Capítulo VIII

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—Gavi, pásame la cosa esa —le pido los moldes para recortar, señalándolo.

Sira, Pedri, Gavi y yo hemos decidido hacer un pastel por el aburrimiento. Ya hemos hecho la masa y ahora quiero aplastarla yo para poder hacer moldes de figuritas.

—¿Y tú desde cuando le hablas bien a él? —pregunta Sira, lavándose las manos.

—Ugh. Gavi, dame eso sabandija. ¿Preferís que le hable así?

—No, sigue como antes.

—Gavi, ¿me lo pasas o qué? Quiero hacer mis figuritas.

—No que eliges las más feas.

—¡Para una vez que soy amable! —intento coger una figurita de estrella.

—¡Quita! —me empuja.

—¿Has visto eso, Pedri? —lo miro, indignada.

—Gavi, para una vez que es así de maja contigo, no lo jodas —le riñe este.

—¿Lo has oído? —le saco la lengua y él se ríe, dándome las figuritas.

—Pon la de arbolito —me dice Sira, comiéndose una gominola.

—¡Eso es para decorar, no te los comas!

—Es que están buenísimas.

—t/n, humedece el molde para que marque mejor —sugiere Pedri, centrándose en preparar los objetos para decorar.

—Así está bien...

—No seas cabezona —Gavi intenta quitarme una figurita y le aparto con un empujón con el cuerpo.

—Aléjate de las figuritas.

—Que hagas caso —me coge el brazo para robarme la figurita.

—¡No, mi figurita! —le tiro harina a la ropa —. Ay... Que pena.

—¡Mi ropa!

—¡Tu ropa! —repito con el mismo tono de preocupación, burlándome.

—¡Ven aquí! —me persigue por la cocina y me tira nata al cuello.

—¡Imbécil! —vuelvo a mi sitio, escapando de él.

—¿Quieres que te lo quite? —sonríe inocentemente.

—Val... ¡No! ¡Dios, Gavi! —frunzo el ceño al darme cuenta.

—Contrólate —ríe Pedri, comiéndose una golosina.

—¿¡SABÉIS LO QUE ME APETECE!? —hablo de repente.

—Sorpréndenos —contesta Sira, ayudándome a hacer las figuritas.

—Podríamos ver una película de Navidad.

—Pero si quedan meses para Navidad —me contradice Gavi.

—Pero ya se siente el espíritu navideño, por favor.

—Por mí sí —opina Sira.

—Pues vale —acepta Pedri.

—Está bien —habla Gavi.

—¡Genial! —celebro y le entrego la bandeja de galletas a Pedri para que las meta al horno.

—Oye, Gavi, ¿podemos hablar? —le pregunta mi hermano.

—Siempre hablamos —contesta.

—Sin estas dos marujas —nos mira.

—¿Marujas nosotras? —se indigna Sira —. Anda vamos, t/n, no merece la pena estar cerca de estos.

—Sí, vamos —bromeamos y nos salimos de la cocina, pero Sira se queda escuchando.

TEMPORADA UNO - El mejor amigo de mi hermano ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora