10.Discusiones

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Pasado, Enero del 2003

Mientras las calles de Port Angeles llovían, Edward y yo nos encontrábamos bajo el techo de una tienda de segunda mano. Admiraba los suéteres de algodón y rebuscaba entre montones de ropa algo que me llamará la atención. Edward estaba tan metido en la ropa como yo, que cada 5 minutos venia hacia mí con 5 prendas que el apostaba a que me encantarían.

—Mmmm no hay nada interesante aquí —dije mientras acariciaba la tela suave de los vestidos —. ¿Podemos ir a comer? Bueno, ¿Me acompañas a comer?

Edward paso su brazo izquierdo por mi cintura y caminamos hacia unos de los tantos restaurantes que había, nos sentamos en la mesa más lejana y pedí una simple crema de champiñones, pero Edward me pidió un plato de Fetuccini con pollo en salsa.

—Creí que tenías hambre.

—Si así es, pero . . . me basta con un plato.

—Sabes que por el dinero no debes de preocuparte.

—No me preocupa que llegues a cobrarme algún día Edward, ni nada por el estilo —me encogí de brazos.

—¿Entonces? —me miro con el ceño fruncido —¿Piensas morir de hambre?

—No —tome una pequeña cucharada de la espesa crema y la introduje en mi boca, cuando me lo pase hablé —Al menos no así. —emití una risa burlona. El gruño.

Después de terminar con la crema de champiñones, un mesero vino a retirar mi plato.

—No me gusta tu humor —dijo después de unos minutos, se cruzó de brazos sobre la mesa enfadado.

—Lo sé, es por eso por lo que nunca bromeo —le dije mientras tomaba con el cubierto la pasta.

—Supongo que eso no fue una broma ...

Aproveché que la pasta estaba bien enredada en el tenedor, para comerlo y no tener que esforzarme por que hablar, aún que comencé a sentir lastima, por el y por mí. No es así como quiero que sean las cosas, no con él.

—¿Qué hago para que te encontentes conmigo? — murmuré después de haber masticado y tragado la comida.

Sus ojos me observaron con enojo, algo que evita para no hacerme sentir mal como lo hacen mis padres. Es algo que no se atreve a hacer desde que leyó la mente de mis padres cuando me estaban regañando por algo absurdo, pero según ellos, era algo que ameritaba que me fuera de la casa.

—Mantente con vida hasta que el destino decida lo contrario, no tu.

Bajé la mirada mientras jugueteaba con la comida, avergonzada.

—Júramelo —su tono era débil y su mirada entristecida se posaba sobre la mía.

Me relamí los labios, nerviosa.

Y aún que no era su intención, me recordó a mis padres. Oh algo por el estilo, me imaginé a mis padres en un universo alterno, en el que son amorosos conmigo y que poseen la habilidad de saber exactamente como me siento y las cosas que podría hacer en una recaída. Edward solo tuvo que juntar las pequeñas pistas de mis pensamientos y sueños, de mi lenguaje corporal y supongo que de la visión de Alice.

El frío tacto de Edward logró sacarme de mis pensamientos, el me sonrío débilmente a sabiendas de lo que pasaba por mi cabeza. Yo asentí apresuradamente y aún que no fue un juramento, el lo aceptó.

Abrí la puerta de la casa, dejé mi mochila en el perchero que se encuentra aun lado. Me sacudí las pequeñas gotas de lluvia que cayeron sobre mi hombro al salir del carro. Alcé la vista hasta el final del pasillo, en la cocina, mi madre se encontraba con una bolsa de hielo encima de su ojo moreteado. Nuestras miradas se cruzaron por un segundo -aún que me pareció toda una eternidad lo que estuve viendo su rostro golpeado y deprimido- hasta que se levanto de la silla y me dio la espalda. Caminé hasta ella, olvidado por completo a mi novio que se encontraba arriba, seguramente leyendo la mente de mi madre para entender lo que pasa aquí abajo. La mesa era lo único que me separaba de ella, me puse de puntitas para intentar voltearla del hombre, ella resistió y yo no insistí.

AMNESIA ||Crepúsculo| Edward Cullen x TN ||CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora