Hurren llegó a la aldea en busca de una nueva vida para su futuro, trabaja cómo niñera de Esther Mikaelson.
Esposa de un poderoso terrateniente,
Mikael Mikaelson, quien queda totalmente enamorado de la peliroja quien la enamoró y Hurren da a Luz a s...
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— Las esposas de los funcionarios han llegado madre, la fundación caritativa esta operando tal y como lo tenias previsto. — voltee a ver a mi mami con una sonrisa orgullosa. — Sirve que salgo con la hija de Kimer.
Observé como mi madre me miraba e hizo una mueca que no contuve la risa, Dios sus gestos son lo mejor del mundo.
— Ni se te ocurra Mikaelson, soy capaz de mandarte a un internado. Ya sabes como es esa muchachita — Me Reprendió y rodee los ojo con diversión.
— Nada de ojitos de huevo cocido. — me golpeó en la cabeza ligeramente y comencé a reír.
— Llamare a Rebekah, seguro quieres tenerla contigo en la reunión. — Mamá negó cuando me puse de pié.
— No, a ella no le llaman la atención estas cosas. No quiero obligarla a participar en lo que no le gusta — Juntó sus manos y las tallo con un deje de molestia.
— ¿Algo te molesta madre? — Me acerque a ella y tome sus manos.
— Sumbul llegará hoy, insistió en estar a mi servicio y como sabes es un brujo ya grande. Me causa cierta ansiedad que no se digne a descansar por un momento.
Recordaba a Sumbul, ese brujo ya anciano que parecía Gay y nos crío a la mayoría de nosotros junto a mi madre. Siempre era una víctima de nuestras bromas y un chismoso de primera.
El muy maldito es intocable ya que es el mejor amigo y confidente de mi madre. Por lo cual lo hace un chismoso muy peligroso si queremos hacer cosas ilegales.
— Se lo que estas pensando — Madre me golpeó con sus dos dedos en la frente.
— ¡Auch! — Me queje y talle mi frente con un puchero.
— Nada de hacerle bromas y mucho menos llamarlo chismoso. Estas advertido Kol. Nada de eso es correcto. — advirtió y sonreí con inocencia.
— ¿Bromeas? Soy un angelito mami — Ella volvió a golpear mi frente y me queje. — ¡Ey, ya estuvo!.
— Es un brujo ya grande Kol. Deten esos pensamientos traviesos.
Asentí y salí de la habitación con una sonrisa. — ¿Por qué tan feliz? — Finn se atravesó en mi camino.
