Capítulo 4

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Por qué aunque parezcas dulce sabes que...

—Trata de tranquilizarte o acabaras con la suela de tu zapato.

Off entendía la frustración que Bright mantenía dentro de su mente, no había sido nada fácil para él soportar una semana entera sin saber absolutamente nada de Win, lo había buscado por cada rincón de la universidad, con sus amigos averigua hasta el más mínimo movimiento, lo llamaba con insistencia, pero las llamadas siempre eran rechazadas, ya no sabía que hacer o como localizarlo, está a punto de volverse loco.

—Ese idiota le hizo algo, lo sé, por eso me siento así de preocupado, tengo miedo que lo lastime.

Volvió a marcar a su número hasta que escucho el buzón de voz, estrujo la botella de agua que había dentro de su mano sintiendo la rabia crecer en su corazón, estaba completamente desesperado gracias a las imaginaciones de su cabeza, intentaba controlar ese impulso de ir a buscarlo y estrujarlo entre sus brazos para suplicarle que no volviera abandonarlo de esa manera, quería convencerlo del amor puro que sentía por él para escuchar nuevamente esas palabras que estaban tan grabadas en su mente.

"Me gustas e incluso mucho más que eso"

Esas palabras parecían alfileres clavados en su cerebro, las recordaba con tanto amor, pero al mismo tiempo le lastimaban tanto al pensar en el día siguiente donde lo único que vio fue una cama enorme completamente vacía. Se había ido sin dar una justificación, una razón mucho menos una respuesta a todas las dudas que crecieron en su mente.

Eso era lo único que tenía en su cabeza repitiéndose como una película, la última vez que lo vio y la mejor noche de su vida al mismo tiempo, recordar esos suspiros tan delicados causaba que su corazón se llenara de coraje para pelear por él, las caricias suaves y al mismo tiempo tan necesitadas, sus belfos hinchados que deseaba besar por el resto de su vida y las palabras que salían desde su boca quería volverlas a escuchar con más claridad.

—Necesito saber algo de él — repitió desesperado sentándose junto a sus amigos.

Estaba al borde de la locura, imaginarlo en brazos de ese aquel tonto era un verdadero calvario y más si pensaba que tal vez lo estaba lastimando, obligándolo a quedarse en casa durante todo el maldito día impidiendo que vea a cualquier persona, no quería que estuviera sometido a una vida que no le estaba haciendo feliz, odiaba pensar que su pequeño tuviera que soportar gritos, reclamos y hasta golpes por la falta de cordura que tenía Hirunkit, sabía que era capaz y precisamente eso debía evitar.

—Tienes suerte — espetó dándole una palmada en la espalda mientras sonreía — Ve por él y soluciona este problema.

Bright levantó la mirada hasta la puerta del salón de clases de inglés reconociendo a su castaño con sus manos en el cordón de la maleta, con la mirada agachada y los nervios recorriendo su cuerpo, como si tuviera miedo que alguien lo viera o lo atrapara en ese preciso instante donde buscaba escapar, pero esta vez no saldría bien.

Sin pensarlo se levantó del asiento y corrió hasta el castaño tomándolo por los hombros encerrándose en una de la habitación de consejería que causalmente estaba abierta y era el único lugar donde podrían tener privacidad.

—Bright, suéltame — espetó forcejeando tratando de liberar esa presión que ejercían esos brazos sobre los suyos apegándolos a la pared.

—¿Por qué me hiciste eso? — una mueca de odio en sus labios hizo que el castaño se detuviera para poder mirarlo.

Se detuvo un momento para analizarlo detenidamente, sus labios estaban intactos y rosados, sus ojos parecían hinchados y sus mejillas sonrojadas por tenerlo nuevamente cera. Todo había vuelto a la normalidad con él, su cabello perfectamente ordenado según la orden de Nani y eso no le gustaba, pero lo que más le llamo la atención era ese brillo de sus ojos, ese temor y al mismo tiempo ilusión de estar junto a él.

I'm think you're trouble│BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora