Chapter 14

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Era el colmo, Tatia había envenenado la mente de mi hijo y se había atrevido a venir y darme una órden

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Era el colmo, Tatia había envenenado la mente de mi hijo y se había atrevido a venir y darme una órden.

— Es momento de arrancar el problema de raíz, Sumbul — Saqué una pequeña botella de mi vestido y se la extendi. — Tatia debe morir, no voy a permitir que se meta en la cabeza de mis príncipes.

— Que propone mi reina — Tomó la botella.

— Solo voy a permitir que personas astutas y leales. No son cualquier persona se va a involucrar con mis hijos. — Sonreí y me levante. — Lleva el vaso con Tatia, dile que se trata de una hierva para que no quede en cinta. Ya tengo suficientes problemas como para que ella tenga un hijo.

— Como órdene. — Hizo una reverencia y se marchó.

Apenas salió Sumbul entro Finn y extendió sus brazos hacia mi.

— Madre — Sonrió.

Me puse de pie y lo envolví en mis brazos con cariño.

— Hijo mío. ¿Cómo estás?

— Ahora que te veo me encuentro perfectamente, todo está listo para irnos al palacio de Urani. Partiremos en cuanto lo desees, es la única cosa buena que ha hecho mi padre por ti. — Se quejó.

— No digas eso, ustedes fueron mi primer regalo. Tu padre no siempre fue así... — Bese su frente.

— No diré nada al respecto — Río entre dientes — Algo te preocupa lo puedo ver en tus ojos. ¿Qué sucede? — Preguntó.

Suspiré y asentí tomando asiento con él.

— Tatia, esa serpiente venenosa se mete en la cabeza de tus hermanos. Niklaus está más tranquilo y se ocupa de sus pinturas, he hablado con el y ayer me preguntó si no era suficiente para alguien. — Apreté mis labios.

— Mamá... — Susurró.

— Estoy bien cariño, sabes como es Niklaus. Prefiere venir y abrazarme en silencio pero después se desahoga ebrio conmigo. — Reí un poco. — Sabe que no me gusta que beba en exceso pero es evidente que tiene el corazón roto.

— Se le va a pasar madre, hay que darle tiempo. No hay que presionarlo. — Acarició mi mano.

— Lo sé, a esta edad no es para juzgarlos si no comprenderlos pero me es aveces imposible. Después de todo algún defecto tenia que tener ¿Verdad? — Ambos reímos y yo solo sonreí al verlo.

— Tienes razón. Ya descubrí de donde sacamos todos nuestra forma de ser tan altiva. — Beso mi frente — Vi salir a Sumbul con un vaso... ¿es por Tatia?

— Finn, no me gusta que te metas en esto y lo sabes amor — Negué.

— Oh vamos, solo por hoy. — Me hizo un puchero.

— Siempre dices lo mismo — Suspiro rendida.

— Y siempre accedes — Se burló.

— Tatia debe morir antes de que tu hermano se le ocurra volver a intentar ordenarme. Cometió el error de envenenar a Niklaus y no puedo permitir dejarla sin castigo.

— Estoy de acuerdo. Elijah debe madurar de una buena vez, siempre ha sido el más sensible de los tres. — Tomó un libro de la mesita y lo hojeo.

— ¿Algo que contarme cariño? — Sonreí.

— He conocido a una mujer agradable, me he dado el tiempo de comenzar a conocerla...parece buena persona. — Se sonrojó.

Solté una risita y puse mi mano encima de la suya haciendo que me observé.

— Haces bien cariño, no todo son guerras. Eres el único que no me da dolor en el corazón con este tipo de cosas. — Reí un poco.

— Bueno, desde pequeño fui el consentido. ¿Qué puedo decir? — Se río.

— Eres un loco, Finn Mikaelson. — Lo abracé.

Abrí la puerta de mi casa y suspire al encontrarme con Sumbul quien tenía en sus manos un vaso con un líquido verde

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Abrí la puerta de mi casa y suspire al encontrarme con Sumbul quien tenía en sus manos un vaso con un líquido verde.

— ¿Tatia? ¿Quién es? — Habló Elijah desde dentro y suspire.

— ¡Se trata de Sumbul! — Alcé la voz

Elijah abrió más la puerta y suspiro con cansancio.

— ¿Qué pasa?

— Príncipe, sabe que no puede estar aquí. He traído un té para la señorita Tatia, su madre ha pedido que lo beba todo ahora mismo para que no quede en cinta. — Me extendió el vaso.

— Sumbul. Tatia será la madre de mis hijos, no permitiré que beba eso — Se adelantó.

— Me temo que son las reglas de su madre, si ella llegase a quedar en cinta tendríamos que sacar al niño de su estómago. — Señaló el té que tenía yo en mis manos.

Si no bebía el té me metería en problemas y si lo bebía igual. Hurrem no se arriesgaría a meter a alguien como yo a la familia y por más fuerte que sea mi manipulación a sus hijos no puedo competir contra las ordenes de su madre.

— Tatia — Se quejó Elijah.

— Lo beberé. No pueden tener a alguien como yo ahí — Susurre fingiendo dolor para que logrará convencerme en no tomarlo.

— Lo siento. — Se disculpo y no tuve de otra que tomarlo.

Sumbul sonrió un poco y se giró hacia Elijah.

— Es hora de irnos — Abrió paso en la puerta.

Elijah asintió rendido para besar mis frente e irse junto a Sumbul. Ambos se habían ido y de repente me comencé a marear.

— ¿Qué? — Murmure observando el vaso y negué — No. No. No.

Mis ojos pesaron con brusquedad y mi hijo pasó por mi cabeza, no puedo morir ahora. No de una forma tan humillante como esta.

— ¡Hurrem! — Alcé la voz con molestia y caí al suelo.

Mis ojos captaron a Esther entrar a la casa y me arrastré hacia ella con dificultad.

— Ayúdame — Supliqué.

— Pobre Tatia. — Negó y perdí el conocimiento.

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