Enid toca la puerta frenéticamente, -ábreme Merlina, por favor- su voz sonaba desesperada y a la vez preocupada. No entendía que le pasaba a su amiga, ¿será su nueva forma de reaccionar ente sus visiones?
Ya habían pasado más de 10 minutos y Merlina aún no abría la puerta, así que Enid no tuvo más opción. Tumbar la puerta. Aquella madera crugió hasta que al fin cayó al suelo. Detrás de ella se encontraba Merlina. No se veía diferente; misma mirada inexpresiva, rostro relajado, de pie, sólo que esta vez no hacía contacto visual. -Merlina, ¿Qué te pasa? ¿Por qué no me querías abrir?- preguntó Enid muy preocupada, - Creo haber tenido algún tipo de reacción al exterior- dijo al fin Merlina, sin creer en las palabras que salían de su boca. Enid se acercó a su compañera de cuarto, -¿Qué tipo de reacción?- preguntó Enid con curiosidad. Al recordar como se había puesto en el patio trasero, Merlina volvió a sentir ese ardor en su cara, instintivamente llevó sus manos a su cara. Enid, asustada, se acercó más a prisa a Merlina y le tomó de las manos para retirarlas de su rostro. -¡Hey, Merlina! ¿Estás bien?- forcejearon un poco, pero la fuerza de Enid era impresionante, así que logró separar las manos de Merlina de su rostro. Sus ojos se encontraron con los de la otra chica, ahora el ardor estaba en todo su cuerpo, y al parecer era visible ya que Enid soltó con una sonrisa de oreja a oreja -¡¿Estás sonrojada?!- al parecer ese comentario provocó que Merlina pasara de un simple sonrojo a ser un tomate con ropa negra. Su cuerpo ardía cada vez con más intensidad y ella no podía entender por qué. Evitaba hacer contacto visual con Enid, pero ésta no se lo permitía, al punto de tomarla con sus manos de la cara, para poder verla mejor.
Ante este movimiento, Merlina tembló, esos ojos azules que ya había visto antes, ahora se veían distintos, y una profunda sensación de deseo invadió su cuerpo. Enid estaba tan inmersa en saber por qué su amiga al fin tenía una pizca de color en su cara que no notó el nuevo semblante de Merlina. Sus ojos ya no eran inexpresivos. Ahora tenían un brillo espectacular, tenía las pupilas dilatadas. Merlina estaba tan sumergida en su sentir que casi deja escapar una sonrisa.
-Merlina, t-tus ojos- dijo Enid, acercando su rostro al de su amiga. Merlina no podía pronunciar una sola palabra. Estaba inmersa en el par de océanos que tenía Enid en los ojos.
Ahora el semblante de ambas cambió. Una chispa se encendió en Enid que la hizo estremecerse. Ninguna había notado lo cerca que estaba una de la otra. Estaban tan inmersas en si, en su cercanía, era como si estuvieran conociéndose de nuevo. De una nueva manera. Hasta que se escucharon pasos en el pasillo.