Capitulo 16

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Traducido por Carlota

Corregido por Phedre

No puedo dejarte cortar eso —dice una voz profunda desde detrás del rayo de luz—. Tenemos una cantidad limitada de cuerda.

Alguien me quita el cuchillo de la mano y me empuja bruscamente a una silla. El rayo de luz se apaga y tardo varios parpadeos en ajustar mi visión de nuevo a oscuridad con luz de luna. En el momento en que puedo ver de nuevo, alguien está atándome las manos a la espalda.

Hay tres de ellos. Uno comprueba las cuerdas de Raffe, mientras que el restante se inclina contra la puerta como si solo estuviese aquí por una visita casual. Tenso mis músculos para tratar de conseguir que la cuerda quede lo más holgada posible mientras el hombre de detrás de mí me ata. Mis puños aprietan con tanta fuerza mis muñecas, que estoy medio convencida de que se unirán.

—Vas a tener que disculpar la falta de luz —dice el hombre apoyado en el marco de la puerta—. Estamos intentando evitar a los invitados no deseados —Todo en él (desde su voz de mando a su postura informal), deja claro que es el líder.

—¿Soy realmente tan torpe? —pregunto.

El líder se inclina hacia mí, así que quedamos cara a cara.

—En realidad, no. Nuestros guardias no te vieron, y estaban bajo la orden de buscarte. No está mal, en general —Hay aprobación en su voz.

Raffe hace un sonido bajo con su garganta que me recuerda al gruñido de un perro.

—¿Sabías que estaba aquí? —pregunto.

El tipo vuelve a ponerse derecho. La luz lunar no es lo suficientemente brillante como para mostrarme los detalles de su aspecto físico, pero es alto y ancho de hombros. Su pelo está cortado de forma militar, lo que hace que el de Raffe se vea irregular y despreciable en comparación. Su perfil es limpio, las líneas de su rostro afiladas y definidas.

Asiente con la cabeza. —No lo sabíamos a ciencia cierta, pero el equipo en su bolsa parecía la mitad de los suministros que una pareja podría llevar. Tiene un hornillo de campamento, pero no cerillas, ni ollas o cacerolas. Tiene dos tazones, dos cucharas. Cosas así. Nos imaginamos que alguien llevaba la mitad correspondiente a los suministros. Aunque, francamente, no me esperaba un intento de rescate. Y ciertamente no de una chica. Sin ánimo de ofender. Siempre he sido un hombre moderno —se encoge de hombros—. Pero los tiempos han cambiado. Y somos un campamento lleno de hombres —se encoge de hombros de nuevo—. Eso requiere agallas. O desesperación.

—Te olvidaste de la falta de cerebro —gruñe Raffe—. Soy tu objetivo aquí, no ella.

—¿Cómo lo sabes? —pregunta el líder.

—Necesitas hombres como yo, soldados—dice Raffe—. No a una niña pequeña y delgada como ella.

El líder se echa hacia atrás con los brazos cruzados.

—¿Qué te hace pensar que estamos buscando soldados?

—Has utilizado cinco hombres y una jauría de perros para atrapar a un hombre. A ese ritmo, vas a necesitar tres ejércitos para conseguir acabar lo que sea que estas intentando hacer aquí.

El líder asiente con la cabeza. —Es evidente que tienes experiencia militar previa —Arqueó mis cejas ante esto, preguntándome que pasó cuando le capturaron.

—No te inmutaste cuando te apuntamos con las armas —dice el líder.

—Tal vez no es tan bueno como piensa, debió haber sido capturado antes—dice el guardia de Raffe. Raffe no muerde el anzuelo.

Ángeles Caídos (Angels Fall): Penryn y el fin de los diasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora