-Merlina, estás segura de esto?- preguntó Enid.
Merlina la veía con deseo, no quería separarse ni un segundo de sus labios. -Nunca había estado más segura de algo en mi vida, Enid- dijo la pelinegra, quitando la blusa de la rubia.
Enid se encendió al escuchar eso. Una de sus manos recorrió el rostro de Merlina, bajando por su cuello hasta llegar a uno de sus pechos, el cual comenzó a apretar lentamente. Merlina soltó un suave gemido ante el contacto.
La rubia se deshizo de la blusa de Merlina, para posteriormente, deshacerse de su sostén. Lentamente fue bajando hasta llegar al pecho de la pelinegra, el cual no demoró en devorar, somo si su vida dependiera de eso. El roce de su lengua en su cuerpo hacía estremecer a Merlina, quien, inconscientemente colocó sus manos en la cabeza de Enid, enredando sus dedos en su cabello, buscando más contacto.
Enid entendió el gesto de aquella chica, aumentando la presión y el ritmo, haciendo que la chica blanco y negro dejara escapar más gemidos. La rubia comenzó a bajar con besos y caricias hacia el pantalón de Merlina.
Comenzó a desabrocharlo y lo bajó lentamente para desesperar un poco a la otra chica. Al eliminarlo por completo, observó lo sensual que se veía Merlina en esa posición. Sus manos aferradas a la almohada que se encontraba en su cabeza, una fina capa de sudor en todo su cuerpo, sus pechos perfectos, su cabello despeinado. Se veía perfecta.
No la quiso hacer esperar más, así que continuó con su camino de besos por el abdomen, hasta llegar a ese lugar que le dolía de ganas. Empezó dando besos por sus muslos, acompañados con pequeñas mordidas. Merlina comenzaba a elevar su cadera en busca de más contacto. Comenzaba a desesperarse.
-Enid, ya hazlo. Por favor- soltó con la respiración entrecortada.
-Eres mi debilidad, Merlina. Cómo podría negarte algo?- dijo Enid con una voz ronca, que volvió loca a la otra chica.
Se separó por un momento de los muslos de la chica, para dejar un tierno beso en sus labios. posteriormente se dirigió hacia la intimidad de la chica de trenzas. Hizo a un lado su ropa interior, y sin previo aviso, pasó su lengua por todos los pliegues de la chica, haciéndola gemir con fuerza.
Comenzó con movimientos lentos. Pero Merlina quería más, y sus caderas lo pedían a gritos, moviéndose frenéticamente. Enid siguió el ritmo de las caderas de la chica, haciéndola feliz.
-Enid...hmmm...sigue- pedía una agitada Merlina. Estaba a punto de llegar al punto que tanto anhelaba, pero en eso, Enid se separó de ella.
-Por qué paras?- preguntó molesta. Pero su pregunta no fue contestada. Al menos no con palabras. Levantó la cabeza, encontrándose con los los ojos azules de Enid. Tenía una mirada dominante que la hacía perder el control. La vio hincada sobre sus rodillas y pudo ver como llevaba dos de sus dedos a su boca, metiéndolos por completo.
Sin previo aviso, Merlina fue envestida por los dedos de Enid, lo cual la hizo gritar de placer. Sus movimientos eran rápidos. No le daba ni un respiro a Merlina.
Su perdición fue cuando sintió la boca de Enid en su punto más sensible, siendo succionado con fuerza. No pudo contenerse más.
-¡Enid!- gritó Merlina, mientras su cuerpo se movía frenéticamente. Había terminado. Pero Enid no paraba. Quería que le suplicara parar.
Se separó de la intimidad de Merlina, sin sacar sus dedos de ella, y se acercó a darle un beso, el cual fue correspondido con hambre.
-Ya basta...hmmm...Enid...- apenas podía articular palabras. Enid se detuvo y sacó sus dedos lentamente de la cavidad de la chica.
Se sentó con su intimidad expuesta, sobre el abdomen de la pelinegra. Quería que la admirara mientras llevaba sus dedos, llenos de la humedad de la otra chica, hacia su boca. Saboreandola por ultima vez.
Merlina llevó sus manos a las caderas de Enid, moviendola sobre ella de adelante para atrás.
Ahora era el turno de la rubia que comenzara a rogar.
Ahí está el capítulo que les prometí ayer. Espero les guste y que se vayan a confesar luego de leerlo.
