Chapter 10

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— ¡No es justo Kol! — Me quejé con un puchero

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— ¡No es justo Kol! — Me quejé con un puchero.

— Claro que lo es — Me quitó la daga — a diferencia tuya mi magia si está activada. — Se burló en mi cara.

— Eres mi hermano, se supone que debes darme la daga — Trate de quitársela.

— Basta. — Alzó su mano. — Debemos aprender a compartir por lo tanto... — Se llevó su mano a la boca pensativo.

— Kol, si vas a salir con tus....

Deje de hablar al escuchar una rama romperse, estar en medio del bosque era muy mala idea sin compañía de nuestros guardias.

— Kol — Susurre.

Kol me tomó de la mano mientras me ponía detrás de él.

— No digas una palabra — Susurró y caminó con cuidado hacia el arbusto, alzó la daga listo para atacar pero una chica gritó del susto. — ¡Eres una mujer! Pensé que eras una bestia nocturna. — Se quejó mi hermano.

Solté una risita y me acerque a la mujer que parecía de mí misma edad.

— Hola, ¿quien eres? — Pregunté y tomé la mano de Kol.

— Soy Itzel Rïx. Llegamos hace poco a la aldea.

— Bueno, él es mi hermano Kol y yo Rebekah. Tenemos Diecisiete años. — Extendi mi mano y ella la tomó.

— Un gusto Itzel pero tenemos que irnos. Pronto caerá el sol y tenemos que irnos a casa. — Interrumpió Kol y ambos nos despedimos.

— ¿Qué te pareció? — Pregunté mientras caminaba de la mano de Kol.

— Es una bruja, sentí su magia pero parece que aún no la controla totalmente. — Respondió sin soltar mi mano mientras me cargaba para cruzar la valla.

Tomé una roca para pararme en ella y ayudarlo a cruzar nuevamente.

— ¡Príncipes! Finalmente los encuentro, por Dios. Su madre ha estado muy preocupada ante su escape de los guardias. — Sumbul me extendió la mano para ayudarme a bajar junto a Kol.

— Tranquilo Sumbul, estamos completos miramos — Di una vuelta en mi lugar.

— Estás muy viejo para tener tu vista en nosotros todo el tiempo. Cada vez más veo tus cabellos blancos — Se burló  mi hermano.

— Calla, mi cabello solo se ha manchado de polvos. — Se sacudió el cabello — ¡Vamos, vamos! Su madre los espera.

Los tres reímos y corrimos al ver a nuestra madre con los brazos cruzados. Ambos hicimos una reverencia.

— Mami — Saludó Kol con una sonrisa para nada inocente a mi parecer.

— Nada de mami. Les he dicho miles de veces que no quiero que vallan por el bosque sin supervision. Podría pasarles algo, les dije que no estamos en buenos términos con la manada. — Regaño y beso nuestras frentes.

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