con Markus no he dejado de pensar en esa canción que escogió mientras estábamos tumbados sobre la cama, que significado le da, simplemente le gusta o la eligió por el momento. Mientras los pensamientos irrumpen mi cabeza me voy desvistiendo para ir a la ducha, necesito un baño de agua y bien fría antes de que mi madre regrese y empiece nuevamente con sus preguntas, esta cercanía con ella es rara, me agrada, pero es rara y son tantas cosas que no le puedo comentar.

Mientras que me dirijo a la ducha busco en mi celular la canción de Perfect Symphony, esta vez quiero reproducirla y ponerle atención a la letra, quiero saber que se oculta detrás de la canción y por qué a Markus le gusta tanto.

Ninfómana, El Diario De Dakota (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora