El veneno

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Ya era de noche, estaba recostada en mi cama esperando a que el sueño llegara. Cerraba mis ojos y los abría a los pocos minutos. No podía conciliar el sueño en absoluto.

En mi mente daban miles de vueltas las posibilidades. Esperaba que dentro de pocos días me echaran, no sería del todo malo; sin embargo, no podría regresar aquí.

¿Qué será de mí si no puedo cuidar de los hijos de mi hermano? ¿Cómo podría seguir sin cumplir mi promesa? ¿Cómo podría vivir sin olvidar la dulce voz del joven Mizuki?

Esta vez no tenía salida.

Me cubrí hasta la cabeza con las sábanas, no podía siquiera imaginar mi vida fuera de esta casa.

Escuché mi puerta abrirse, me mantuve quieta, pero alerta. Sentí como el colchón se hundía, me quité el velo hecho de sábanas y me encontré con unos ojos grises.

Mizuki estaba sobre mí y su mirada era distinta, parecía perdida y no hablaba.

― ¿Mizuki? ―no respondió― No debería estar aquí, el Alpha se molestará si no le encuentra en su habitación.

Guardó silencio, su mirada estaba vacía o tal vez perdida. No apartaba mis ojos de los suyos, mientras me ponía nerviosa por la posición en la que estábamos.

Se acercó a mi oreja, fue imposible no cerrar mis ojos al sentir su respiración en una zona tan sensible.

―Mía.

Susurró tan bajó que erizó mi piel. Por inercia giré mi cabeza, dejando mi cuello a la vista.

Fue cuando sentí un fuerte dolor en el lado derecho de mi cuello. Era Mizuki quien me mordió con tanta fuerza que clavó sus colmillos en mi piel.

Mientras el dolor recorría mi cuerpo, intenté empujarlo, alejarlo de mí para aliviar mi sufrimiento. No lo lograba, sentí como cada nervio de mi cuerpo llevaba el punzante dolor a través de todo mi cuerpo.

No podía gritar, apenas lograba respirar, en medio de todo, mi visión se volvió borrosa y me desmayé.

Cuando desperté, él ya se había marchado. Estaba bien, o eso pensaba. Me sentí fuera de mí unos minutos, por lo que me levanté siendo golpeada por un fuerte mareo. Logré mantener el equilibrio y fui a encender la luz para moverme lo más pronto que podía a un espejo. Frente a mi reflejo, inspeccioné mi cuerpo, pero no había nada, hasta que llegué al lado derecho de mi cuello. Mi piel estaba enrojecida por completo y aún estaban sus dientes marcados, las más profundas eran la de sus colmillos, los que habían podido penetrar mi piel. Y encima de toda esa piel herida, ahí estaba lo que jamás pensé que lograría ver en mi vida: una luna creciente con los kanjis del nombre "Tsukuyomi".

Caí sobre mis rodillas y el aire escapó de mis pulmones; había sido marcada. Era tanta información en pocos momentos.

Yo sí era su destino, ahora entendía por qué el Alpha no quería que me le acercara en lo más mínimo. Los cambia-formas no resisten este tipo de impulsos, pero él lo hizo. Estaba feliz, sin embargo, temía por mi vida.

La marca era el segundo símbolo de unión más grande de los cambia-formas, justo después de la ceremonia de unión. Pero, para las deidades, era una clara sentencia de muerte; la marca debilita a las deidades para no escapar hasta que quedan a merced de su compañero, quienes ayudan a la deidad a cambiar a la forma que el destino les ha dado.

Estaba en un lugar donde se me considera el enemigo, lo último que deben saber es que fui marcada, mucho menos por el siguiente Alpha. Apagué las luces y caminé con cuidado de vuelta a mi cama, caí dormida de inmediato.

El Sol & La Luna [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora