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En una dimensión diferente, Uraraka Ochako ahora tendrá que adaptarse a este nuevo y raro mundo; donde su prioridad principal, será sobrevivir.
No es un mundo muy diferente al suyo, pero algo era seguro; esas cosas extrañas que se hacían l...
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- Que cansancio. - Susurro la castaña mientras caminaba de regreso a la finca mariposa.
El demonio al cual se había enfrentado anoche, fue muy escurridizo, y lo peor de todo es que no sólo fue uno, sino tres.
Aquellos demonios no parecían más que niños pequeños, no sólo en apariencia, sino también en mentalidad. Ninguno parecia tener intenciones de atacarla y tomaban la persecución como un juego.
La hicieron dudar sobre si debía de cortarles la cabeza o no, pero sabía que si dejaba con vida a algún demonio recibiría un castigo por parte de la cofradía, y eso le aterraba.
Así que aunque le fue difícil, lo hizo.
- ¡Aquí me retiro, vendré cuando se te otorgué una misión! - Mencionó Kaname mientras saltaba de su hombro para aletear frente a ella.
- Está bien, ¡Muchas gracias por tu ayuda!. - Respondió, a lo que el ave dio la vuelta para dirigirse rumbo a la residencia Rengoku luego de agradecerle. - ¡No olvides de entregarle mi carta a Senjuro-kun!
- ¡Lo haré! - Miro una última vez a la castaña para volver a retomar nuevamente su rumbo.
Sin más, la de suaves mejillas entro a la residencia, observando a Aoi colgar la ropa con ayuda de las niñas, las cuales parecían tener problemas para tomar bien los canastos, a lo que Ochako las socorrió antes de que se les cayeran.
- ¡Yo ayudaré a Aoi-chan, así que pueden ir a jugar! - Las miro sonriendo, a lo que ellas las miraron.
- Mejor te haremos algo de comer - Respondió Kiyo, mientras las demás asentían
- También deberías poner tu Haori para lavar, y descansar un poco - Le siguió Naho. - Cuando terminemos los bocadillos, te llamaremos. - Sonrió mientras se alejaba, siendo seguida por las otras niñas.
- ¡Bien! - Dejó el canasto cerca, para quitarse el Haori y ponerlo sobre el mismo con cuidado, luego se acerco a la ojiazul, quitándole las sábanas sobrantes para que pudiese estenderlas una por una con más comodidad.
- Ya te eh dicho que no es necesario que lo hagas. - Suspiro mientras doblaba la sábana en sus manos, colgandola con más facilidad, para luego volver a tomar otra de los brazos de Ochako.
