Traducido por Andreani
Corregido por tamis11
Pasa mucho tiempo después de Paige desaparece entre las nubes que me doy vuelta en busca de mi madre. No es que no me preocupe por ella. Es solo que nuestra relación es más complicada que las relaciones habituales entre madre-hija. El amor rosa, que se supone que siento por ella, ha sido acuchillado con negro y salpicado con distintos tonos de gris.
No hay ninguna señal de ella. Su carrito está volcado, con la basura que contenía regada al lado del camión detrás del cual nos estábamos ocultando. Dudé sólo por un momento antes de gritar.
—¿Mamá? —Cualquier persona o cualquier cosa que pude haber atraído por el ruido ya estaría aquí, viendo desde las sombras.
—¡Mamá!
Nada se agita en la calle desierta. Si hay vigilantes silenciosos detrás de las ventanas oscuras que recubren la calle y vieron a donde fue, nadie se ofrece como voluntario para decirme. Intento recordar si tal vez vi otro ángel llevársela, pero todo lo que puedo ver son las piernas muertas de Paige mientras era levantada de la silla. Cualquier cosa podría haber ocurrido en ese momento, y yo habría sido ajena a ello.
En un mundo civilizado donde existen leyes, bancos y supermercados, ser un paranoico esquizofrénico es un problema importante. Pero en un mundo donde los bancos y supermercados son utilizados por bandas como estaciones locales de tortura, ser un poco paranoico es realmente una ventaja. La parte esquizofrénica, sin embargo, sigue siendo un problema. No ser capaz de distinguir la realidad de la fantasía es menos que ideal.
Aún así, hay una buena posibilidad de que mamá se asustase antes de que las cosas se pusieran muy feas. Probablemente está escondida en algún lugar, probablemente seguimiento mis movimientos hasta que se sienta lo suficientemente segura para salir.
Estudio la escena nuevamente. Veo sólo edificios con ventanas oscuras y coches muertos. Si no hubiera pasado las semanas asomándose secretamente por una de las ventanas oscuras, podría haber creído que yo era el último ser humano del planeta. Pero sé que por ahí, detrás del hormigón y acero, hay al menos unos cuantos pares de ojos cuyos propietarios están considerando si vale la pena el riesgo de salir a la calle para recolectar alas de ángel junto con cualquier otra parte de él que puedan cortar.
Según Justin, quien era nuestro vecino hasta hace una semana, se dice en las calles que alguien ha puesto una recompensa por partes de Ángel. Toda la economía se está creando alrededor de pedazos de Ángeles. Las alas obtienen el precio más alto, pero las manos, pies, cuero cabelludo y otras partes, más sensibles, también podrían obtener una buena suma si puedes demostrar que son de un Ángel.
Un gemido bajo interrumpe mis pensamientos. Mis músculos se tensan al instante, listos para otra pelea. ¿Están llegando las pandillas?
Otro gemido. El sonido no viene de los edificios, sino directamente delante de mí. La única cosa delante de mí es el sangrante ángel tirado boca abajo.
¿Podría seguir vivo?
Todas las historias que he escuchado dicen que si le cortas las alas a un Ángel, moriría. Pero tal vez es cierto de la misma manera en que si le cortas a una persona un brazo, moriría. Si no se atiende, simplemente se desangraría hasta la muerte.
No habrá muchas probabilidades de que consigas un pedazo de un Ángel. La calle podría estar inundada de carroñeros en cualquier minuto. Lo inteligente sería salir de aquí mientras aun puedo.
Pero si él está vivo, tal vez él sabe hacia dónde se llevaron a Paige. Troto hacía el, mi corazón latiendo furiosamente con esperanza.
La sangre chorrea por la espalda y hace un charco sobre el asfalto. Le doy vuelta sin contemplaciones, sin pensar dos veces acerca de tocarlo. Incluso en mi pánico, noto su belleza etérea, el suave ascenso de su pecho. Me imagino que su cara sería clásicamente angelical si no hubiera sido por las contusiones y golpes.
Lo sacudo. Él yace allí sin responder, como la estatua del dios griego al que se asemeja. Le doy una fuerte bofetada. Sus ojos se abren, y por un momento, me registran. Lucho contra el pánico que me hacer querer correr.
—¿A dónde van?
Él gime, sus caen párpados. Lo abofeteo nuevamente, tan duro como puedo.
—Dime a dónde van. ¿A dónde la llevan?
Una parte de mi odia la nueva Penryn en que me he convertido. Odio a la chica que abofetea a un ser moribundo. Pero empujo esa parte a un lugar profundo, en un rincón oscuro, donde me puede fastidiar en otra ocasión, cuando Paige este fuera de peligro.
Él gime de nuevo, y sé que no será capaz de decirme nada si no detengo su hemorragia y lo llevo a un lugar donde las bandas no puedan abalanzarse sobre él y córtalo en pequeños trofeos. Está temblando, probablemente a punto de entrar en un profundo estado de shock. Lo volteo boca arriba, esta vez notando cuan ligero es.
Corro al carrito de mi madre. Escavo a través de la pila, buscando trapos con que envolverlo. Un kit de primeros auxilios se oculta en la parte baja del carro. Dudo sólo un momento antes de agarrarlo. Odio perder preciosos suministros de primeros auxilios en un ángel que va a morir de todos modos, pero se ve tan humano sin sus alas, que me permito usar una venda estéril como una capa sobre su corte.
Su espalda está cubierta con tanta sangre y suciedad que no puedo ver realmente lo mal que están las heridas. Decido que no importa, siempre y cuando pueda mantenerlo vivo el tiempo suficiente para que me diga a donde se llevaron a Paige. Ajusto unas tiras de trapos alrededor de su torso tan estrechamente como puedo, tratando de ejercer tanta presión sobre las heridas como sea posible. No sé si se puede matar a una persona apretando demasiado los vendajes, pero sé que el desangrarse es más rápido que casi cualquier otra forma de muerte.
No puedo evitar sentir la presión de los ojos invisibles sobre mi espalda mientras trabajo. Las pandillas asumirían que lo estoy cortando trofeos. Probablemente está evaluando si los otros ángeles podrían volver mientras luchan por quietarme de las manos las piezas. Tengo que atarlo y sacarlo de aquí antes de que se vuelvan demasiado audaces. En mi prisa, lo ato como una muñeca de trapo.
Me apresuro y agarro la silla de ruedas de Paige. Es sorprendentemente ligero para su tamaño y lucho mucho menos de lo que había previsto para meterlo en la silla. Supongo que tiene sentido cuando se piensa en ello. Es más fácil volar cuando se pesa 25 kilos que 250. Saber que él es más fuerte y más ligero que los seres humanos, no me hace sentir afecto hacía él.
Hago un show para levantarlo y ponerlo en la silla, gruñendo y tambaleándome, como si él fuera terriblemente pesado. Quiero hacerles pensar a los que están observando que el ángel es tan pesado como parece, porque tal vez luego lleguen a la conclusión de que soy más fuerte y más dura de lo que luzco en mi desnutrida forma de un metro sesenta.
¿Es ese el comienzo de una sonrisa divertida formándose en la cara del Ángel?
Sea lo que sea, se convierte en una mueca de dolor mientras lo tumbo en la silla. Él es demasiado grande para que quepa cómodamente, pero funcionara.
Rápidamente agarro las alas de seda para envolverlas en una manta apolillada de carro de mi madre. Las plumas color nieve están bellamente suaves, especialmente en comparación con la manta gruesa. Incluso en este momento de pánico, me siento tentada para acaríciala la suavidad. Si arranco las plumas y las utilizo como dinero, una a la vez, una sola ala probablemente podría darnos casa y alimentos para nosotras tres durante un año. Es decir, suponiendo que puedo volver a juntarnos a las tres otra vez.
Rápidamente envuelvo ambas alas, sin preocuparme demasiado sobre si las plumas se están rompiendo. Considero dejar una de las alas aquí, en la calle, para distraer a las pandillas y animarlos a luchar entre sí en lugar de perseguirme. Pero necesito las alas también si voy a tentar al ángel para que me dé información. Tomo la espada, que es increíblemente tan ligera como las plumas, y la fijo sin contemplaciones en el bolsillo del asiento de la silla de ruedas.
Me echo a correr a una velocidad constante por la calle, empujando lo más rápido que me es posible hacía la noche.
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Ángeles Caídos (Angels Fall): Penryn y el fin de los dias
Science Fiction"Han pasado seis semanas desde que los ángeles del apocalipsis descendieron para demoler el mundo moderno. Las pandillas callejeras gobiernan el día mientras que el miedo y la superstición gobiernan la noche. Cuando los Ángeles Guerreros se llevan u...