22🖤 Sexo, deseo y odio (+18)

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SEXO, DESEO Y ODIO

—Dakota no hagamos un espectáculo. No aquí —el tono de su voz se relaja, se calma y baja tanto así que se escucha dulce al pronunciar cada palabra.

Y ¿A qué se refiere con no aquí? Seguro no quiere que la huesuda se dé cuenta de que ya tiene a quien le pertenezca. Y sí, me pertenece a mí. No lo compartiré con nadie.

—Oblígame —vuelvo y lo tiento para ver de qué sería capaz Markus, nunca antes me había alzado la voz, siempre cuidando el tono en cada palabra endulzándolas para mis oídos.

—Si así lo quieres —me quedo muda y mirándole fijamente con ojos grandes y enojados esperando su reacción, esperando sus movimientos luego de su "Si así lo quieres" Si de verdad supiera lo que quiero no estaríamos aquí discutiendo en medio de la barra con la música alta y la gente alrededor ocupados de lo suyo o mirándonos de reojo.

Lo veo acercarse rápido a mí y me aleja de mis tontos pensamientos, se inclina hacia a mi tomándome de la cintura y me eleva para dejarme caer sobre sus hombros y por un momento no puedo creer lo que está haciendo, me sacara de la fiesta a la fuerza, a las malas y e no entiendo como esto me excita, me calienta y me doblega ¿Qué es lo que tiene Markus? cada paso que da me debilita aún más. La gente ahora no disimula su sorpresa y empiezan a comentar entre ellos. Pero ¿Qué les importa? es lo que pienso.

—Bájame, puedo caminar —le digo a regañadientes, estas escenas no son las que acostumbro a dar.

—En el auto lo hare —me responde mientras se dirige hacia afuera, al patio donde ha dejado el auto a penas a dos autos más atrás de la fiesta.

Desde que salimos de la fiesta Markus calla no ha dicho nada y por mi parte hago lo mismo, no sé a dónde me lleva y no quiero preguntar. Tenía tanto que no subía a su auto me parece exquisito y excitante la manera como el interior y el cuero de los asientos mantiene el olor a perfume que él usa, ese olor que penetra mi sentido del olfato para abrir los otros cuatros.

Luego de recorrer parte de la ciudad ya hemos llegado al destino de esta noche que por la luz azul opaca que alumbra la calle y parte del edificio asumo que es su casa, aquella que me señalo la noche en el mirador. Nunca antes me había traído y no pensé que lo haría ya que nuestros encuentros podrían ser en nuestra habitación o cualquier otro lugar, pero no acá en su casa.

—Baja del auto —por su tono de voz asumo que está molesto, yo debería estar molesta o al menos eso creo.

— ¿Qué hacemos aquí? —aún no saldré del auto hasta que no responda a mi pregunta.

—Dakota por favor baja ya.

Baja del auto y lo rodea rápidamente y se acerca para abrirme la puerta del lado donde voy sentada y había decidido quedarme, pero acepto y salgo de ahí. Me toma de la mano y caminamos hacia unas escaleras que hay en la parte de atrás del edificio que nos encaminan hacia una puerta blanca que parece ser de un sótano.

— ¿Aquí es donde vives? —pregunto llena de curiosidad.

—No. —responde en seco. — ya te había dicho que vivo en el segundo piso del edificio que ahora estamos rodeando.

— ¿Entonces qué hacemos aquí abajo? —Hago mi pregunta al mismo tiempo que el abre la puerta del lugar que por ahora para mí se ha vuelto un misterio.

—solo entra.

Al dar unos pasos más allá de la puerta aún no logro ver nada, todo está oscuro debido a la noche que se ha robado la luna y ha echado afuera a tantas nubes negras, grises y muy heladas, y este lugar sin luz al parecer.

Ninfómana, El Diario De Dakota (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora